“No hay justificación que valga, ni excusa posible para la pedofilia. Estamos hablando de un trastorno sexual grave y su práctica es absolutamente inaceptable ya sea en lo moral, en lo social o en lo legal.” Dra Diana Cover Van Putten

Quisiera comenzar estas líneas con una palabra si es que existiera, pero no hay alguna que realmente represente el infinito agradecimiento a todas las personas que se han sumado, apoyado, creído, compartido y dado aliento en esta batalla. Esta lucha no es propia, sino que es la de miles de niños y niñas que diariamente son víctimas de abuso sexual infantil en México. De parte mía y de mi mamá, Mercedes González Riva Palacio, que ha sido mi roca y sostén en todo esto, nuestro perenne agradecimiento.

México ocupa un muy lamentable primer lugar en violencia sexual infantil a nivel mundial. El 80% de los casos de abuso sucede a manos de alguien de nuestro primer círculo familiar o cercano como es mi historia, donde mi agresor “Felipe N” es un primo hermano de mi mamá. Seis de cada diez casos ocurren en un espacio intrafamiliar, como también fue mi historia en casa de mi bisabuela “Mamá Nina”, en el rancho familiar “La Granja”, la propia casa de mí agresor o la mía; lugares que en cualquier otro escenario hubiesen parecido espacios seguros.

Existen 4.5 millones de niños y niñas víctimas de abuso sexual infantil en este país al año,  ¿De qué sirven estas escalofriantes cifras si vivimos en un país que prefiere cerrar los ojos y con ello pretender que no pasa nada? ¿Por qué no hay cambios y por qué no está sucediendo un cisma si esto es algo que está acabando con las infancias de millones niños y sus familias en nuestro país? La razón es el cáncer más grande que corroe nuestro país: la corrupción; la herramienta que utilizó la familia de mi abusador para que hoy esté libre gracias a un sistema judicial que requiere reformas de manera inmediata si es que pretendemos mantener este país de pie.

Como sobreviviente de violencia sexual infantil, y especialmente siendo hombre, puedo asegurar que el camino es duro, muy complicado, obscuro, hay noches de llanto, días de incomprensión, hay traiciones de quienes creíste incondicionales… pero, hay más muestras de cariño, de solidaridad, señales de empatía, mensajes de “yo sí te creo”, agradecimiento por haber alzado la voz por aquellos que nunca han podido hacerlo y sobre todo nace una luz y un camino de esperanza cuando menos en mi caso; en que las cosas pueden cambiar para bien y México puede y va a cambiar para poder reformar la ley actual donde se reconozca que es el propio Estado el que le falla a las víctimas. ¿Dónde está hoy en día el beneficio de aquellos que fuimos afectados cuando se apela a la prescripción? ¿Por qué hoy tienen más derechos los imputados que las víctimas? ¿Qué acaso esto no choca con el nuevo sistema penal acusatorio?

Hice énfasis en lo complicado que es denunciar y pasar este proceso como hombre por la propia sociedad en la que vivimos. Hoy en pleno 2024 México sigue siendo un país de machos. Donde se educa a los niños de cierta forma que cada vez es mucho más evidente que los resultados son equívocos. “A los niños les tiene que gustar el azul, el fútbol, correr, los coches, cuando te caes no te debe doler y a los niños no los tocan” Todas falacias ad hominem. En especial la última. A los niños si nos violan, y mucho más de lo que cualquiera que lea este artículo quisiera imaginar. Lo que debemos hacer es comenzar a hablar de este tema, dejar de esconder este tema como un tabú y abrir espacios de diálogo para normalizar, y con ello brindar confianza para que se pueda denunciar cada vez más.

Han pasado ocho años desde que fui consciente de mi historia y haber ido a terapia específicamente para ello. Nueve meses de una aventura legal, dos meses y medio desde aquel 29 de febrero donde finalmente pude denunciar a mi agresor, y tres semanas desde que giraron una orden de aprehensión por seis delitos de violación contra Felipe “N”. El Estado y la justicia me fallaron no sólo a mí días después en la audiencia de vinculación, sino que le fallaron a miles de niños, adolescentes, y adultos que están en un proceso donde están tomando una decisión para denunciar al no vincularlo y apelar a la prescripción, no a la inocencia. Prescripción no es lo mismo que inocencia. Es una manera del Estado de decirte “si te pasó, pero te tardaste mucho en denunciar”. ¿Para qué denunciar en un país donde de cada 1000 casos, se denuncian 100, sólo 10 llegan a un juez y únicamente uno logra obtener una sentencia? Hoy ese pederasta está libre; libre es un concepto interesante, porque el peso de la consciencia es algo que supongo no le permite moverse con tanta “libertad”.

Mi proceso personal de sanación concluyó cuando lo pude ver esposado y el juez me dio el uso de la voz y le pude decir que era consciente de todo lo que me hizo; el monstruo cobarde sociópata que siempre ha sido no me pudo voltear a ver, como siempre, se mantuvo con su mirada viendo al suelo. Yo tengo en mi corazón el saber que lo pude enfrentar y que puedo salir a la calle con la cara en alto, de frente, sabiendo que he cerrado ese proceso. En lo que atañe a la parte legal agotaré todas las instancias a mi alcance para la búsqueda de la justicia, esa que parece siempre tan inalcanzable en México.

Consejo para padres y familias: créanle SIEMPRE a los niños y niñas, así como yo le creí a Victoria cuando me pidió ayuda para sus hijos. Yo tuve la bendición de tener una madre que desde que se lo conté en agosto de 2016 me creyó, y eso para mí fue todo el soporte para atravesar este camino, cuando lo compartí con mi hermana y mi tío en 2019 recibí de ellos cariño, empatía y apoyo. Créanle siempre a sus hijos, protéjanlos de seres como Felipe “N”, a quien no puedo considerar sino el ser más despreciable y deleznable del mundo. No hay nadie que pueda producir más asco, que alguien que se mete con la inocencia de un niño.

PD: Un abrazo con mucha caridad para FRPG, debe de ser terrible bajo tu “incorruptible” código “ético”, hoy saberte el padre de quién eres y haber hecho todo lo que tu y ahora todo mundo sabemos, has hecho. Que el Dios en el que yo creo te cuide y te perdone, porque en esta tierra dudo que haya quien lo haga. Un abrazo… a la antigua, brujo mayor.

@scachog

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