Imaginemos tres mil pequeños féretros blancos colmando el Zócalo. Si a algunos les parece desproporcionada esta suposición, imaginemos también el dolor inmenso y profundo de los padres de estos niños muertos por cáncer, debido a la falta de sus medicamentos oncológicos. Un hecho múltiple e imperdonable de un gobierno negligente y criminal.

Lo insólito es que, como sociedad, hayamos soportado una brutal cadena de agresiones a nuestra infancia: primero fue el cierre de nueve mil estancias infantiles con el daño terrible a los menores y a sus madres que ya no tuvieron dónde dejarlos para trabajar y ganarse la vida; más recientemente, el cambio del programa de las Escuelas de Tiempo Completo que no solo impidió la recuperación de horas de clase por la pandemia, sino quitó el alimento básico para un millón y medio de pequeños; y ahora una creciente amenaza de una catástrofe humanitaria en la salud de millones de menores por la escasez de vacunas, no solo para enfrentar el Covid-19 sino enfermedades que se creían ya superadas y erradicadas como sarampión, rubeola, paperas, la tan temida poliomielitis y otras más.

Hoy ya no hay duda alguna de que el manejo de la salud ha sido desastroso en el actual gobierno. Sus pecados sociales son ya muchos y mortales: desapareció el Seguro Popular, dejando en la indefensión a millones de familias; creó el Insabi, al frente del cual puso al guía del presidente en Palenque y fue un fracaso más grande que las pirámides; tuvo una gestión escandalosa de la pandemia con aquella prohibición de que los laboratorios particulares realizaran pruebas de detección oportuna de Covid-19 y luego su insistencia estúpida en el no uso del cubrebocas.

En paralelo, el gobierno de la 4T desmanteló el sistema privado de distribución de medicamentos y vacunas y le encargó esta complejísima labor a un nuevo mamotreto burocrático llamado Birmex, que en su más reciente informe reconoce que no ha podido cumplir sus objetivos de compras y distribución de medicinas precisamente por las dificultades que implica y… ¡la falta de recursos! Cuando un día sí y otro también nos enteramos de aumentos de miles de millones de dólares en los costos de sus obras elefantiásicas como el Tren Maya, Dos Bocas o el AIFA. Para colmo, el gobierno también fracasó en la absurda idea de comprar los medicamentos a través de Naciones Unidas; el resultado es que ha tenido que pagar un 20 por ciento más comprándolas donde se pueda porque solo le podían surtir 60 por ciento de los 900 millones de medicamentos y materiales de curación que se requieren cada año en el país.

Pero sin duda, el caso más dramático y sensible es el de la falta de oncológicos para niños con cáncer. Es inadmisible que en toda esta gestión no se haya podido lograr la compra al precio que fuere. Y todavía más allá de esa negligencia criminal, está la actitud ofensiva y el menosprecio de las autoridades de salud y del propio presidente López Obrador, quien jamás ha tenido ni una sola frase de conmiseración o solidaridad ante tanto sufrimiento. Por el contrario, insultó a los padres llamándoles títeres de los conservadores y neoliberales que quieren desestabilizar su gobierno.

Por ello la emotiva convocatoria para una gran Caravana por la Salud, este sábado a las 11, que partirá del Auditorio rumbo a Palacio Nacional. A ver si ahora siquiera se asoma al balcón.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com