El excursionismo nacional del siglo XX solía vestirse de gala para recibir a sus monarcas, mujeres que no sólo deslumbraron con su belleza, sino que asombraron con su habilidad y amor por la alta montaña, gracias al certamen Reina del Montañismo Mexicano.
Jóvenes señoritas, “símbolos femeninos de entereza, voluntad y fortaleza”, se unían bajo nobles objetivos: recaudar dinero para su brigada de rescate, hermanar a los grupos montañistas y demostrar que la mujer merecía un espacio en la cima.
En 1949, el entonces presidente de la Federación Mexicana de Excursionismo, Luis Toledo Villareal, definió a la mujer excursionista como “aquella que viste traje montañista y recorre las viejas y trilladas veredas de nuestro montañoso y rico país. La que a nuestro lado pone en el ambiente una nota alegre y risueña, a la que le extendemos la mano en el paso difícil y al hacerlo nos creemos y somos más fuertes”.
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A pesar de tener metas desinteresadas, este certamen no estuvo exento de inconformidades y fallos, desapareciendo con más problemas que como inició.

De marimachas a homenaje a las excursionistas
La Ciudad de México llegó a tener 400 clubes de montaña el siglo pasado, algunos unidos bajo la Federación Mexicana de Excursionismo (FME) y otros sin afiliación. Con la popularización del montañismo también aumentaron los accidentes y fue necesaria la creación del Socorro Alpino de México (SAM) en 1946, organización manejada con fondos y voluntariado de los mismos excursionistas para rescatar a sus compañeros.
De acuerdo con Enrique Chávez Poupard, rescatista con 51 años de experiencia, dos veces presidente del Socorro Alpino e investigador del montañismo nacional, la mujer mexicana se involucró en el ascenso de alta montaña a partir de los años 20 “y eran muy mal vistas”. Según comentó en entrevista con Mochilazo en el Tiempo, “las catalogaron de marimachas porque se ponían botas y pantalón; hubo clubes [excursionistas] que no las aceptaban”.
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Ese es el contexto que nos lleva al certamen Reina del Montañismo Mexicano a favor del Socorro Alpino: la paulatina aceptación de la mujer dentro del excursionismo y la necesidad de recaudar una buena cantidad de fondos para la brigada de rescate.

Este concurso se creó a finales de los 40 y consistió en la coronación de bellas jóvenes montañistas, pertenecientes o respaldadas por algún grupo adscrito a la FME. La victoria no dependía de su belleza, sino de su interacción con los clubes para la venta de votos: lo recaudado iba al Socorro Alpino y quien juntaba más era la ganadora.
Chávez Poupard afirmó que este certamen buscó “involucrar a todas las asociaciones de la República, como un evento de unificación”, mientras los organizadores también lo veían como “homenaje a la mujer montañista […], para convivir y fraternizar, cambiar impresiones y compartir alegremente buenos ratos”, según afirmó la revista Alpinismo.
El 22 de abril de 1948, EL UNIVERSAL informó de la primera convocatoria para Reina del Montañismo Mexicano. Sólo había dos requisitos para quien buscara ocupar el trono: ser montañista activa en los últimos dos años y pertenecer a un club.
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Para inscribir a sus candidatas, cada agrupación debía comprar 2 mil votos iniciales con el costo de 5 centavos cada uno y enviar un retrato tamaño postal de la jovencita.

“No siempre había muchas candidatas, tres a lo mucho”, sostuvo Enrique Chávez. Según comentó, cualquier persona podía votar por su montañista favorita, desde miembros de los clubes hasta familiares y amigos.
EL UNIVERSAL informó que las nominadas a reina debían visitar los diversos clubes para ganarse su preferencia, sin importar si eran candidatas capitalinas o de provincia. Tras el conteo de votos, la FME anunciaba a la ganadora, junto con el segundo y tercer lugar que se convertirían en sus princesas.
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La coronación de la corte real se realizaba con un elegante baile, cuya entrada también tenía un costo y servía como otra forma de inyectar fondos al SAM. Las reinas participaron en ascensos y convivencias alpinas, fomentaron la construcción de albergues o encabezaron bailes, asambleas y aniversarios de clubes de montaña; era una labor tanto a nivel ciudad como en los altos picos.

La FME tuvo 11 reinas montañistas
De acuerdo con nuestros datos, el excursionismo mexicano tuvo 11 reinas federadas entre 1948 a 1964, aunque la falta de información podría ocultar algún otro nombre.
Según informó EL UNIVERSAL el 14 de agosto 1948, la primera Reina del Montañismo Mexicano fue María Elena López, excursionista que rebasó los 50 mil votos y recaudó más de 2 mil 500 pesos. La segunda reina fue Melania Ruíz, coronada en julio de 1949.
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Alma Tamés fue la tercera reina nacional, elegida en 1950; el certamen de ese año alcanzó los 6 mil 110 pesos. Además de tener su coronación en el Salón de las Maravillas, Alma y sus princesas tuvieron otra investidura cerca de la Marquesa; estas dos formas de celebrar a las monarcas del montañismo nacional eran habituales, recibiendo su título entre vestidos de gala y también con botas de excursión.

La cuarta reina fue María Trinidad Montaño, ganadora en julio de 1951 con 121 mil 820 votos, convertidos en 6 mil 903 pesos para el SAM. El quinto trono fue para Lucía Ocaranza, coronada en agosto de 1952; lamentablemente falleció en 1954 durante un ascenso en las Montañas Rocallosas y Alma Tamés quedó como monarca temporal.
Para enero de 1955, los votantes eligieron a María del Refugio Ponce. Para septiembre de 1956, el certamen de Reina del Montañismo Mexicano recaudó 23 mil 719 pesos para financiamiento rescatista, con la victoria de Inés Bernal.
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A pesar de la creciente respuesta monetaria en este concurso, para 1957, EL UNIVERSAL denunció la apatía por parte de clubes que no inscribían candidatas, provocando que la FME retrasara la elección de reina hasta 1958. Para entonces se nombró a Sara Martínez como ganadora.

Fue hasta agosto de 1960 cuando se anunció a Ana Cecilia Garza como la novena reina, aunque su coronación ocurrió hasta abril de 1961. Su sucesora para 1962 fue Ethel Kovalsky, aunque existe la posibilidad de que sólo fuera monarca interna del Socorro Alpino y no de la Federación Mexicana de Excursionismo.
Para junio de 1963 otra vez dominó el desinterés de los clubes y el certamen se retrasó otra vez. EL UNIVERSAL lamentó que “nuestras principales instituciones montañeras no hayan respondido, síntoma de que o no están trabajando de acuerdo o de que hay cuarteaduras en sus estructuras”.
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La onceava Reina del Montañismo Mexicano se anunció hasta noviembre de 1963 con la victoria de Lupita Nieto, quien esperó hasta abril de 1964 para recibir su corona. Ella es la última monarca que nuestra investigación logró identificar, pues tras su reinado hubo reporte de desacuerdos entre la FME y grupos excursionistas, lo que pareció agotar el certamen de una vez por todas.


El reinado apócrifo de Fresia I
Aunque siempre hubo inconformidades en la búsqueda de reina del montañismo, el conflicto que más afectó a este certamen fue la coronación no oficial de Fresia García como “Reina de la República de todos los Turistas y Excursionistas” de 1948 a 1950.
La joven montañista era miembro del Club Everest, uno de los más importantes de su época y donde su padre, el general Rubén García, era presidente.
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A inicios de 1948, esa agrupación se alió con el Club de Exploraciones de México y la Liga Interzonas de Excursionismo para elegir a una señorita de entre sus miembros y hacerla pasar como reina nacional, siendo Fresia García la seleccionada. Su coronación se celebró en mayo, con un representante de la SEP para validarla.

Fue el 14 de agosto de 1948 que la Federación Mexicana de Excursionismo anunció a la que sería su primera reina de la historia, María Elena López. Esta noticia no agradó al general García, quien usó un espacio de este diario para arremeter contra la FME.
“El excursionismo mexicano tuvo reina desde que se eligió a Fresia I. La unión entre el Club Everest, la LIZE y Club de Exploraciones de México asustó a la poco conocida Federación de Excursionistas, que sólo busca dinero para el Socorro Alpino, socorro que jamás otorga”, escribió el 18 de agosto de 1948 para EL UNIVERSAL.
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Para el 5 de septiembre de ese año, el general volvió a atacar y aseguró que el reinado de Fresia I se organizó “por instituciones y clubes libres e independientes, amantes del deporte, de la democracia y libertad, [que] no aceptan imposiciones de círculos, federaciones o uniones excursionistas estrujadoras de la dignidad”.
La “Reina de la República de todos los Turistas y Excursionistas” continúo en 1949 y 1950, encimándose con los reinados de María Elena López, Melania Ruíz y Alma Tamés.
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Incluso tuvo más fama que las dos primeras, pues realizó varias actividades montañistas y hasta quiso unificar a clubes libres y federados, pero nunca contó con apoyo de la FME o del Socorro Alpino. Para finales de 1950, la excursionista del Club Everest dimitió y sólo las elegidas bajo votación nacional se quedaron con el título.

“El alpinismo te forja carácter, eres resiliente y persistente”
En el acervo sobre montañismo nacional de Enrique Chávez Poupard se encuentra el acta que la FME emitió en 1950 para anunciar a Alma Tamés como Reina del Excursionismo. La candidata del Cuerpo Alpinista de México y Club Peteretes obtuvo 69 mil 100 votos o 3 mil 455 pesos de apoyo para el Socorro Alpino de México.
Semanas antes de su victoria, la revista Alpinismo describió a la entonces joven montañista de 17 años como “esbelta, con una facilidad y gracia fantástica para sonreír, va salpicando su conversación con pequeñas anécdotas y una feminidad que desgraciadamente escasea cada vez más”.
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Según se leyó en esa edición, el principal objetivo de Alma Tamés –si alcanzaba el trono excursionista– era ayudar al SAM, “tratar de acabar con los accidentes, instalar una escuela [para aprender montañismo] y trabajar en pro de los albergues”.

Con 93 años de edad y a 75 de su reinado, Alma Tamés platicó con EL UNIVERSAL. La ex monarca excursionista recordó que su candidatura fue por casualidad. “Estábamos en Tlamacas, en el Popocatépetl. Un tío mío era un fotógrafo reconocido […], y había un tronco y me dijo ‘párate ahí, te voy a tomar una foto’. En aquel entonces era tomar medida de metros, exposímetro, luz y se tardó muchísimo”.
“En ese rato bajó del volcán Luis Toledo Villareal, que era presidente de la FME; me saludó y fue directo con mis papás para preguntarles si querían que yo fuera reina del excursionismo. Así me escogió, por estar tomándome una foto”, comentó.
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Su candidatura la respaldó el Cuerpo Alpinista de México, donde su papá era miembro, pero “era un club de puros hombres, no tenían mujeres. En realidad, el club que me apoyó y al que pertenecí desde ese momento fue el Club Explorador Peteretes”.


“Por la época; la mujer tenía que luchar mucho para que se nos tomara en cuenta. Gracias a Dios, el alpinismo te forja el carácter, eres resiliente y persistente”, sostuvo.
Tras ganar el certamen con gran ventaja, Alma encabezó un reinado con “mucha actividad montañista y social. Tenía que aparecer en eventos, reuniones de clubes o en algún campeonato de tenis de mesa, donde hacía de jurado y florero”.
“Cuando había alguna expedición mexicana que iba a salir al extranjero, yo asistía al abanderamiento, como la expedición al Chimborazo [con seis montañistas nacionales que ascendieron al pico ecuatoriano en julio de 1950]. También participé en la entrevista radiofónica que le hicieron a esa misma expedición con la XEW”, recordó.
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De acuerdo con Alma Tamés, su tiempo como Reina del Montañismo Mexicano fue pesado, pues justo por esos años cursaba la licenciatura en Química Farmacéutico-Biológica y “no podía dejar de estudiar o presentar trabajos. Entonces, me llevaba a las excursiones mi trabajo o libros y mientras otros estaban platicando, yo me sentaba en una piedrita o arbolito a estudiar; esa era la condición que me pusieron mis papás”.

A pesar de lo demandante que fue, Alma describió a su reinado como “una etapa preciosa de mi vida, pero después tuve que reflexionar mucho para sacarme la vanidad, porque si a los 17 o 18 años todo el mundo te caravanea y te dice ‘qué linda, qué buena’, imagina lo pesadita que estuve. Gracias a Dios se me quitó”, compartió.
Ella entregó el reinado a su sucesora María Trinidad Montaño en 1951 y también lo hizo con la ganadora de 1952, Lucía Ocaranza; “yo era como una reina-comodín”, dijo. Fue a mediados de 1954 que Ocaranza falleció y Alma Tamés regresó al trono excursionista; “me quedé hasta que volvió a haber certamen a finales de 1954”.
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Fue a través de su reinado y con su preparación en ciencias biológicas que Alma se integró al Socorro Alpino. “Me preguntaron si quería ser enfermera [en las patrullas del SAM], porque se iban a formar el primer grupo oficial de enfermeras en 1952; dije que sí y nos dieron un curso de salvamento y Primeros Auxilios en la Cruz Roja”, comentó.


El primer rescate de Alma consistió en recuperar el cuerpo de una mujer en el Popocatépetl. Según recordó, “fueron unos hermanos; los papás no querían que se llevaran a la hermana, pero la llevaron engañándolos y ella murió. Yo revisé el cuerpo para determinar clínicamente de qué había muerto; fue una experiencia fuerte”.
“[Con el SAM] Me tocó guiar y acompañar delegaciones extranjeras que venían a México a conocer nuestros altos picos”, incluyendo la visita del afamado alpinista Sir Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay para subir al Popocatépetl en 1955.
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A consideración de nuestra entrevistada, el certamen de Reina del Montañismo sirvió para defender la presencia de la mujer en alta montaña y excursionismo. “Había clubes como el Cuerpo Alpinista que no admitían mujeres y a raíz del reinado, me admitieron a mí y mi mamá empezó a pasear con ellos. Fue un avance tremendo”, aseguró.
![Alma Tamés con su indumentaria de Reina del Montañismo Mexicano. En palabras de la FME, este certamen era “una exaltación al sexo femenino que forma parte activa en nuestro deporte […] los invitamos a que designen una representante y se rinda un justo homenaje a la mujer excursionista”. Foto: ESPECIAL/Cortesía Enrique Chávez Poupard.](https://www.eluniversal.com.mx/resizer/v2/LQP5274EUVCWFA56QYO5B6DSBQ.jpeg?auth=6b86d134ba85d42fe2545d963d292f7c79a938416805a506ef9be3f2b187f4ca&smart=true&height=620)
“Los reinados sirvieron para reivindicarnos”, comentó Alma Tamés. “En el Club Peteretes nunca tuvimos problema como mujeres, porque el presidente de ese entonces, José Llaca Nieto, siempre apoyó a la mujer montañista, pero otros grupos no les gustaba; decían que éramos marimachas”.
Al preguntarle si el certamen de la Federación Mexicana de Excursionismo se parecía a otro concurso de belleza, Alma mencionó que el reinado del montañismo no fue una contienda de estética, “sino un certamen de servicio para ayudar al Socorro Alpino, a diferencia de otros que son mucha política y preferencias monetarias”.
A sus 93 años, Alma Tamés es socia honoraria de la Patrulla 1 del Socorro Alpino de México junto a su hermana Marcela, y aunque ya no realiza alguna actividad fuerte de montañismo, todavía participa en la Confraternidad Montañista Internacional que se realiza cada año en el volcán Iztaccíhuatl.
Su familia conoce sus vivencias en montañismo y celebran su paso por el reinado excursionista. “Me han dicho que están muy orgullosos, les gusta presumirme. Doy gracias a Dios y a la vida por todo lo que me sigue permitiendo vivir dentro del medio excursionista. Ha sido un regalo y privilegio poder vivir todas estas cosas”, concluyó.

- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Entrevista y asesoramiento de Enrique Chávez Poupard, miembro del Socorro Alpino desde 1974, donde fue Presidente en 1992 y 2017, Jefe de Brigada y Secretario. Egresado de Trabajo Social por la UNAM.
- Entrevista con Alma Tamés, miembro del Socorro Alpino desde 1952 y Reina del Montañismo Mexicano en 1950. Licenciada en Química Farmacéutico-Biológica 1956.
- Consulta del acervo de Enrique Chávez Poupard, incluyendo fotografías, documentos oficiales de la FME y del Socorro Alpino, así como revista Alpinismo y revista Cumbres.
- Con información de Sara Martínez y Olav Moreno.




![Coronación de Inés Bernal como Reina del Montañismo Mexicano, 1956. En 1950, la revista Alpinismo sostuvo que “la reina no debe ser solamente una figura decorativa, puede emprender y llevar a feliz término muchas obras [por el montañismo] que están veladas a los hombres”. Foto: ESPECIAL/Cortesía Enrique Chávez Poupard.](https://www.eluniversal.com.mx/resizer/v2/GLU5VASY5VCTDP2FUMHPMBBRAU.jpeg?auth=282c7ea912ee969fd15a35bd1030d804b03a48c6ae7158c74c24806380c15f31&smart=true&height=666)


