Pareciera un lugar común, pero no puede ser más cierto: la desigualdad es el gran desafío de nuestro tiempo. En un mundo en donde el 1 por ciento de la población tiene la misma riqueza que el 99 por ciento restante. Un mundo, en el que 62 personas acumulan la misma riqueza que la mitad de la tierra, nadie podría negar que la desigualdad debe estar en el centro de las prioridades de cualquier gobierno.

Lo dije hace casi cinco años en mi toma de protesta, “hoy me comprometo con un estado más justo y próspero”, justicia significó, entonces y ahora, menos desigualdad.

El sexenio que me precede implicó la cúspide del fracaso de un modelo económico y social. Sólo en los últimos dos años del sexenio anterior (2010-2012), 285 mil jaliscienses cayeron en algún grado de pobreza, asimismo, en ese mismo período se generaron apenas 65 mil empleos, una cuarta parte de los que se generaron en el período 2014-2016.

Mi sexenio arrancó con más de tres millones de personas en situación de pobreza en Jalisco. Y lo más grave, la pobreza extrema, la que afecta a aquellos que no tienen ni para sobrevivir alimentariamente todos los días, alcanzó al 5.3%, más de 440 mil jaliscienses.

Nosotros decidimos cambiar la tendencia. Primero, asumimos el reto de retomar el liderazgo económico de Jalisco: potenciar el empleo atrayendo inversión extranjera, ampliando el mercado de exportaciones, fortaleciendo la industria tecnológica, tecnificando el campo, incidiendo en las medidas de sanidad e inocuidad de los productos del agro, al tiempo que orientamos los planes de estudios de los centros tecnológicos estatales al vocacionamiento de cada región.

Segundo, planteamos un entorno social digno. Expandimos los programas sociales de cuatro que heredamos a 40 que hoy funcionan. Hicimos un padrón único de beneficiarios para evitar duplicidades y el manejo clientelar de los apoyos económicos. Más que eso, pasamos de programas enfocados al apoyo al ingreso a una política social dirigida a abatir el rezago. Triplicamos el gasto social y con ello la inversión en programas sociales. Actualizamos los polígonos de pobreza para detectar las zonas de mayor necesidad y así poder focalizar los esfuerzos.

Y, por último, tercero, pasamos de una política asistencialista a una de reconocimiento de derechos. En una frase: le recordamos al jalisciense que menos oportunidades ha tenido, que la política social es un derecho, no una concesión. Los beneficiarios dejaron de serlo y se convirtieron en derechohabientes. Al mismo tiempo, asumimos que el Estado no podría hacerlo solo, creamos un trabajo en red que permitió que cientos de organizaciones sociales participaran en el combate a la pobreza a partir de un proceso transparente, vigilado por comités ciudadanos, para la transferencia de recursos.

Los datos de Coneval me llenan de orgullo y también me plantean nuevos retos. Durante mi gobierno, casi medio millón de jaliscienses ha salido de la pobreza y logramos que la pobreza extrema, la más dolorosa y lacerante, se coloque en 1.8%. Es decir, modificamos la tendencia por completo: encontramos un estado que arrojaba a 400 jaliscienses a la pobreza por día, mientras que hoy y desde hace cuatro años, la generación de empleos y una política social efectiva, nos ha permitido que 360 jaliscienses dejen la pobreza cada 24 horas. Esto no hubiera sido posible, sin el decidido trabajo de los empresarios jaliscienses que nos han permitido que nuestra entidad enfrente la tasa de desempleo más baja de los últimos 25 años. Jalisco va por buen camino y el rumbo lo trazamos atendiendo también a quienes más lo necesitan.

En algunos días, convocaré a organizaciones sociales y a actores políticos de nuestra Entidad a la construcción de un pacto por la igualdad de oportunidades para todas y todos. El objetivo es que en 2040, nadie pase hambre en Jalisco. Que seamos capaces de universalizar la educación y que hagamos todo lo posible por revalorizar los salarios. He hecho del combate a la desigualdad y la búsqueda de una prosperidad compartida, mi principal apuesta de gobierno. Los datos me dicen que estamos en ruta, la meta aún no se cumple. Queda un año para dejar en cero la pobreza extrema. En eso me enfoco.

Gobernador de Jalisco

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