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“Mi mundo plástico se alimenta de cosas terribles de la condición humana”, dijo el dibujante, grabador, pintor y escultor José Luis Cuevas a EL UNIVERSAL, el 26 de febrero de 2016 cuando cumplió 85 años.

Entonces, respondió a un cuestionario por escrito: “Para mí, siempre la creación es acompañada de una inseguridad, no puedo decir que en el trabajo encuentro sosiego, porque mi mundo plástico se alimenta de cosas terribles de la condición humana. He llegado a la vejez sin perder mi actividad creativa. Esto es lo que se llama madurez. Sin embargo, reconozco que no pinto o dibujo la alegría de vivir como lo hicieron muchos otros artistas, sobre todo en Francia”.

Mayo de 2008. Previo a una exposición de sus obras en Bellas Artes y en su propio museo habló de su obra, la política y la vejez.

—¿Dónde está el enfant terrible?

—Sigue aquí, sentado frente a usted. Ya no tan enfant, pero sí terrible.

—¿Se considera un animal artístico o un animal político?

—Antes que nada, un animal artístico. Tengo una vocación por el arte surgida a una edad muy temprana y a ella me he entregado.

—Sin embargo ha tenido acercamientos con la política...

—Pero nunca he contaminado mi obra con mis ideas políticas.

—¿El dibujo o la pintura?

—Todo. Cualquier medio de expresión es importante. Me aterra la idea de la muerte y dejar algo sin terminar. Aunque tengo la seguridad de que seré longevo, ¿o ya soy?

Febrero de 2015. Evocando las palabras de Pablo Picasso, Cuevas dijo que su obra consiste en una especie de diario de lo que vivía. “Es el reflejo de lo que he vivido”. Así lo contó en una charla con medios de comunicación, en su casa en el sur de la ciudad de México. “Empiezo a las 11, regreso otra vez en la tarde y continúo trabajando hasta la noche”, detalló Cuevas.

Ante la pregunta sobre su estado de ánimo, reconoció que había un “vaivén”, días de optimismo y otros en que se siente triste. Como en muchas entrevistas que dio, admitió que el tema de la muerte lo agobiaba: “Me preguntó, ¿cuál será el último dibujo que haga en mi vida?”, dijo y manifestó además tristeza por la muerte de muchos amigos en los últimos años.

Entonces, el artista habló de la exposición José Luis Cuevas. 200 cartas a Beatriz del Carmen y se refirió a la situación del país y lamentó el caso Ayotzinapa. “Es una cosa verdaderamente terrible que si no se resuelve satisfactoriamente, puede dañar la imagen del Presidente. Esperamos que no sea así, y se encuentren, como ellos piden, que estén vivos, porque se despidieron de sus casas, se fueron, desaparecieron, y ahora se espera que regresen otra vez vivos. Es imposible, definitivamente, desaparecer a 43 personas, de un día a otro, es una cosa verdaderamente inusitada; en México nunca se había dado una situación así”.

Sobre la relación con sus hijas, con quienes hubo un distanciamiento desde junio de 2013, expresó: “Es una situación definitivamente dolorosa para mí, el rompimiento, y no quiero polemizar con mis hijas, eso sería algo verdaderamente terrible. Fui gente de polémica, pero polemizar con mis hijas, de ninguna manera. He sabido que me están atacando, lo mismo que mi hermano Alberto, incluso al revelar la ‘terrible verdad' de que no tengo la edad que yo confieso... ¡No hombre! Son cosas de coquetería que también tuvo Agustín Lara”.

Fue interrogado acerca de si mantiene su posición crítica frente al Muralismo: “Desde luego que ahora no es el tiempo para estar atacando a los muralistas, ahora puedo encontrar méritos en la obra de Diego Rivera, pero no es una corriente que regresará, eso representó una época de México y ya pertenece al pasado. Ya, sin la pasión que puse en ciertos momentos para atacar lo que ellos consideraban una ruta única para el arte”. En cambio, se opone más al arte conceptual, a “lo que están haciendo los jóvenes alejados de la disciplina artística”.

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