Javier García-Galiano

Daniel Goldin ha advertido que, entre otras cosas, Juan García Ponce buscaba y propiciaba la complicidad: intentaba ser cómplice de los escritores que leía con fascinación, de los pintores que admiraba...

No sin admiración se decía que se trataba de un lector asombroso, que cultivaba una prosa rigurosa a la que calificaban de “fina y cuidada”

En el origen de Guillermo Santos puede sospecharse la lectura, que lo ha inducido, entre otras cosas, a ser bibliotecario y elector de libros en el IAGO

En las clases que Salvador Elizondo sostenía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en sus entrevistas, en su escritura, la invocación de James Joyce parecía natural

En los “fragmentos de una carta”, González Luna confiesa por principio: “Me dio una sensación de asco”, pero reconoce que “la naturalidad lograda por Joyce es extraordinaria...”

Era riguroso y disciplinado sin renunciar a la generosidad, a la amistad, al sentido del humor, a la cantina, al juego y a los derroteros cotidianos

La Virgen de Guadalupe debió ocultarse, como la de Zapopan y como la de los Remedios, entre otras, en los años 20 de persecución a la Iglesia católica en México

Ser lector de Dostoievski resulta una superstición común, que también persiste entre quienes se consideran “críticos”