Ciudad de Panamá.- Para que haya espectáculo debe de haber dos que quieran y ni México ni panamá quisieron esta noche. Ambas selecciones firmaron un empate a cero que las deja bien posicionadas después de la segunda jornada del hexagonal final de la Concacaf, pero que al Tri no debe de dejarlo satisfecho.

El equipo de Juan Carlos Osorio no pudo imponer su estilo, no supo imponer condiciones ante un rival demasiado rústico que lo único que tuvo de destacado fue el apoyo del público y eso sí, mucha garra.

Como la del Tri, pero eso esta vez no fue suficiente para llevarse los tres puntos y se perdió la ocasión de igualar la marca de Ricardo La Volpe de dos victorias seguidas, conseguida en el hexagonal rumbo a Alemania 2006.

Así termina el año del Tri. Un año bueno a secas que tuvo una gran mancha, mancha roja con aquel 7-0 que Chile indilgó en la Copa América. Fuera de eso Juan Carlos Osorio entregó buenas cuentas.

Aunque este cero a cero no deje satisfecho a nadie.

De la calma del inicio se pasa al infarto con rapidez. Jonathan quiere mostrarse ante Osorio y su hermano Gio, pero al mostrarse se evidencia. Recorte dentro del área que le sale mal pero la falla de Blas Pérez salva a México del gol en contra.

Panamá juega a esperar, y en la espera México no avisa prisa. Primeros minutos de estudio, de no arriesgar, bueno no más de lo que hizo Jona. La lluvia que cayó antes del juego pone a la cancha mucho más pesada y resbalosa de lo que es, los pases deben de ser seguros y al pie.

La tribuna panameña festeja y exige todo. Reclama y presiona cada falta. Ya van tres que le hacen a Marco Fabián y no se ha llegado ni a diez minutos.

Otra distracción y Héctor Moreno es rebasado. Blas queda mano a mano frente a Paco Memo y otra vez fala su disparo.

Ya van dos avisos, pero México no sale de su estilo, no se apura. Reyes otra vez es amonestado y pone en duda su estadía. Juega en desventaja a muy temprana hora del partido, como lo hizo contra Estados Unidos.

Vendaval panameño. Los centros cruzan y cruzan el área de Ochoa. Reyes le quita de la cabeza el gol a Torres y Néstor Araujo con barrida se lo niega a Henríquez. Nadie domina pero Panamá es el equipo más peligroso.

México luce desconcentrado en zona baja. Es sorprendido y le ganan fácilmente la espalda a los zagueros. Osorio grita desesperado en busca de reacción.

La reacción llega de quien menos se espera, de Diego Reyes un largo centro es rematado por el defensa del Espanyol, la pelota rebasa a Penedo pero también al larguero.

La más clara del Tri en toda la primera parte.

El juego está tan seco y tan aburrido que la gente grita “Bolillo sácale la chucha (la vagina)” y Hernán Darío Gómez, como todo un populista, responde a la tribuna haciendo gestos de boxeador.

Reyes vuelve a salir de cambio al estar amonestado. Jesús Dueñas ocupa su lugar. ‘Chicharito’ desespera a los centrales panameños: Torres y Escobar que buscan sus tobillos. En plena lucha la pelota sale rebotada y le cae a Blas Pérez, la tercera y esta vez si manda la pelta con dirección de puerta. Memo Ochoa recuesta para desviar.

Panamá no cambia su proceder. Espera y trata de salir a velocidad, esperando el error, el cual llega por conducto de Araujo y Ochoa debe de salir a achicar de forma efectiva.

El “Tiki-taka” mexicano se hace presente. Más de veinte toques seguidos al balón que concluyen en nada. Osorio se da cuenta de que necesita más profundidad y manda a la cancha a Hirving Lozano en lugar de un Gio que nunca se encontró en la cancha.

Entra Tejada, aquel del gol de chilena en el 2005. Su llegada despierta a la tribuna y al minuto de estar en la cancha se lanza otra tijera, pero en esta ocasión Memo Ochoa detiene la pelota.

El juego en los últimos minutos se convierte en una guerra sin cuartel. Los choques de cuerpo y el crujir de los huesos se oyen hasta la tribuna. El cero a cero parece firmado. La actitud del Tri al final así lo demuestra.

Y se firma con un gran grito de aprobación del Rommel Fernández y un suspiro de alivio de México, que sumó de visita. Cuatro puntos son buenos, pero para un grande, el más grande de Concacaf, no es suficiente.

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