Difícil decir quién voló más bajo. Si AMLO con su “Riqui Riquín Canallín”, Meade con su forzada molestia por haber sido colocado junto a Anaya, o Anaya citando los libros de AMLO para demostrar quién sabe qué. Pero la peor parte del debate fue descubrir que estos candidatos tienen, todos, un pésimo sentido del humor.