La ‘nueva’ clase política del PRI, que según EPN resultaría ejemplar en la renovación de su partido, vio caer a uno más de los suyos.

El 6 de octubre en Ciudad Victoria fue detenido Eugenio Hernández Flores (EHF), quien fuera gobernador de Tamaulipas entre 2005 y 2010.

La Fiscalía Anticorrupción del estado lo acusa de operaciones con recursos de procedencia ilícita y de peculado: a través de prestanombres se hizo de un terreno de mil 600 hectáreas en Altamira, donado por la Federación al estado. La operación fue por 16 millones de pesos o 1 por ciento de su valor real, que ascendía a mil 584 millones de pesos en 2007.

Geño se suma a la generación podrida, a una larga lista de mandatarios estatales detenidos, presos, o sujetos a proceso.

¿Por qué pensó EHF que el manto de la impunidad lo seguiría protegiendo? A partir de que dejó la gubernatura se dejaba ver en sitios lujosos de la capital de la República y de Cancún, e incluso acudió al último informe de Egidio Torre Cantú en septiembre de 2016.

El 12 de octubre el juez segundo penal le dictó auto de formal prisión.

Sin embargo, a diferencia del caso de Humberto Moreira —en el que EPN, beneficiario de los tejemanejes financieros del priísta coahuilense, movió todo tipo de resortes políticos y diplomáticos para que España lo pusiera en libertad— a Geño el PRI lo está dejando solo.

¿Estamos acaso en la antesala de que se haga justicia? Campea el escepticismo entre muchos tamaulipecos, convencidos de que sólo su extradición a Estados Unidos aseguraría que fuese procesado y sancionado.

Eugenio Hernández es buscado en Corpus Christi, Texas, por tomar parte en un esquema de sobornos, recibiendo del crimen organizado dinero que fue posteriormente lavado a través de bancos estadounidenses y de operaciones inmobiliarias en McAllen y en Austin.

Ahora que está localizado y detenido, su propia defensa reconoce que está latente la posibilidad de que sea enviado a Estados Unidos. Ello pone muy nerviosos a sus testaferros, cómplices y encubridores. Si la captura de Tomás Yarrington en Italia fue una bocanada de aire fresco para el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, la detención de Geño lo es aún más, por haberse realizado por su gobierno.

Sus antecesores, los cuatro jinetes del Apocalipsis —Cavazos, Yarrington, Hernández Flores y Torre Cantú— se colocaron al margen de la ley, sin contrapeso alguno durante su mandato.

La gran pregunta es si en Tamaulipas se están sentando las bases para evitar en tiempo real que se repita el esquema de corrupción e impunidad.

Las constructoras de Ciudad Victoria que operaron con EHF y con Egidio Torre Cantú están siendo sustituidas por las constructoras de Reynosa cuyos propietarios son amigos del actual gobernador. ¿Sabremos ahora sí a qué precios y en qué condiciones se contrata la obra pública?

¿Acaso abona a la credibilidad del actual gobierno que Cabeza de Vaca haya designado como presidente del Supremo Tribunal de Justicia (un poder nominalmente autónomo) a alguien cuyo principal mérito es ser incondicional suyo? ¿Le sirve al ejercicio de gobierno que el mandatario estatal dicte instrucciones a los legisladores estatales como si fueran sus subordinados?

No bastan las promesas personales de probidad del actual titular del Ejecutivo en el sentido de conducirse por el camino del bien.

Tamaulipas necesita transitar hacia una institucionalización de la procuración e impartición de justicia, para que nadie esté por encima de la ley.

Posdata: un abrazo solidario a Leonardo Curzio, María Amparo Casar y Ricardo Raphael, por su ejercicio del pensamiento crítico. Y otro a Emilio Álvarez Icaza por su congruencia política. Los necesitamos a los cuatro más que nunca.

Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico

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