Una editorial de Miami ha publicado la hasta ahora inédita novela La secta de los asesinos, una suerte de profecía sobre la amenaza del Estado Islámico con la que los colombianos Carlos Bermeo y Rubén Varona fueron finalistas del Premio Planeta Casa de las Américas en 2012.

Tras su publicación en Estados Unidos, la editorial La Pereza, una rareza en el panorama cultural de Miami, con libros en español tanto de autores consagrados como noveles, se propone llevar el libro a varios países latinoamericanos.

La novela, concluida en 2012, dos años antes de que el Estado Islámico declarase su intención de dominar el mundo musulmán, cuenta cómo tres enigmáticos personajes tratan de revivir una secta del siglo XII para cometer una ola de atentados por todo el mundo y los intentos de los servicios secretos para impedir que tengan éxito.

La "secta de los asesinos", que realmente existió, era liderada por el "Viejo de la montaña" y estaba formada por verdaderas máquinas de matar que se caracterizaban por una obediencia ciega y una paciencia infinita para esperar el momento preciso para atacar, señalaron Bermeo y Varona en una entrevista en Miami.

Esta novela es fruto de seis años de investigación y documentación, un trabajo arduo dada la naturaleza secreta del terrorismo y del contraterrorismo, dos mundos en los que todo funciona bajo el principio de confidencialidad, dijeron los dos escritores de Popayán (suroeste de Colombia).

La novela la escribieron a dos manos pero a veces físicamente separados por miles de kilómetros de distancia, pues Varona se trasladó en medio del proceso creativo a Inglaterra.

Por Skype se pasaban los textos y sin piedad el uno con el otro suprimían, cortaban y editaban, pues la apuesta era que la novela, además de tener una trama interesante, estuviera bien construida.

Lo importante, dice Bermeo, de 40 años y comunicador social e historiador, era encontrar la voz de un tercer narrador, para que el lector no notase que había párrafos escritos por uno y otros por otro, y no caer en estereotipos ni de terroristas ni de agentes de la lucha antiterrorista.

"No queríamos que fuesen una caricatura", dicen los dos en Miami, donde están presentando su obra.

Los asesinos creados por Varona y Bermeo consumen hachís como los de la secta del "Viejo de la montaña", pero también ácido lisérgico, y además de tener paciencia y obediencia como sus antecesores tienen buenas herramientas tecnológicas.

Cuando en 2012 presentaron la novela al Premio Planeta Casa de las Américas con el seudónimo de Basilio Politis quedaron entre los diez finalistas.

Según cuentan, en medios literarios colombianos hubo muchas especulaciones acerca de quién era Politis. "Unos decían que era Jorge Franco otros que Santiago Gamboa", dice Varona, de 36 años, quien tiene una maestría literaria y está realizando un doctorado en letras en la Universidad de Lubock (Texas, EE.UU.).

La novela está pensada de una manera "muy visual", tanto que la editorial ha sacado un "book trailer", un vídeo en el que, como si de una película se tratara, se usan actores y escenarios naturales para presentar un resumen del argumento.

Los dos escritores colombianos destacan que en su novela "no toman partido" ni pretenden dar lecciones morales, pero sí ayudar a la comprensión del conflicto entre Oriente y Occidente, "poniendo todos los elementos sobre la mesa".

"Si el lector, al terminar la novela, quisiera profundizar en este tema, nos agradaría mucho", señalan.

Pero ambos subrayan que con "La secta de los asesinos" no tratan de hacer apología. "De ninguna manera justificamos el uso de la violencia, que es el lenguaje de los bárbaros", dice Bermeo.

Bermeo, que hizo su tesis doctoral sobre la guerra civil entre liberales y conservadores que asoló Colombia de 1948 a 1957, recuerda sus entrevistas con un sicario del Partido Conservador, hoy octogenario, que, según le confesó, había matado a 600 personas.

"El nunca se arrepintió de lo que hizo, es más, está orgulloso", señala en referencia al antiguo sicario, quien nunca pagó con cárcel sus crímenes, pues se benefició de una amnistía general, y hoy vive sin sobresaltos en una finca rural, rodeado de vecinos que no sospechan de su sangriento pasado.

Es algo que marcó la novela La secta de los asesinos, dice.

sc

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