El mar es de Ulises, no hay ni una duda. El mar está picado, pero se mantiene estoico. Aun cuando en esta odisea no hay sueños sobre Ítaca ni se escuchan cantos de sirena. Estamos —vaya que lejos del Mediterráneo— sobre las aguas del Caribe, y durante el trayecto entre la marina del hotel Renaissance y la playa de Isla Mujeres, amenaza una lluvia que no se atreve suceder.

El Diver Chronograph Hammerhead Shark de Ulysse Nardin está en su elemento. Es un reloj cómodo y estiloso que fácilmente puede llevarse en la ciudad, pero cuyo diseño adquiere contundencia en cuanto entra en contacto con el mundo náutico. Los detalles en azul y rojo de la edición limitada del modelo, refuerzan el imaginario. Somos navegantes disfrutando la salinidad del viento que hace notar los 35 nudos de velocidad que alcanzamos a bordo del Pardo 43.

El marinero que quería un Ulysse Nardin
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Divertimento para hedonistas

“Compartimos con la relojería el hecho de que hacemos juguetes de lujo”, comenta Fabio Planamante, CEO de la compañía italiana Pardo Yatchs, que acaba de llegar a México vía Yatch Direct, una empresa comercializadora de yates de capital 100% mexicano. “Eso son los yates, ¿cierto? Y también lo son los relojes. Son los juguetes de las personas que disfrutan la vida”.

El marinero que quería un Ulysse Nardin
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Para Planamante la idea de ese buen vivir se relaciona con su trabajo. “Lo que yo hago es más bien un placer. Viajo mucho porque asistimos a diversos shows de yates alrededor del mundo, y también están los días en los que probamos los nuevos modelos… son momentos excepcionales llenos emoción”. El rostro se le ilumina y comienza a hablar de uno de sus procesos favoritos en la creación de un yate: el de la personalización para el cliente.

El marinero que quería un Ulysse Nardin
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Los yates de Pardo, una división de la empresa Cantiere del Pardo —fundada en 1973 e iniciada en los yates en 2017— son fabricados en su totalidad en Forlì, una pequeña ciudad cercana a Boloña. Aunque todos mantienen su sello Made in Italy y, por supuesto, el estilo sobrio y minimal de su marca, pueden adaptarse a requerimientos especiales que pueden ser tan sencillos como un cambio de color en el casco o la elección de roble o teca para la cubierta. Pero hay, algunas veces, pedidos más específicos o excéntricos. “Tenemos un cliente que colecciona autos y uno de sus favoritos es un Bentley bellísimo color naranja. Él nos pidió un yate que compartiera, en esencia, los colores y terminados de su auto. Algunos coleccionistas de Porsche vintage suelen pedirnos lo mismo. Y no dudo que harán lo propio con los relojes. Les gusta que sus juguetes combinen”.

El marinero que quería un Ulysse Nardin
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El rey de los mares

Fabio, como los yates de Pardo, muestra un gusto clásico y relajado. Le gustan los Rolex, “un eterno símbolo de estatus en el mundo náutico”. Rok Babarović, director de desarrollo de negocios de la marca, no puede evitar unirse a la conversación. “También me gusta mucho Rolex, por supuesto es un ícono, aunque siento que no todos los modelos me sientan bien. Mi favorito es el Sea-Dweller”. Después de confesarse un apasionado de los relojes, Rok habla de los yates, de la forma en la que todo está cambiando porque la gente ahora no busca posesiones sino experiencias, embarcaciones más abiertas que permitan más contacto con la naturaleza, que puedan manejarse con un joystick —que es la innovadora manera en la que se controlan sus motores Volvo— para no tener una gran tripulación y poder ganar con eso un momento más íntimo… Pero el tema de la innovación lo lleva de nuevo a los guardatiempos. “Me encantan los nuevos modelos de Breitling, que muestran colores más atrevidos y modernos. Me gusta el mío con carátula amarilla y hasta procuro combinarlo con zapatos con detalles a tono. Me gustan Panerai y Chopard y creo firmemente que los relojes son un manifiesto de la personalidad, lo veo en mí y lo veo en nuestros clientes. He visto tu muñeca todo este tiempo y debo decirlo: me encantaría tener un Ulysse Nardin”.

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