Las imágenes son elocuentes. La gente enardecida grita insultos contra miembros del gabinete de EPN y contra sus invitados en un recorrido de inspección tras el sismo que golpeó duramente al Istmo de Tehuantepec. La versión oficial es que fueron los maestros de la CNTE. En el ánimo popular, la indignación rebasa con mucho a expresiones de grupos radicales.

La cúpula de la clase política no parece darse cuenta del grado de repulsión que despiertan a lo largo y ancho del país. Este rechazo va más allá de los altos funcionarios del gobierno y alcanza especial intensidad contra los legisladores y los jerarcas partidistas.

¿Hay motivos para la indignación? Sobran. Todos los días desayunamos con un nuevo escándalo. Hace cuatro meses fue #ElCiclo y la manera en que OHL y el gobierno del Estado de México inyectaron dinero a las campañas priístas, con la imposición de Alfredo del Mazo como su capítulo más reciente.

Días después vinieron las revelaciones de espionaje a periodistas y activistas, y más adelante los sobornos pagados por Odebrecht en México al ex titular de Pemex.

Hace dos semanas fue #LaEstafaMaestra, el desvío de más de 7 mil millones de pesos de fondos federales a través de universidades estatales.

Ayer la cabeza de El País de Madrid nos dice que Francisco Arroyo Vieyra, embajador de México en Uruguay, ocultó durante años 1.2 millones de dólares en una cuenta de la banca privada de Andorra.

Y en medio, la hermana huachicolera del secretario Miranda, el cínico, el bufón de la corte, el que nos insulta cotidianamente con su absoluta ignorancia e impreparación para el cargo que ostenta.

La Función Pública y la Procuraduría no investigan, y si lo hacen, es para decirnos que ya se aprobaron las cuentas públicas, que ya revisaron y no encontraron nada, y que si de casualidad hallan algo, fincarán responsabilidades caiga quien caiga.

Y no cae nadie.

La SCT sabía del problema de drenaje en el Paso Exprés en Morelos y decidió no cambiarlo, y Gerardo Ruiz Esparza, protagonista de #ElCiclo y de #LaEstafaMaestra, sigue tan campante.

Vaya, hasta el encarcelado Javier Duarte puede estar tranquilo de que no tendrá que regresar los millones que se llevó.

La normalización de la corrupción sigue en curso y el pacto de impunidad continúa vigente.

Y entonces ésos, los graduados en desaparecer dinero público, los que han saqueado al erario como nunca antes, van y dicen en Oaxaca y en Chiapas a los damnificados del sismo que la ayuda y las despensas sí les llegarán.

La gente ya no aguanta tanto cinismo, tanto descaro, tanta impunidad. Los odia.

Esta camada de altos funcionarios se está cubriendo las espaldas. Disfrazan al PRI de no-PRI para 2018, en la esperanza no de convencer al electorado, sino de dividir a la oposición. No aspiran a ganar, sino a no perder.

Mientras tanto, el Comité Ciudadano del Sistema Nacional Anticorrupción y Animal Político y el Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y el Imco y México Evalúa y #VamosPorMas hacen su chamba, y muy bien.

El Frente Ciudadano por México no está integrado por hermanas de la caridad, y puede tener todas las limitaciones que se quiera, pero su esperanza de credibilidad radica en que contribuya a lograr una #FiscaliaQueSirva.

¿Van a llamar ante la justicia a gobernadores, secretarios, presidente? ¿Aquí van a meter a la cárcel a quien resulte culpable tras ser escuchado en juicio? En Brasil, Perú y Guatemala ya ocurrió. ¿Pueden los políticos panistas y perredistas y de MC apostarle a una fiscalía sin justicia selectiva, sin componendas, sin simulaciones? Suena a un sueño, pero el país ya no aguanta más.

O sea, un gran entendimiento nacional (sin el PRI) en torno al clamor que sube hasta el cielo: castigo a los corruptos.

Profesor asociado en el CIDE.
@Carlos_Tampico

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