El escritor Luis González de Alba tuvo desencuentros a lo largo de su vida con varias personas, algunas de ellas vinculadas con la izquierda, entre otros sectores.

Una de las situaciones más conocidas fue su disputa con la escritora Elena Poniatowska, de quien, decía, fue amigo cercano cuando regresó a México tras salir de la cárcel de Lecumberri en 1971 y pasar un año de autoexilio en Chile. Durante 26 años de amistad, sus diferencias de opinión aumentaron para pasar de la complacencia a la ira. “Poco a poco me resultó evidente su infantilización de cuanto tocara”, llegó a escribir el activista.

La polémica más conocida surgió cuando González de Alba encontró que Elena Poniatowska tergiversó en su libro La noche de Tlatelolco varias frases que alteraban su propio libro Los días y los años. Enumeró alrededor de 60 correcciones que debía hacer a la publicación la periodista. González de Alba la acusó de modificar párrafos de Los días y los años; Poniatowska no accedió al principio, hasta que recibió una denuncia formal y se vio obligada a reimprimir y modificar la obra en 1998.

González de Alba tuvo diferencias con varios sectores de la izquierda. Un episodio clave, contó él mismo en la revista Nexos, se dio cuando un grupo guerrillero secuestró en 1985 a Arnoldo Martínez Verdugo, ex candidato a la presidencia y último secretario general del Partido Comunista Mexicano. González de Alba renunció al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), pues no creía que el comunicado emitido por este partido fuera preciso acerca de las condiciones del secuestro.

El escritor también criticó al subcomandante Marcos, líder del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, y lo llamó “farsante, patán e imbécil”.

Desde sus columnas periodísticas en 2015, en repetidas ocasiones habló de los padres de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa. El 30 de enero comentó que los jóvenes no eran sino muchachos pobres caídos en el sistema de las normales rurales, “donde aprenden que entre sus derechos de pobres está el pillaje menor”.

Dijo además que “los padres se niegan a ver las evidencias porque eso implica volver a la milpa, al trabajo: se acabaron las caravanas de autobuses de primera clase, los hoteles, las recepciones como héroes”.

Tuvo reclamos para la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y a sus miembros los describió como “caciques corruptos”.

En julio pasado se refirió a Andrés Manuel López Obrador, de quien dijo se inscribió al PRI después de la amenaza de Gustavo Díaz Ordaz del 1 de septiembre de 1968. Dijo que ese hecho “no tiene ni tendrá jamás explicación”. “Dueño del Jordán que limpia a los priístas, se siente absuelto sin confesión previa”, escribió.

Con información de Néstor Ramírez

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