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Los archivos del arquitecto Luis Barragán, que son origen de la polémica propuesta de la artista Jill Magid, están divididos en dos grupos: el acervo profesional es el que guarda en Suiza la Barragan Foundation; y el personal, que está en México, en la Casa Barragán.

El primero consta de cerca de 30 mil piezas entre planos, fotografías y revistas del arquitecto, Pritzker en 1980. El segundo es un archivo de alrededor de 7 mil 500 materiales, con fotografías de familia, cartas, textos, postales y libros de otras de sus aficiones.

El acceso al archivo profesional, que se guarda en Basilea, Suiza, es tema del proyecto Magid, quien propuso a la dueña del mismo, Federica Zanco, un intercambio de éste por un anillo cuyo diamante fue hecho a partir de la sustracción de las cenizas del arquitecto.

La Barragan Foundation, que dirige Zanco y que fue creada en 1996, es dueña de los derechos de autor y del archivo que tiene 13 mil 500 dibujos y planos originales; 7 mil 500 fotografías en blanco y negro y a color; 82 paneles fotográficos, 3 mil 500 negativos; 7 mil 800 transparencias; 290 publicaciones sobre la obra de Barragán; 54 publicaciones coleccionadas por el arquitecto; siete modelos, materiales hemerográficos de manuscritos, notas, listas y correspondencia. Posee las fotografías de la colección Armando Salas Portugal. Zanco y su esposo, Rolf Fehlbaum, dueño de Vitra, compraron por 2.5 millones de dólares el archivo.

Enrique de Anda, arquitecto y doctor en Historia del Arte, es uno de los especialistas que ha accedido al archivo de la Barragan Foundation. Le consta que otros investigadores internacionales y mexicanos han podido hacerlo, es el caso de Kenneth Frampton, Marc Treib, Marco de Michelis, Richard Ingersoll, Keith Eggener, Wim Van Den Bergh, Elena Formia, Giulia Mela, Verena Schindler, Pierre Frey, Barry Bergdolf y Miquel Adrià.

De Anda explica que, como en cualquier archivo, en éste hay requisitos y se valora cada solicitud: “Tiene que ser un proyecto cultural, académico o que tenga que ver con la fundación; no se acepta lo que es para fines comerciales. Sí recibe muchas solicitudes, pero la mayoría son asuntos de índole comercial y no los aceptan”.

El catálogo. Desde hace 20 años, cuenta De Anda, la Barragan Foundation trabaja en el estudio del archivo. Jóvenes suizos e italianos, coordinados por Zanco, realizan las investigaciones, y uno de sus grandes proyectos es el catálogo razonado de la obra de Barragán, que se publicará en 2018.

“El catálogo razonado no sólo será de planos, sino de todo lo que se tiene de cada obra: historia, fotografías, quién fotografió cada una, fechas; tiene cruce de información con otros archivos; documenta la época en que Barragán trabajó con Raúl Ferrera (su socio y a quien heredó su archivo), y estudia las obras que se le han atribuido a Barragán, pero que no son suyas, lo cual será muy revelador”, asegura De Anda.

El investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM dice que en la fundación hay planos, fotos y revistas; en cambio, en la Casa Barragán hay más textos.

En torno de la polémica que se ha generado, De Anda se pregunta, en caso de que el archivo Barragán regresara a México, de dónde saldría el presupuesto para su manutención: “Hacer archivos de arquitectura en México no es sencillo. Hice uno con materiales de arquitectura moderna en el Instituto de Investigaciones Estéticas y sé lo que significa conseguir los materiales, formar al personal, tener las condiciones para la preservación y ponerlo en línea. En México, como en otros países, no existe la cultura de la preservación de archivos de arquitectura; se preservan archivos, los políticos, los de arquitectos no. No hay interés, no hay instancias, no hay presupuestos”.

En cuanto a su experiencia como investigador en los archivos de la Barragan Foundation, el arquitecto Miquel Adrià cuenta: “Siempre que hemos querido consultar el archivo Barragán hemos tenido todo el acceso y la facilidades; de los archivos que me ha tocado trabajar es el que está en mejor estado. En otro, de un arquitecto casi tan importante como Barragán, me encontré fotos tiradas debajo del estacionamiento de la universidad que ‘cuidaba’ este patrimonio. En la Universidad Nacional no me dejaron acceder al archivo de uno de estos grandes arquitectos famosos del siglo pasado; primero entraban los investigadores que ellos querían, y sólo unos años después nos dejaron entrar a otros investigadores. Sería mejor que fuera público el archivo Barragán, sí. Pero necesitaríamos tener instituciones como las que queremos, y no como las que tenemos”.

El archivo que se conserva en México, en la casa que Luis Barragán diseñó y construyó entre 1947 y 1948, es un archivo de su vida, con los documentos, fotografías de joven; las cartas de sus padres cuando él se encontraba en Europa; retratos de sus amigos, de sus viajes. Estos materiales permiten reconstruir momentos, encuentros, datos para reconocer cómo trabajaba; se encuentra, por ejemplo, la foto de cuando fue a reconocer el Pedregal con el Dr. Atl, que era vulcanólogo; se encuentran fotos y rollos de película con caballos, su otra gran pasión; en otras aparece con Edmundo O’Gorman, Miguel y Rosa Covarrubias, Andrés Casillas o José Clemente Orozco.

La Casa guarda la biblioteca con 2 mil 170 libros y tiene tres colecciones de arte: la del artista Jesús Reyes Ferreira, la de Miguel y Rosa Covarrubias, y la de obras y reproducciones que estaban cuando Barragán vivía ahí.

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