Me vino a ver un paciente, es un señor de poco más de 50 años que no tiene la salud que le gustaría tener. Claro, por lo que me cuenta, tampoco ha hecho nada para tenerla. A veces uno cree que por desear algo mucho mucho, se va a hacer realidad (debe ser consecuencia de ver tantos cuentos de hadas cuando somos chiquitos) y no siempre es así.

La cosa es que ya le dijeron que llegó ese momento donde si no se cuida y baja de peso, puede ser que el daño sea irreversible. Es donde entra la disyuntiva. Obvio, lo primer que hizo fue ver a un médico que le aconsejó someterse a una cirugía bariátrica con la (súper atractiva) oferta de que va a perder mucho peso en poco tiempo y eso hará que mejoren sus niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos, ácido úrico y presión arterial. Por suerte, a esta vita fue con un amigo que (siendo honestos) tiene un mejor estilo de vida, cuida su alimentación y hace ejercicio y como consecuencia, tiene mejor salud. Este amigo es el que le recomendó que antes de tomar la decisión de operarse, viniera a platicar conmigo. Así lo hizo.

Después de contarme toda su historia nos dimos cuenta de que compartimos la misma conclusión: su estilo de vida no es nada saludable porque bebe mucho, no hace ejercicio, es exfumador, está sometido a mucho estrés y come bastante mal.

Mi segundo paso fue investigar un poco qué se imaginaba que iba a suceder con la cirugía. Me pintó una historia maravillosa donde el se opera, se va a su casa en 3 días y todo es dicha y felicidad. Ahí es donde me enojé. Nadie le contó que operado o no va a tener que dejar de beber, va a tener que hacer ejercicio y lo mejor (o peor) de todo es que no le explicaron que operado (o no) va a tener que ponerse a dieta.

Cuando se lo dije abrió los ojitos con cara de sorpresa. Nunca pensó en eso porque no le dijeron la verdad. El estaba seguro de que después de la cirugía todo se arreglaría por arte de magia. Y no, no es así. La magia no existe.

Por eso me tomé el tiempo para escribir sobre el tema. Porque no es la primera persona que es tratada mal, abusada y a la que no se le dice la verdad. Este médico que lo vio nunca le propuso cambiar su alimentación, hacer ejercicio y/o tomar medicamentos para ver qué tanto podía mejorar antes de someterse a un proceso invasivo. Jamás. El se fue directo al “camino fácil” sin importarle la salud, el dinero o las emociones de su paciente.

Cualquiera que es tratado de esa manera se asusta, a cualquiera de nosotros si nos dicen que la única opción que tenemos es quirúrgica nos ponemos mal. Al parecer este médico no tuvo la sensibilidad de escucharlo, de darle opciones o de ser empático.

Finalmente, ahí el que sale ganando es el doctor porque el operado de todas maneras va a tener que hacer lo que no cree que puede, que es cambiar su estilo de vida. El paciente no se siente con la capacidad de hacer las cosas mejor, pero el cirujano le confirma de una o de otra manera que ciertamente no va a poder, que mejor deje todo en sus manos y el “lo resuelve”. Y no.

No hay manera de estar bien haciendo las cosas mal, no hay procedimiento quirúrgico que repare 50 años de malos hábitos. No hay manera de tener masa muscular, corazón fuerte o sistema respiratorio sano sin hacer ejercicio.

Por favor, no se dejen engañar. Si quieren mejorar su salud tendrán que comer mejor, moverse, dejar de beber, no fumar y dormir 6-8 hrs en las noches, no hay más. No importa lo qué les diga el doctor. Primero prueben hacer lo que nunca pensaron que podrían hacer, van a ver que a veces somos más fuertes de lo que pensamos.

¿Me opero para perder peso?
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