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Marbella.— Con la sierra blanca como testigo, Antonio Banderas dice con los ojos encendidos: “Es que tenemos más talento que Hollywood y si nos unimos, el cine iberoamericano será mejor”. Con la sierra blanca como testigo, Antonio Banderas dice con los ojos encendidos: “Es que tenemos más talento que Hollywood y si nos unimos, el cine iberoamericano será mejor”. Con la sierra blanca como testigo… sí, otra vez y otra vez, Antonio Banderas repite lo mismo con los ojos encendidos.

Lo hace al desfilar en la alfombra roja de la segunda edición de los Premios Platino, un esfuerzo por construir los Oscar del cine en español y portugués. El actor malagueño ha hecho suyo ese ímpetu y desde un día antes, durante una conferencia de prensa en la que se anunció que se le otorgaría el Premio a la Trayectoria, esparce la idea de que las televisiones de iberoamérica se unan para crear un mercado en el que el talento latino crezca igual que el star system hollywoodense.

Horas después, y en ese salón del hotel en donde se realizó la conferencia con Banderas, se reunió lo que debía ser el big bang de ese universo de estrellas hispanas, convocadas todas para promover los Platino, realizados el sábado en esta ciudad. Damián Zsifron, el cineasta de moda por Relatos Salvajes, paseó por el salón contradiciendo la fama del argentino engreído. Con diligencia, explicó una y otra vez a 20 reporteros de diferentes países de Hispanoamérica que su siguiente proyecto es una animación de 10 episodios que será producido por MRC, la misma de House of cards.

En un extremo de ese salón, Eugenio Derbez puso buena cara a los reporteros que durante tres horas le preguntaron lo mismo de política que de pañales, de cine que de sus hijos. Hasta una selfie con la boca llena de sandwich tuvo que tomarse cuando una fan lo acosó después de entrevistarlo.

Derbez sólo interrumpió su trabajo de promoción cuando la actriz Martha Higareda lo fue a saludar, preguntarle por sus proyectos y tomarse también una selfie con él. Higareda se notaba especialmente feliz en ese salón convertido en una curiosa torre de babel: aunque todos hablan español, los acentos y localismos hacen que las conversaciones casi siempre tengan que repetirse para entenderlas bien.

Curiosamente es al hablar de cine cuando mejor se comprenden: todos piensan, como Banderas, que las películas iberoaemericanas podrían competir con Hollywood si se exhibieran en un mercado regional hispano.

“Es que los latinos somos el presente”, dice Edward James Olmos con su español dificultoso (aunque mexicano, su vida y carrera las ha hecho en Estados Unidos) que sin embargo, encaja perfecto en este universo de variaciones del español.

Ese espíritu de unidad se extendió al día siguiente en la alfombra previa a la premiación, realizada en el foro Starlite, literalmente enclavado en la sierra blanca de Marbella: es un auditorio al aire libre que se construyó dinamitando la piedra caliza del cerro. De Maribel Verdú a Miguel Bosé, de Alessandra Rosaldo a Luis Fonsi, todos los artistas y celebridades se pararon ante las cámaras de televisión para hablar del potencial de “nuestro cine”.

Al final de la pasarela, apareció Banderas con sus ojos encendidos por la pasión de esta idea. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… las veces que fue necesario repitió el sueño hispano ante medios de comunicación.

Pero este big bang aún es un misterio dividido por países: el talento no se reconoce más allá de sus propias fronteras. Damián Szifron no abraza sino a su equipo argentino, Derbez sólo suelta besos y abrazos a Adriana Barraza y Martha Higareda; Maribel Verdú se ve perdida cuando no hay talento español a su alrededor.

Con todo, Banderas sigue soñado y aún al recibir su premio, repitió (sí, con los ojos apasionados y la sierra blanca a su espalda) que “podemos abrazar la idea de lo hispano más allá del amor a nuestros países”.

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