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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
En 2012, el nombre de Shohei Otani atrajó el radar de los cazatalentos de Grandes Ligas que viajaron a Japón para conocer y analizar a un pelotero de secundaria con las facultades de lanzar por arriba de las 100 millas por hora y gozar de un swing de poder. Advirtiendo que no exageraban, los scouts bautizaron al joven de 18 años como el “Babe Ruth japonés”.
Cuatro años después de saltar a la fama, Otani es la joya del beisbol asiático. Dueño de una recta que ya sobrepasa los 103 millas por hora y un madero que ayudó a los Nippon-Ham Fighters a conseguir su primer campeonato en 10 años.
“Normalmente cuando se habla de un pelotero extraordinario se dice que tiene las cinco herramientas, pero Shohei Otani tiene 10. Cuenta con el mayor talento que he visto reunido en un jugador”, declaró Luis Mendoza, pitcher mexicano de los Nippon-Ham Fighters.
Para varios analistas y agentes deportivos, las cualidades que posee Otani y el “boom” que causaría su llegada a Grandes Ligas, lo situarían con un contrato superior a los 300 millones de dólares, sin lanzar una sola bola en Estados Unidos.
“Yo lo veo más como pitcher aunque a él lo que le gusta es batear. Pero sin ningún problema podría destacar como los grandes peloteros de antaño. Ejemplo, el mismo Babe Ruth”.
En la campaña que recién terminó, Otani tuvo una efectividad de 1.86 en 21 juegos de los cuales 10 actuó como abridor. Con el bat pegó 22 cuadrangulares, con 67 carreras impulsadas que le dieron el nombramiento de mejor pitcher y mejor bateador de la liga.
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