Tal parece que el cierre de la década en la industria automotriz llegará con grandes cambios y noticias para los consumidores. Es muy notoria la aceleración de la industria para hacer llegar nuevas opciones de vehículos eléctricos (VE) a los usuarios. En poco tiempo, han aparecido nuevas propuestas que compiten directamente con Tesla, el que, para muchos, se ha convertido es una suerte de icono de la nueva tecnología automotriz en el mundo.

Vehículos como el Audi e-tron, que llegará a nuestro país, o el Jaguar I-Pace, un crossover totalmente eléctrico, son productos que pretenden desbancar la hegemonía del modelo S de Tesla. Por otro lado, los desarrollos mostrados en el último show del CES de Las Vegas nos hablan de cómo los vehículos autónomos se abren paso con más velocidad hacia los consumidores.

Mucho se habla de las grandes innovaciones que la industria automotriz establecida está haciendo llegar o está por traer a los consumidores. Innovaciones que suelen ser usadas como ejemplo de saltos cuánticos o disrupciones en muchas de las discusiones en el mundo empresarial. Por ello, es quizá momento para repensar si realmente estas nuevas tecnologías se tratan o no de una innovación disruptiva como se plantea.

Hace poco más de 20 años, Clayton Christensen, profesor de Harvard Business School, propusó su teoría de la innovación disruptiva, la cual plantea que empresas emergentes con propuestas relativamente de bajo desempeño podían rebasar a las empresas establecidas, mediante mejoras sistemáticas de sus productos que satisfagan las necesidades de los clientes a un menor precio.

A más de una década de la irrupción de Tesla en la industria automotriz, muchos han puesto a esta empresa como un ejemplo más de innovación disruptiva en negocios. Christensen, sin embargo, en un artículo publicado en Harvard Business Review en 2015, señalaba que Tesla no podía ser considerado un arquetipo de innovación disruptiva. De acuerdo con Christensen, una innovación disruptiva lo será cuando se tiene una respuesta afirmativa a las siguientes preguntas: 1) ¿se trata de un producto nuevo que crea un nuevo mercado, dirigido a clientes que no son atendidos o no pueden comprar el producto?; 2) ¿las empresas existentes carecen de motivación para hacer frente al producto emergente?; 3) ¿la empresa emergente puede mejorar el desempeño del producto al tiempo que mantiene una estructura de costo bajo?; 4) ¿el producto crea redes de valor?, y 5) ¿se trata de una oportunidad que ninguna de las empresas existentes podrá explotar?

Al reflexionar sobre estas preguntas, Christensen y su equipo llegaron a la conclusión de que Tesla no podía ser caracterizada como una empresa disruptiva, sino más bien como otro ejemplo de “innovación sostenida”, esto es, una empresa con productos Premium y de alto desempeño, pero que no estaban creando ningún nuevo mercado. De hecho, Christensen pronosticaba que en cuanto el mercado de VE empezara a ser atractivo (o la regulación lo exigiera), surgirían nuevos competidores directos como los mencionados al inicio del artículo.

¿Esto significa entonces que el VE no representa una innovación disruptiva? La respuesta sería positiva, si es que hablamos de coches Tesla o Jaguar; no obstante, la innovación disruptiva en esta tecnología no parece encontrarse en occidente, sino en el otro lado del mundo: China. En el último año, la irrupción de nuevas marcas y modelos de coches eléctricos en China ha sido impresionante. Con ventas de más de un millón de vehículos durante el 2018, es posible adquirir en este país coches eléctricos por menos de 15 mil dólares.

Se trata por supuesto de VE pequeños, de corto alcance (no más de 150 kilómetros), pero que están creando mercados (personas que no tenían coche) y, sobre todo, están siendo mejorados en forma sostenida, acercándose con mayor velocidad a las prestaciones que el coche de combustión interna puede ofrecer. La teoría de la innovación disruptiva muestra que es posible competir sin empezar con productos sofisticados. Será cuestión de tiempo para ver coches eléctricos chinos circulando por todos lados.

*Profesor del IPADE Business School.

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