Cuando una empresa presenta grandes problemas se requieren medidas drásticas e insólitas para sortearlos. Las soluciones impensables en más del 80% proceden de quienes le apuestan a la creatividad, de ahí que cada vez más los emprendedores contraten personal femenino, identificado con emplear más el hemisferio cerebral izquierdo que favorece la innovación.

Esto porque cuando se trata de prosperar en una era de incertidumbre generalizada y de cambios extremadamente rápidos en el mercado, la ayuda a la que puede apelarse es a vujá dé, es decir, apostar por hacer cosas nunca antes vistas ni imaginadas.

Para enfrentar de manera original los problemas, conviene abandonar el razonamiento causal, que asegura que en la medida que podamos predecir el futuro podremos controlarlo, y sustituirlo por una estrategia de efectividad, es decir, “crear” el porvenir. Para ello, se suele hacer más con menos, reaccionar con rapidez a los contratiempos y mantener la mística empresarial.

Las características de quienes crean el futuro y solucionan los problemas de una manera innovadora tienen características relacionadas con el género femenino:

1. No pretenden que ellos y sus empresas sean “bastante buenos” en todo. Los innovadores buscan llegar a ser los mejores en algo.

2. Ser único o el mejor no implica limitarse a una sola actividad.

3. El éxito a largo plazo depende de algo más que pensar más y mejor que la competencia. Depende de que se asuma un mayor compromiso con los diferentes públicos: clientes, inversionistas, colaboradores…

4. Buscan conquistar a los consumidores emocionalmente y no solo satisfacerles racionalmente.

5. Crear algo nuevo no siempre significa iniciar una empresa desde cero. Se trata de cumplir con nuevas expectativas del mercado.

6. No pretenden saberlo todo.

7. Emplean al público colectivo para evaluar las ideas.

8. No desmoralizar a quien generó una mala idea.

9. Para lograr que “los de fuera” compartan sus ideas, simultáneamente dan a conocer las que tienen ellos.

10. Permiten que el mayor número de participantes sean líderes y se sientan responsables de aportar nuevas ideas.

Cuando ya se tiene cierta proclividad al liderazgo innovador, que identifica en muchas ocasiones a la gestión de las mujeres, es hora de “copiar” otra táctica femenina y enfrentar cualquier problema con el supuesto de ¿que tal si…?”. Aunque existen muchas probabilidades con esta pregunta abierta, mencionaré las tres más usuales que pueden utilizarse de forma aislada o combinada:

1. ¿Qué haría un millonario? Ante un problema dado, pensar en cómo se podría resolver si se tuvieran todos los recursos del mundo para hacerlo.

Con este ánimo, “¿Qué haría un millonario?”, inicial al imaginar una solución personalizada y muy cara. No nos planteamos que la solución sea práctica. En su lugar, solo nos preguntamos: ¿hay alguna solución?

Esta forma de pensar es un instrumento que lleva a ser un poco más audaz y extravagante de lo que uno sería de otra manera.

Por supuesto, el propósito de preguntarse qué haría un millonario no es el de producir una idea inmediata. Es solo el primer paso. Sin embargo, imaginar sin restricciones suele conducir a soluciones en las que no se había pensado cuando nos centrábamos en los límites en lugar de en las posibilidades.

2. ¿Dónde más funcionaría? Conviene analizar si no existirá ya alguna solución que, con algún ajuste, pueda resolver un problema.

La traslación requiere a menudo una adaptación. La solución trasladada tiene que adaptarse y encajar bien en el contexto e instituciones del nuevo entorno. Con esta herramienta puede empezar con sus propias soluciones e intentar encontrar nuevos contextos donde la misma idea resolverá los problemas de algún otro. O puede empezar con las soluciones de otras personas y ver si pueden ayudarle a resolver sus propios problemas.

Antes de nada, debería procurar ver lo que hace la gente en otras partes del mundo para resolver el mismo tipo de problema. En ciertos aspectos, mirar por encima del hombro para ver lo que está haciendo su vecino es mucho más sencillo (casi una insignificancia) y la manera más directa de traslación.

En otras ocasiones, una solución no se encontrará en otra cultura, sino en otro contexto. Por supuesto, esta búsqueda es más difícil que la traslación geográfica, porque no hay un lugar evidente donde buscar el nuevo problema que se debe resolver. Se necesita ser proactivo.

3. ¿Funcionaría al revés? Darle la vuelta a cómo se hacen normalmente las cosas y dejarse sorprender por los resultados, sin censura previa.

La otra manera de hacer algo parece con frecuencia tan estúpida que se censurará aun antes de empezar. Pero si evita la autocensura y deja de pensar que siempre existe una manera natural y correcta de hacer las cosas, los resultados pueden merecer la pena.

Auto test de innovación radical:

1. ¿Ve oportunidades que la competencia no ve?

2. ¿Identifica dónde buscar nuevas ideas?

3. ¿Es el mejor en algo?

4. Si su empresa cerrara mañana, ¿quién la echaría de menos y por qué?

5. ¿Averigua de qué forma la historia de su empresa puede ayudar a configurar su futuro?

6. ¿Tiene clientes que no pueden vivir sin usted?

7. ¿Muestran más interés por los clientes sus empleados que la competencia?

8. ¿Obtiene las mejores contribuciones de mucha gente?

9. ¿Es consistente su compromiso con el cambio?

10. ¿Aprende al ritmo de los cambios mundiales?

Presidenta de Equidad y Género A.C

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