Ganarse un lugar en la lucha libre no es un reto sencillo para la mayoría de los que eligen al pancracio como compañero de vida. ha caminado el ring por casi 30 años, y está a punto de enfrentar la batalla que marcará su destino enmascarado.

Once rivales acecharán su incógnita dentro de una jaula en el evento ‘ Sin Salida ’, con el que el CMLL arrancará actividades el 1 de enero en la Arena México. Cita para la que se prepara física, pero, sobre todo, mentalmente.

“Es hora de demostrar todo el trabajo hecho en años dentro de esta jaula. Es cierto que somos 12 y vamos por lo mismo, pero ayuda ese conocimiento, sobre todo, en una lucha tan variada, con gente de experiencia y muchos jóvenes con hambre de triunfo. Va a ser muy fuerte, pero a eso vamos, agradecidos por la oportunidad”, advierte en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.

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Antes con otro equipo y nombre de batalla, desde el 2009, Bengala encara su vida luchista con la fe intacta en conseguir un lugar en la historia de los costalazos. “Soy de la generación que llegó cuando no se aceptaba a luchadores de menos de 90 kilos, se nos veía mal. Nos llamaban muchachos que volábamos, fue una generación tan grande de la cual sigo vigente, es un orgullo seguir completo y adelante”.

El recorrido ha sido turbulento, lleno de obstáculos, algunos muy rudos, pero ninguno tan fuerte para rendirlo para siempre. “Me tocó enfrentar gente a la que tenías que lucharle a ras de lona, no te dejaban hacer otra cosa, y eso me enseñó mucho. Ahora las nuevas generaciones son de estilo aéreo, pero no se puede perder lo clásico. Existe aún público que aplaude que tus bases sean a ras de lona”.

Infinidad de crueles rivales se le vienen a la mente cuando hace un balance de su pasado. Sufrió, por ejemplo, las ‘caricias’ de Mogur, “un luchador que te pegaba en el pecho y te dolía la espalda. Con ellos si no entrabas a defenderte, te retirabas. También estaba Damián , un luchador que cuando lo querías agarrar ya tenía varias salidas, les aprendí mucho y poco a poco fui haciendo mi estilo, para hacerme de un lugar”.

Recuerdo que robustecen su presente ante su máximo duelo profesional. “Sé que después del 1 de enero todo puede cambiar, esperamos que sea para bien, así que hay que llegar bien preparado”.

Lo que está en juego no es poca cosa, se trata de su más grande tesoro. “Mi máscara lo es todo, es parte de mí, después de tantos años de tenerla, quitártela es como estar desnudo, eso es lo que vas a defender, una historia, no es solo un trapo. Es un personaje al que le das vida, lo más importante para el luchador. Como persona es mi carrera, decidí ser luchador y hay que defenderla a capa y espada”.

Un triunfo en la primera velada del año coliseíno representaría el salto que ha esperado. “No solo es salvar la máscara, sino el lugar en la que la voy a defender. Son muchos años en la empresa, y estos eventos te marcan para siempre, ganar una máscara sería algo indescriptible”.

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