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Sus papás son dentistas. De dulces y refrescos sólo se daba gusto los domingos en su infancia pero gracias a eso padeció su primera caries hasta que cumplió los 34 años.

No estamos hablando de Charly y la fábrica de Chocolate pero sí es una historia similar porque, además de los papás, José Ramón Castillo también ama el chocolate; de hecho, es considerado uno de los mejores chocolateros en el mundo gracias al ingenio que ha puesto a sus creaciones: chocolates de mole, naranja con sal de gusanito, chicle motita de plátano, entre muchos otros que han cambiado la forma de ver el chocolate no sólo en México, sino en el extranjero y que le han valido la invitación de estar en la televisión desde hace nueve años. Actualmente es parte del programa Cocineros mexicanos, que se transmite por Azteca. También ha sido juez de Master Chef en Colombia. Incluso, dice, hay una posibilidad de tener un programa de chocolate en tv.

“Sí hay una propuesta, no es para tv abierta pero uno nunca sabe, hoy no sé si pueda hacerlo, tener un programa todos los días dos horas te absorbe completamente la tarde, es exposición pero limita tu creación. Para mí hacer tele es una gran responsabilidad, es estudiar mucho, que las cosas que yo voy a decir tengan fundamento”.

Hoy recuerda cómo llegó a este punto. A sus 23 años ya había ganado el campeonato de Cataluña a nivel profesional en cocina, era chef en restaurantes ganando bien —en Europa— pero no tenía tiempo para nada más, ni para novia. Un día pidió vacaciones, conoció al campeón de España en chocolatería y le pidió ser su aprendiz. Renunció a ser chef y empezó de cero una nueva vida con el chocolate.

“Me la pasaba riendo, trabajamos mucho pero reía mucho, tuve novia, compré un perro, visité a mis papás y no regresé al restaurante, después me vine a México y vino la oportunidad de la televisión, fue una catapulta, yo nunca pensé dar autógrafos”.

Sin embargo, reconoce que no fue bien visto al principio incluso por los chocolateros mexicanos que lo llegaron a llamar naco por usar, primero, chocolate nacional y no sólo eso, sino pintarlo de colores y hacer esas mezclas tan extrañas que ofrece en su chocolatería, QUE BO!

“Utilizamos el peltre (en el diseño), a mí me gusta mucho Jackson Pollock y se ve en la forma de nuestros trabajos, todo se mexicaniza. Usamos el amarillo Barragán, del arquitecto mexicano. Es usar lo nuestro, hoy por hoy ya está súper aceptado lo mexicano y creo que es una obligación”.

El pasado 14 de diciembre su empresa se convirtió en un proyecto trasnacional en Colombia con Factor Cacao, que buscará traer próximamente a México. “Factor es el sueño agrandado donde vamos a tener heladería, pastelería, confitería, chocolatería postres, habrá cosas saladas, bebidas con cacao, es algo enorme”.

Entre tantos sueños, confiesa que todavía es muy simple en sus gustos de postres, con unos chongos zamoranos es más que feliz. Y en cuanto a ambiciones, además de Factor Cacao, su próximo sueño no es chocolate pero también es algo dulce: ser papá.

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