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¿Qué tienen en común aplicaciones como Spotify, Netflix o Uber? No se trata sólo de su naturaleza tecnológica, sino que las tres se dedican a lo mismo: la resolución de problemas específicos a través de métodos digitales, útiles y cómodos para el usuario. Estas aplicaciones se encuentran al alcance de todos y también el método para desarrollarlas que puede ser mucho más rápido de lo esperado gracias a Design Sprint, proceso de creatividad y diseño para el desarrollo de soluciones.

El método consiste en llevar a cabo un análisis profundo, pero veloz, de los problemas que estamos dispuestos a resolver de una manera innovadora y útil. La primera etapa del proceso es la de reconocimiento del problema. Aquí una lluvia de ideas permite identificar una problemática para después delimitarla a una situación bastante puntual, como en el caso de Uber Eats, aplicación que no se ocupa de ofrecer un servicio de comida, sino sólo del transporte de ésta.

“El punto es restringir la creatividad, pero no la libertad. Se puede hacer lo que sea, el tema es delimitar el espacio de trabajo para que uno pueda ser creativo y preciso a la vez. Generar contextos en los que se produzcan ideas, y que la gente se retroalimente entre sí”, comentó Juan Pedro Jáuregui, Chief Executive Officer de Krieger, empresa consultora y creadora de productos digitales que enseña este proceso a grandes y pequeños negocios.

En el método Design Sprint, el siguiente
paso es darle una posición a las soluciones
tomando en cuenta un tabulador que mide el impacto sobre el esfuerzo y costo que puede tener el desarrollar una aplicación o cualquier tipo de solución. Las opciones con mayor impacto y menor esfuerzo son las que deben priorizarse, mientras que las menos impactantes tendrán que convertirse en tareas que necesitan atenderse de manera interna.

La próxima fase consiste en crear un diseño previo de cómo funcionará y se verá la solución elegida para trabajar en el modo en que esta debe ser aplicada, siempre pensando en los usuarios, para así diseñar un prototipo que permita encontrar las áreas de oportunidad. “Si no logramos sacar algo que sea útil para la gente, ni logramos resolver un problema que no ha sido resuelto, difícilmente el producto prosperará”, agregó Jáuregui.

Por último, la primera versión debe ser
presentada a los usuarios y, a través de su retroalimentación, es que se deberán realizar constantes actualizaciones, una de las grandes ventajas con las que cuentan los desarrollos digitales para mantenerse en el gusto de sus consumidores.

Este proceso puede llevarse a cabo a lo largo de tres o cuatro semanas, tiempo en que se puede tener un desarrollo funcional.

Aunque el método está pensado para el desarrollo de soluciones digitales, Krieger señala que también puede ser aplicable a la resolución de cualquier tipo de problema, siempre y cuando se vea desde la perspectiva del usuario. “Se comete el error de lanzar un producto suponiendo que el público lo necesita, pero sin preguntarle. Hay que considerar que quienes validan un producto y saben qué necesitan, son los usuarios”, concluyó Jáuregui.

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