¿En qué lugar se puede sentir segura la ciudadanía si las plazas principales de las poblaciones, los salones de fiesta, la escuela o las calles aledañas a las oficinas de gobierno son sitios donde han ocurrido hechos de violencia?

Ayer tocó el turno a Cuernavaca: una persona disparó contra los asistentes a una manifestación de ambulantes que se realizaba antes del mediodía en el centro de la capital morelense.

Antes fueron Minatitlán, en medio de una fiesta ingresa un grupo criminal y mata a 13 personas; CCH Oriente, una bala perdida acabó con la vida de una estudiante de 18 años de edad que se encontraba tomando clase; Casa Jalisco, una mujer que era perseguida por su esposo pensó que estaría más segura si se acercaba al recinto donde despacha el gobernador, pero de nada valió, ahí llegó su pareja, con quien estaba en proceso de divorcio, y la asesinó.

Son casos vinculados al crimen organizado, a pugnas entre narcomenudistas, conflictos familiares… pero lo central es que la delincuencia actúa con aparente facilidad sin temor a que el brazo de la justicia actúe en su contra.

La capital del país no ha sido ajena a ese tipo de situaciones. A unas calles de Palacio Nacional grupos de narcomenudistas ajustan cuentas utilizando armas de fuego y se convierten en azote de comerciantes establecidos y ambulantes, a los que extorsionan. Quienes se atreven a denunciar o a contradecirlos han pagado con sus vidas.

Siempre se ha señalado que el alimento de la violencia es la impunidad; aquellos que perpetran un delito tienen claro que difícilmente enfrentarán la justicia.

El aspecto positivo, al menos en los casos mencionados, es que la autoridad ha impulsado la acción de la justicia. EL UNIVERSAL informa hoy que el gobierno capitalino realizó un operativo en el que detuvo a nueve presuntos integrantes de la Unión Tepito, vinculados al cobro de extorsiones. Hace unos días se aprehendió al señalado como responsable de la matanza de Minatitlán y ayer se apresó al autor de los disparos en Cuernavaca.

Es deseable que estemos frente al comienzo de una época en la que impunidad deje de ser la constante. Solo así se podrá blindar el corazón de las ciudades más importantes del país y la ciudadanía empezará a percibir más seguridad. Es hora de las autoridades comiencen a pensar en el bienestar colectivo.

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