Se dice que en el ámbito laboral las mujeres se enfrentan a un “techo de cristal” que no se ve, pero les impide avanzar y lograr sus metas. Desde mi punto vista, este techo al que nos enfrentamos las mujeres en México es de hierro: mucho más difícil de romper y, además, completamente obvio. Las principales formas de discriminación contra la mujer en el mercado laboral son la desigualdad salarial de género, la dificultad para ocupar puestos directivos o estratégicos y la falsa creencia de que por ser mujeres están obligadas a atender las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y, por lo tanto, no merecen o no son capaces de tener las mismas responsabilidades que los hombres.

Esta situación se ve agravada por la falta de políticas que apoyen a la mujer durante las etapas de su vida, promuevan la equidad de género e impulsen la igualdad de oportunidades en el trabajo. Nos enfrentamos con un mercado laboral que no ha sabido adaptarse a las necesidades de las mujeres; existe una carencia de políticas de conciliación entre trabajo y vida familiar, y la oferta de servicios de cuidado infantil y de prácticas laborales flexibles son insuficientes.

La equidad de género es un factor fundamental para un desarrollo sostenible. Con base en dos poderosos argumentos, uno ético y el otro económico, invertir en las mujeres no sólo es lo justo, definitivamente es un buen negocio. De acuerdo con un estudio del McKinsey Global Institute, si se eliminara por completo la brecha de género en el ámbito laboral se elevaría el PIB mundial hasta 28 billones de dólares para 2025. Las mujeres tienen el potencial de impulsar la economía mexicana y al no promover su desarrollo profesional estamos desperdiciando una fuente de talento.

Actualmente, se está analizando en el Poder Legislativo la propuesta de que el trabajo remoto sea una opción para los mexicanos. Con 115 votos a favor y cero en contra, se aprobó el dictamen que reforma la Ley Federal del Trabajo en materia de teletrabajo. Esto es una oportunidad para equilibrar la vida profesional y personal, fomentando también una repartición más equitativa de las responsabilidades domésticas entre los hombres y las mujeres. Esta reforma tiene un impacto positivo para las mujeres y contribuye en la reducción de la brecha de género en el ámbito laboral.

En todas las empresas que he dirigido he implementado políticas corporativas que fomenten la equidad de género. Pude comprobar que el flextime y el home office incrementaron la productividad de los trabajadores. Definitivamente lo importante son los resultados, no el tiempo que una persona pase calentando una silla. Para desempeñar de manera efectiva algunas actividades profesionales no se requiere la presencia física en una oficina y la tecnología facilita la comunicación entre colegas.

Aún falta que se apruebe en la Cámara de Diputados y se remita al Poder Ejecutivo para efectos constitucionales, pero las reformas para regular y promover el teletrabajo son un avance hacia la equidad de género. Es indispensable que la sociedad en su conjunto y quienes toman decisiones en el ámbito público y privado asuman la importancia de empoderar a la mujer. El trabajo remoto tiene el potencial de mejorar la productividad y la calidad de vida de los trabajadores, al mismo tiempo que fomenta una nueva cultura laboral que impulsa la igualdad entre hombres y mujeres.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer

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