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No tienen algo de especial por fuera, uno pensaría que son bodegas como las muchas que están a la orilla del río que rodea a Manhattan; pero al más puro estilo de las películas de espías, basta con entrar a una puerta y aquello se convierte en algo especial. Al sur de la ciudad de Nueva York está el set de la serie The Black List, que el jueves estrena su cuarta temporada a través de AXN a las 22:00 horas. En ese lugar, las oficinas del FBI toman forma en la ficción creada Jon Bokenkam y John Davis y en la cual se persigue a los criminales más buscados.

El recorrido entre los cables, las oficinas, incluso la casa de Elizabeth Kenn (Megan Boone) se hace con cuidado para no estropear nada de lo que ahí conforma el mundo de Raymond Redington, un ex criminal que ahora colabora con la policía para atrapar a los delincuentes más buscados. El personaje es interpretado por James Spader, reconocido por películas como La Secretaria (2002) o Sexo, mentiras y cintas de video (1989).

Y como en Nueva York todo parece de película el siguiente escenario a visitar es el Rockefeller Center y su Rock Center Café, en donde a su media luz, le da la bienvenida al temido Redington, o más bien, al encargado de darle vida en la pantalla chica.

James Spader aparece en el set con su sombrero, con el cual se ha mimetizado entre la realidad y la ficción. Es de sonrisa tímida y un tono de voz suave pero seguro, lo que le ha dado la oportunidad de ser inofensivo a primera vista, pero en su interior ha elegido a personajes oscuros, sombríos, violentos e incluso raros.

“Un personaje no puede ser lo suficientemente extraño para mí, todos son tan raros que lo peor que hicieron, o lo más excéntrico, no lo vas a ver nunca, ese es mi trato con el espectador. Se sabe que ellos no están viendo lo más extremo del personaje, que es su imaginación la que tiene que concebir otros escenarios, y eso es lo que tanto a ese espectador como a mí nos mantienen curiosos. Me atrae todo aquello que no se ve”, señala el actor.

Y es así que el encanto de este ex bandido toma forma, porque Red Redington hará todo, absolutamente todo, para conseguir sus cometidos.

Mentiras, traiciones, negociaciones e incluso uno que otro disparo hacen al personaje de Spader un gusto culposo de la audiencia.

“Creo que los personajes malos atraen más porque el riesgo es mayor”, dice el actor para tratar de explicar la manera en que cada vez más público se siente atraído por su rol. Desde su primera temporada, The Black List ha logrado promediar 14 millones de espectadores en sus capítulos.

Esa es la razón por la que apenas hace una semana se anunció que ya se ha autorizado una quinta temporada.

“La gente quiere salir de su vida cotidiana para meterse en algo que no les resulte familiar, a la gente le interesa transportarse o simplemente esos hombres les parecen divertidos”, indica pícaramente.

“Recuerdo que cuando era chico solo me gustaban las películas de James Cagney y de Humphrey Bogart, y posteriormente me iba a gustar explorar la dicotomía en las personalidades, las idiosincrasias, las excentricidades”, cuenta el actor.

“Porque siempre encuentro algo con lo que me puedo vincular; si el personaje se mueve en un amplio espectro mejor aún, porque como actor tengo más posibilidades”, agrega.

La trama. El primer capítulo que abre esta cuarta temporada lleva por título “Esteban”. Es un episodio en el que Liz es secuestrada por un hombre que afirma ser su verdadero padre provocando que Red Raymond haga todo para encontrarla mientras que el resto del equipo no puede creer que Liz todavía esté viva.

Además de cultivar esta combinación entre héore y villano, Spader se ha sentido libre de dotar al personaje de algunos tintes de comicidad.

“El piloto (primer programa) era muy seco y por eso vi una posibilidad para involucrarme, para hacer algo de humor, para ser irreverente, para divertirme en medio de la intensidad de la acción. Me gusta mucho interpretar a Red de ese modo porque como espectador busco exactamente lo mismo: sostener la atención, no encasillarme en un género, buscar el equilibrio”, expresó el actor.

Spader es uno de esos actores que no le importa mucho aquello de la fama. De la atención, prefiere el “anonimato digital”. Incluso asegura que no tiene ni idea de cómo se usa Twitter y que eso del teléfono no es algo tan relevante para su día a día.

“No me interesa estar en Twitter ni nada de eso de las redes sociales. Puedo decir que en realidad sólo uso mi teléfono para llamar, ni siquiera mando mensajes”.

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