Inicia el año 2022 con el precio de la mezcla mexicana de petróleo incrementándose en 14.4% y rebasando 80 dólares por barril, ¿hasta dónde llegará y qué implicaciones tendrá para la economía? Son preguntas obligadas en un año que será de grandes retos y de riesgos que no deben tomarnos por sorpresa.

En la economía mexicana el tema del petróleo no pasa inadvertido. Ya sea por el boom petrolero de los ochentas, la dependencia de las finanzas públicas en los iniciados dosmiles o por el alza de precios post crisis financiera en 2009, el petróleo es referencia obligada para la planeación económica de empresas en muchos sectores e, indirectamente, hasta de hogares por el consumo de gasolina y el pago de transporte.

En esta ocasión los precios internacionales del petróleo han presentado una racha positiva de 12 meses que inició en febrero de 2021, precedida de una tendencia negativa, de misma duración, iniciada en febrero 2020 por la pandemia. Lo destacado es que en 2020 el precio de la mezcla mexicana fue de 45.40 dólares por barril y ahora ya rebasa 80 dólares.

El acelerado incremento de los últimos días obedece a la combinación de tres factores. Por un lado, la interrupción de la producción en Libia, en Nigeria, en Angola, en Ecuador y en Canadá por el frío extremo. Por otro lado, y aun con ómicron, la demanda sigue aumentando por las expectativas de mejora económica. Y la geopolítica como tercer factor, parecido al efecto de carambola de tres bandas, por las tensiones entre Rusia y Ucrania, que podrían afectar el suministro de gas a Europa, incluido el Golfo Pérsico, en donde grupos radicales en Yemen podrían atacar instalaciones de suministro de petróleo en Emiratos Árabes Unidos.

¿Estamos frente a un alza de precios transitoria o persistente? Si se repitiera la trayectoria post crisis de 2009, los precios del petróleo seguirán subiendo por un año más. En ese entonces, la racha negativa duró 12 meses, seguida de una trayectoria de 30 meses con incrementos ininterrumpidos. El piso del precio promedio de la mezcla mexicana fue de 38.10 dólares y llegó a 114.70 en marzo de 2012. Aunque es prematuro estimar si estos incrementos serán igual de prolongados que en 2009, es importante no perder de vista las implicaciones que tuvieron en la economía.

Altos precios del petróleo significan mayores ingresos públicos. Hoy el petróleo es negocio del gobierno porque financia en promedio 17% del gasto público (aunque en 2008 alcanzó 45.7%). A noviembre de 2021, la recaudación petrolera se acercó a 900 mil millones de pesos, poco más de 400 mil millones más que en el mismo periodo de 2020. En este caso, no importa el declive de la plataforma de producción o la pérdida recaudatoria por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS): cuando hay mayores precios, el gobierno siempre gana mucho. Así se ve un poco difícil abandonar el modelo exportador de petróleo en busca de mayor refinación nacional.

Un incremento en el valor y el volumen de las exportaciones de petróleo significa más dólares disponibles, y ello contribuye a un mejor tipo de cambio. Aunque no existe un efecto directo, sin duda influye en otros componentes de la balanza de pagos y en la oferta de dólares en la economía, lo que favorece una menor depreciación cambiaria.

Infortunadamente, un precio del petróleo alto no es buen negocio para empresas y hogares. En los últimos años, un incremento en los precios del petróleo ha significado una mayor inflación anual en gasolinas y en la economía en general. Ejemplo de ello fueron las similitudes entre 2017 y 2021, con inflación anual en gasolinas de 22%, que impactó en una inflación general de 6.8% y 7.4% anual, respectivamente.

Si estos crecimientos continúan, los niveles de inflación actual persistirán y ello, además de ser un freno para el crecimiento económico, afectará en las decisiones económicas de empresas y hogares, y específicamente impactará en el nivel de ingresos real de los empleos, el cual no ha recuperado los niveles prepandemia. Sin duda, apenas iniciado 2022, ya está dando de qué hablar y mucho para planear.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C. 

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