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La violencia permea en todos los rincones de la casa que profanaron los ladrones que respiran en Los últimos hijos, la nueva novela de Antonio Ramos Revillas; también está el deseo de venganza y la desesperación, pero en lo superficial está el abordaje singular que el escritor hace de la paternidad y de la pérdida de los hijos.

El escritor regiomontano que en 2011 publicó su primera novela, El cantante de muertos, acepta que en esta nueva historia vuelve a estar presente la muerte, pero desde una perspectiva menos festiva, porque aquí la muerte está latente en la vida cotidiana y ha llegado hasta las colonias de clase media, que es la esfera a la que pertenecen sus protagonistas.

“Esta novela originalmente se iba a llamar Lo que no alcanza nombre, porque para cuando pierdes a tu esposa hay un sustantivo para ti, un adjetivo, eres viudo; si pierdes a tus padres, eres huérfano, pero cuando pierdes a un hijo ¿qué palabra te nombra?”, dijo el escritor.

Al final, la novela publicada por Almadía se tituló Los últimos hijos, que relata la historia de Irene y Alberto, un matrimonio joven que vive en Monterrey, ciudad en la que pierden a su hijo nonato; sin embargo, no sólo allí está la tragedia, eso apenas es el detonante de una venganza y del paso de víctima a victimario, pero ante todo del dolor.

“Cuando hablamos de dolor hablamos de muchos grados y muchas sensaciones y yo quise plasmarlas. Tal vez es también mi última novela sobre la muerte, eso digo ahora, seguro va a ir colándose en otras, pero siento que debo irme despegando de la historia, del tema”, afirmó.

Habla del dolor de la perdida, de la muerte, en torno a la que ha girado hasta ahora su narrativa para adultos, tan distintos a los otros temas que ha abordado en su literatura infantil y juvenil. “Este joven matrimonio pierde a un hijo y busca la forma de reponerlo y vengarse”.

El autor adelantó que la novela que escribe ahora “tiene que ver con la guerra, aparece la muerte pero desde otro lado. Es la historia de un grupo obsesionado con lo bélico, se juntan para hablar de batallas, pero también hay una serie de cosas bárbaras”.

El acercamiento a la paternidad justo se dio porque Ramos Revillas no la conoce. “La historia del robo me la contó un amigo y me llamó la atención, escribí la primera parte y no lograba avanzar, de pronto apareció lo de los hijos, lo del bebé, así se fue armando la historia”.

Ramos Revillas dijo que cuando era niño leía La Biblia porque era el único libro que tenía, además de las revistas Alarma!, de su abuela, y que siempre le gustó el personaje del Rey David, pues le parecía una figura fuerte y atractiva en su historia con Betsabé, que le ayudó a relacionar el castigo. “Otra parte que me deja tranquilo de la novela es el salmo de Betsabé, cuando le reclama a Dios, porque aunque no creamos en Dios alguna vez le hemos reclamado airadamente”.

Entre sus dos novelas, Ramos Revillas escribió para niños. “He publicado cuatro libros en este inter; de ellos, dos novelas y dos libros álbum, uno fue seleccionado en Venezuela como uno de los mejores originales escritos en español, hace unos años; y otra novela ganó el International Latin BookAward, el premio Fundación Cuatro Gatos y el Waiftravers de Alemania. He ido madurando un poco más mi noción de cuáles son las historias que quiero contar”, dijo.

Aseguró que le gusta contar historias y no tanto experimentar con lo literario, “quiero narrar antes que experimentar, y eso he estado haciendo”. También abrió una librería en Monterrey dedicada a sellos independientes, y hace tres años entró al Programa Nacional de Salas de Lectura como docente y ha recorrido el país dando talleres para gente que quiere promover la lectura.

Antonio Ramos Revillas dijo que ha recibido más de lo que ha dado, “gente que me cuenta que tiene salas de lectura en funerarias, en fiestas para niños, en parques, en un panteón, con migrantes, con niños en orfanatos, en cárceles”. Todo eso ha nacido entre sus dos novelas.

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