En 1993, las exportaciones de productos agropecuarios de México equivalieron a $2,789.7 millones de dólares (mmd) y en 2015 sumaron $12,970.6 millones. Este crecimiento de 365% sin duda tiene una importante base en la entrada en vigor del TLCAN, que permitió el acceso al mercado más grande de consumo en el mundo. Empero en contraparte, nosotros también nos convertimos en mercado para nuestros socios, con la apertura comercial el crecimiento de las importaciones agropecuarias subió 312%, al pasar de $2,726.7 mmd en 1993 a $11,240.9 millones.

Con la apertura, nuestro sector agropecuario pasó a ser deficitario. En 1993 se registró un superávit de $62.9 mmd, para iniciar una vida de déficit comercial (exceptuando los años de 1995 y 1997). No fue sino hasta 2015 en que regresa un superávit (por $1,729.7 mmd).

En el primer semestre de 2016 se registra un saldo a favor por $2,149.1 mmd en nuestra balanza comercial agropecuaria y se espera que supere el dato de 2015.

En los años del TLCAN se observa una transformación de la canasta de exportación. En 1993, los cinco principales (por valor) productos enviados fueron: ganado vacuno (16.1% del total); jitomate (14.2%); otras legumbres y hortalizas frescas (10.5%); camarón congelado (9.6%) y café crudo en grano (9.1%).

Para 2015 los frutos y hortalizas se han colocado como las principales exportaciones: jitomate (13.0%); aguacate (12.6%); otras legumbres y hortalizas frescas (12.0%); pimiento (7.1%) y frutas y frutos comestibles (6.8 %). ; destaca el aguacate cuyo valor pasó de $19.1 mmd en 1993 a $1,632.4 mmd, un exorbitante aumento de 8,430.5 por ciento.

En el campo mexicano se ha desarrollado un sector productivo, capaz de enviar productos de alto valor comercial como lo son las hortalizas. Si agregamos los apoyos a la tecnificación, comercialización, apertura de mercados y logística que se reciben por parte de organismos gubernamentales como la Sagarpa y Proméxico, se puede hablar de un avance importante.

Sin embargo, no podemos soslayar que ante este gran avance de empresas altamente globalizadas y orientadas a la exportación, el campo mexicano está compuesto mayormente por productores que buscan abastecer al mercado nacional pero que no lo logran.

Se pueden destacar dos grupos: Aquellos (la mayoría) que en promedio poseen 2 hectáreas para autoconsumo y sobrevivencia y, aquellos que cuentan con más de 50 hectáreas, están tecnificados y aportan la mayor parte de la producción total del sector.

Esta producción debe incrementar su participación en el PIB, Durante los años 90, la participación dentro del PIB rondaba el 3.5%, en los últimos 5 años ha rondado el 3%.

La política agropecuaria ha estado orientada a incentivar la productividad del campo a través de subsidios directos a campesinos, empero la productividad no se ha incentivado, sobre todo en cultivos básicos que tienen como base el maíz y arroz, que ponen en dificultades el logro de la seguridad alimentaria y nos ha hecho altamente dependientes de las importaciones de estos productos.

Durante 1993 las importaciones agropecuarias fueron: semilla de soya (19.3%); sorgo (13.2%); trigo (8.5%); leche y sus derivados (8.3%) y otros productos agropecuarios con el 8.0% del total importado.

Para 2015, el principal producto importado es maíz, que en 1993 ocupaba el lugar 14 con apenas el 2.6% del total, y actualmente equivalen a $2,458.7 mmd (22.9% del total), lo que implica un incremento del 3,426.2% del valor importado en 1993, le siguen semilla de soya (14.0%); trigo (9.1%); otros productos agropecuarios (7.2%) y leche y sus derivados (7.0%).

De acuerdo con la FAO, existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos.

Las altas importaciones de maíz y trigo deben ser un tema relevante para la política pública, desde el punto de vista de la propia seguridad alimentaria, ya que es poco deseable que el contenido importado del consumo aparente de estos productos básicos en la dieta del mexicano como el maíz y el arroz supere el 80% y del trigo el 50%.

Lo anterior, implica que se destinan grandes recursos a importar productos básicos, capital que podrían aprovecharse en programas para elevar la productividad del campo. Es sumamente importante que se desarrolle una verdadera política agrícola integral, sustentable y de largo plazo. Sin duda, se han dado pasos importantes; ahora es momento de seguir el paso con mayor velocidad y hacia el escenario apuesta con visión de futuro.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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