Estamos dando un continuo seguimiento a la confrontación entre Hamás y la Jihad Islámica e Israel, intentando por un lado actualizar el análisis, y por el otro, centrar algunos elementos para la discusión y revisión de los temas, asumiendo que, por lo que parece, estamos ante eventos que, lamentablemente, durarán un tiempo considerable.

Es por ello por lo que me es importante clarificar algunos puntos al inicio. Primero, este texto aborda eventos en desarrollo y parte de la información con la que contamos al momento del escrito. Segundo, este es un texto seguimiento. Para un mayor contexto y el punto desde el que partimos, le invito a revisar los dos anteriores que se encuentran en mi perfil en EL UNIVERSAL:

Tercero, estos textos no buscan abordar “todo” acerca del conflicto palestino-israelí, tema del cual escribimos públicamente desde hace más de una década (en mi blog personal se puede revisar todos esos textos, además de libros y capítulos en libros al respecto, textos en los cuales comparto una amplísima lista bibliográfica para quienes quieran conocer más al respecto). Las preguntas que buscamos responder van más en el sentido de: ¿Qué condiciones coyunturales favorecieron para que el conflicto estallara una vez más? ¿Cuáles son las características de este estallido y cómo éstas se diferencian de otros momentos? ¿Cómo operan los componentes del terrorismo, qué impactos psicológicos y políticos se producen, cómo es que estas condiciones nacen del conflicto y a su vez lo alimentan? ¿Cómo está evolucionando la situación y de qué dependen los pasos que siguen?

Algunos efectos de los ataques terroristas del 6 de octubre

1. El terrorismo no es violencia material, sino violencia psicológica que utiliza a la violencia material (contra civiles y no-combatientes) únicamente como instrumento para generar un estado de terror en terceros, un estado de conmoción, de shock, de estrés colectivo, a fin de canalizar, a través de ese terror, una serie de mensajes, reivindicaciones, demandas, presiones, reacciones, que permiten avanzar al perpetrador en sus metas políticas. Todo ello está en estos instantes en plena operación.

2. Por tanto, un acto terrorista tiene una serie de efectos en el campo comunicativo. De un lado, está el miedo, la amenaza, la impotencia, la vulnerabilidad. Del otro lado está la propaganda, la adquisición de incontables seguidores duros (aquellos quienes perciben ahora en Hamás una alta efectividad para avanzar las reivindicaciones palestinas, y, por tanto, coinciden en sus métodos), y seguidores blandos (quienes no coinciden en sus métodos, pero sí en sus metas).

3. Así, un acto terrorista va a generar frecuentemente una discusión inducida, mucho más en tiempos de la actual era de comunicaciones masivas. Es inducida porque, debido a la presencia en la agenda del tema (a causa de los ataques y las respuestas a los mismos) se regresa a debates que hasta hace una semana eran considerados no prioritarios en la agenda global por amplios sectores influyentes como medios o actores políticos. En efecto, la cuestión palestina ha venido reduciendo su presencia en la discusión pública y en foros globales ante otros temas percibidos como más prioritarios. Para muestra, contrastar en la Asamblea General de septiembre del 2013 o 14, las muchísimas veces que el conflicto palestino-israelí era mencionado, frente a las escasas ocasiones en que el tema se mencionó en esta última Asamblea General en 2023. Desde el 6 de octubre, en cambio, los medios y redes están plagados de comentarios, opiniones, reportajes, textos y fotografías (no solo acerca de los eventos de ese 6 de octubre y posteriores, sino acerca de temas previos que hasta hace poquísimo eran muy poco o nada abordados).

4. La atracción mediática y de redes sociales, debida al dramatismo, a lo sorpresivo, a las atrocidades cometidas por los atacantes, se incrementa exponencialmente, logrando así uno de los objetivos del atentado: elevar la cuestión palestina a la agenda, por vía de la violencia cometida, en virtud de que, en la mirada de los atacantes, eso es lo que se requiere para lograrlo.

5. Ese es apenas uno de los efectos de un atentado. Hay muchos más. Me concentro en otro de ellos: la represalia.

La represalia (también inducida y esperada)

Entendamos esto, basado en amplia literatura y estudios existentes:

1. La investigación ha mostrado que las personas que están bajo estrés o tienen miedo, tienden a ser menos tolerantes, más reactivas, y más excluyentes de otras personas a raíz de las amenazas percibidas (Wilson, 2004; Siegel, 2007). “El conflicto endurece tu corazón”, es como lo plantean algunos autores (Hirsch-Hoefler, Canetti, Rapaport, y Hobfoll, 2016). Otros investigadores explican que la exposición al terror o a la violencia ocasiona que las personas apoyen menos los esfuerzos de paz; aunque hay excepciones notables, la tendencia que marcan las investigaciones es contundente: los procesos de pacificación se ven perjudicados, no beneficiados por la prevalencia de condiciones del estrés severo que ocasiona el terror. El estrés y terror colectivos también pueden impactar en temas que van desde las preferencias electorales, el apoyo político a figuras percibidas como autoritarias o de “mano dura”, el respaldo a iniciativas tales como el cierre de fronteras o la militarización de las fuerzas de seguridad civiles, hasta el castigo colectivo a determinados grupos religiosos o sociales, incluyendo en algunos casos el deseo de represalias violentas dirigidas hacia los “enemigos” percibidos de esas sociedades (Hanes y Machin, 2014).

2. Así, una reacción inmediatamente esperada tras los atentados coordinados y la conmoción ocasionada (una conmoción incluso mayor que en cualquier otro momento desde al menos 1973), es la represalia por parte del gobierno israelí. Salvo que, considerando que en este caso la conmoción fue mayor que en cualquier momento desde al menos 1973; que su población ha perdido su sentido de seguridad, y que en el gobierno se considera que se ha perdido toda capacidad de disuadir a Hamás (y a muchos otros grupos como el Hezbollah libanés), internamente se construye un consenso de que la respuesta israelí debe ser contundente y sin restricciones.

3. Nada de esto es desconocido por organizaciones terroristas como Hamás o la Jihad Islámica. Por tanto, si partimos de que la inteligencia israelí ha fallado en distintos flancos, y que, además, los aprendizajes y capacidades de Hamás para evadir esa inteligencia han mejorado con el tiempo, debemos asumir que Israel está caminando hacia la trampa que le han preparado con meses.

4. Esto se convierte entonces en un complejo juego en el que Hamás busca atraer a Israel a Gaza para hacerle caer en el plan que le tiene orquestado, mientras que Israel busca comunicar a Hamás que no hay nada que le evitará seguir adelante hasta, si no terminar con ella, al menos reducir su fuerza a tal grado que evite cualquier posibilidad de ataque futuro.

5. Esto inserta a las partes en una espiral de violencia ascendente. Pero en el caso de Gaza, una franja densamente poblada, el costo humano que se suma al de más de 1,200 víctimas inocentes israelíes, solo tiende y seguirá tendiendo a crecer. Algo que, nuevamente, Hamás y la Jihad Islámica no desconocen, por su amplia experiencia en este tipo de conflictos. Tampoco desconocen el impacto negativo en la opinión global para Israel que estas espirales conllevan (incluso tras los atentados sufridos por ese país), lo que, en su visión, eventualmente siempre tiende a disuadir a personalidades como Netanyahu de proseguir con sus ofensivas. El lado israelí, en cambio, ahora mismo busca comunicar que no será disuadido por nada, y que sus objetivos seguirán siendo perseguidos.

6. Hay varios factores en juego, no obstante. Uno de ellos es el de la expansión del conflicto hacia la frontera libanesa-israelí. La milicia de Hezbollah (fundada, armada y entrenada por Irán) está dando señales de que podría estar considerando seriamente abrir este segundo frente. Por ahora, sus tácticas se mantienen en el campo de una guerra de baja intensidad. Sin embargo, en la medida en que Israel prosiga con sus planes de invadir Gaza, Hezbollah podría buscar desviar la atención de Israel hacia ese otro frente. Esto está todo el tiempo cambiando los cálculos en el flamante gabinete de guerra israelí, pues ese gobierno tiene que decidir: (a) primero, si sigue adelante con la incursión terrestre en Gaza o se limita a los bombardeos como hasta ahora; (b) segundo, cuáles serían sus objetivos de entrar a Gaza y cuáles sus tácticas específicas para lograrlos; (c) tercero, cuáles serán sus obstáculos y cómo pretende librarlos.

7. Uno de esos obstáculos sin duda es el de los aproximadamente 100 a 150 rehenes que Hamás y la Jihad Islámica tienen en su poder, lo que incluye decenas de nacionales extranjeros (y dos personas mexicanas). Las posibles negociaciones, posibles operaciones de rescate, o la potencial utilización de esos rehenes como escudos humanos o como herramientas de presión en caso de que Israel siga adelante con sus planes, son factores que juegan de manera importante en esos cálculos.

8. Otro factor, como ya lo estamos viendo, es la potencial intervención en el conflicto de otra serie de actores ubicados en distintos países de la región, lo que incluye una compleja red de milicias proiraníes o actores financiados, armados y respaldados por Irán en toda la zona, desde Yemen hasta Siria (además de Hezbollah en Líbano). Una guerra multifrontal es un escenario temido por Israel, que podría tener consecuencias impredecibles para su población y su futuro.

Todo lo anterior está siendo balanceado ahora mismo, y las decisiones que sean tomadas, evaluarán esos y otros aspectos que no menciono.

Acá lo dejo ahora. Queda claro que quienes más están sufriendo por estos hechos son los ya miles de víctimas inocentes por el conflicto, una cifra que, por lo que vemos, seguirá creciendo, además de la crisis humanitaria en Gaza que solo tenderá a incrementarse con el tiempo. Estos son temas que ya hemos discutido decenas de veces, lo hacemos tras cada estallido del conflicto y sus muchas manifestaciones de violencia. Los gobiernos de muchos países ahora sí están decidiéndose enfocar en la zona, debido a los factores que señalo, deben entender que el esfuerzo va más allá de calmar las armas y pasa por efectuar trabajos serios para negociar e implementar de manera contundente y definitiva la fórmula adoptada por las representaciones oficiales de Palestina y de Israel, así como de la ONU y las naciones mediadoras: la fórmula de dos estados para dos pueblos, viviendo en condiciones de paz, seguridad y desarrollo para todas las sociedades.

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