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Hace poco más de un mes, el Captur llegó al mercado mexicano con el firme propósito de incrementar las ventas de Renault. Es un objetivo realista, pues el nuevo lenguaje de diseño en verdad le ha dado grandes resultados a la compañía francesa.
Un camino complicado. Este modelo fabricado en Brasil, ha levantado opiniones tanto positivas como negativas. Por ejemplo, no se puede negar que el diseño exterior está muy bien logrado. Tiene un carácter europeo franco y limpio. Su carrocería se planta robusta; conjuga toques elegantes, atléticos y aventureros. Es una mezcla equilibrada de detalles cromados, molduras plásticas, parrilla contundente, faros y protecciones tipo off road, sin olvidar su silueta fluida.
El diseño interior, por su parte, tiene buenos trazos y detalles que aportan modernidad: la moldura con acabados tipo piano y cromo que alberga la pantalla táctil, los controles de aire acondicionado, el panel de instrumentos y los asientos con vestiduras tipo piel. Sin embargo, hay que señalar que los plásticos aquí no tienen la calidad estándar del segmento. El ensamble podría ser mejor. Vamos, es un buen intento pero no termina de convencer.
El espacio para los pasajeros es amplio, sin más. Si juzgamos por su carrocería, el volumen de cajuela es de 437 litros y aunque es bueno, podría ser mayor. Los asientos traseros se reclinan hasta hacer crecer la zona: mil 374 litros.
Experiencia de manejo. Por el lado del desempeño, el motor ofrece un impulso poderoso en conjunto con la caja automática (la versión probada fue la Iconic TA), pero en consumos de combustible, reporta cifras alrededor de 9 km/l en ciudad cuando el promedio del segmento está en los 11 km/l.
La dirección es un punto que debe ser trabajado: es muy rígida y le falta precisión, lo que le impide ser un auto verdaderamente ágil.