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Hombres y mujeres en bermudas se agolpaban ayer ante el Palacio Real de Madrid frente al cartel que anunciaba su cierre a los turistas por un acto oficial. A cambio podían fotografiar a los caballos de la Guardia Real que cabriolean en la puerta cuando están de visita los reyes españoles, con domicilio en la Zarzuela y sólo presentes en su palacio del centro de Madrid para grandes eventos. En uno de los más esperados cada año por el mundo de la cultura, ayer se agasajaba a Fernando del Paso, ganador del premio Cervantes en 2015. Con todo el lujo monárquico, el Rey Felipe recibió para almorzar a un centenar de representantes de las artes latinoamericanas reunidos para felicitar al mexicano por el galardón más importante de las letras hispanas.

El lujo incluyó, por supuesto, un brindis real, y en él, el Rey destacó que, desde su primera novela, Del Paso ha tejido “realidades históricas, sueños, mitos, tradiciones prehispánicas y ecos de la literatura universal” en un discurso literario que la crítica ha descrito “lleno de meandros, como el Quijote”, recordó la Casa Real.

Del Paso siempre ha defendido los meandros del castellano frente a las construcciones más directas de las lenguas germánicas. Su visita a España, condicionada por la delicada salud del escritor, también ha tenido su porción de escalas y zigzagueo, pero encara ya la recta final con el recibimiento hoy del galardón en la Universidad de Alcalá de Henares. Tras el desayuno real, Del Paso concluyó el capítulo de homenajes previos con la inauguración de la lectura ininterrumpida de El Quijote, que desde hace 20 años se organiza en el Círculo de Bellas Artes. El escritor leyó poco más de un minuto las primeras líneas de la novela. Las últimas se escucharán el domingo, tras pasar por el atril más de 2 mil ciudadanos de España y de toda América gracias a conexiones a través de teleconferencia.

Superando su fragilidad, Del Paso arrancó la lectura con firmeza: “Capítulo uno”, y llegó hasta una de las declaraciones de principios más famosas de la literatura: “Basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad”. Ahí se detuvo. La intervención fue despedida con un gran aplauso, un reconocimiento a una voz que ha regresado del silencio después de tres años de ejercicios de rehabilitación. Muchas horas soplando pompas de jabón, repitiendo sílabas y leyendo en familia para que el reconocido con el título de “Emperador de la palabra”, por su afición a explorar la grandeza del idioma, pudiese recuperar el habla tras un accidente isquémico.

En la Universidad de Alcalá de Henares culmina hoy el año de las cifras redondas en el mundo de los homenajes a Miguel de Cervantes: dos décadas de la lectura ininterrumpida de su obra más famosa, 400 años de su muerte y 40 del premio en su honor. Sólo la cantidad de galardonados se salta este patrón de ceros: son 41 debido a que en 1979 lo ganaron ex aequo Gerardo Diego y Jorge Luis Borges. Una exposición en la plaza del Rey recordaba a todos los miembros del club. Entre ellos ya figura Fernando del Paso, el sexto mexicano, tras Octavio Paz, premiado en 1981, Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009) y Elena Poniatowska (2013).

El jurado del Cervantes, según recogió el acta, distingue a Del Paso “por su aportación al desarrollo de la novela, aunando tradición y modernidad, como hizo Cervantes en su momento. Sus novelas llenas de riesgos recrean episodios fundamentales de la historia de México haciéndolos fundamentales”.

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