Complementariedad. Las autocracias suelen complementarse entre sí. Tras los descalabros en curso de la economía estadounidense por las medidas de Trump, al presidente sólo le está quedando —como sustento de su popularidad— la persecución de migrantes y la descarga de la responsabilidad de sus propios actos sobre los mexicanos y su gobierno. A su vez, la presidenta Sheinbaum, en vías de llevar al país a la recesión y a la cancelación de las libertades y los derechos civiles, podría ahora estar robusteciendo sus fuentes de aprobación interna. y es que le llega ahora un crecimiento inesperado de su imagen debido a la acusación-homenaje que le hizo la secretaria de Seguridad Interna del país vecino, de desafiar al imperio y alentar las protestas de mexicanos contra las redadas antiinmigrantes del otro lado.

De autócratas. No se trata una teoría conspirativa según la cual ambos presidentes se hubieran puesto de acuerdo para escenificar hechos de mutuo beneficio político. De lo que sí se habla, se investiga y se escribe en esta era de las autocracias, es de mecanismos de colaboración y repetición de métodos que, de manera espontánea —o convencida— se pueden dar entre estos regímenes, independientemente del contenido de sus ideologías o proyectos. Un especialista mexicano a quien no le pedí autorización para citarlo por su nombre suele recomendar al respecto la lectura de Autocracias S.A., de Anne Applebaum, y La era de los líderes autoritarios, del más destacado analista de asuntos exteriores del Financial Times Gideon Rachman, significativamente galardonado con el premio George Orwell.

La inconsistencia de la narrativa por la ley y el orden. Y así, en los hechos de Los Ángeles, tenemos, por un lado, a expertos estadunidenses citados por el Financial Times que coinciden en que Trump busca beneficios políticos en una provocación suya, deliberada, hacia una también deliberada confrontación. Las imágenes de manifestaciones violentas transmitidas por televisión, con banderas mexicanas al lado de vehículos en llamas, abonan a la narrativa antimexicana del presidente. Y la inclusión de la presidenta de México como alentadora de los hechos de violencia parece, en este sentido, como agregado en la estrategia de victimización por el supuesto ataque de una ‘potencia extranjera’, o sea, México. Y ya en la incongruencia propia de esos liderazgos —señalan los especialistas— el discurso usado por Trump y sus propagandistas en este trance, de pasión por la ley, el orden y las policías, resulta inconsistente con el perdón concedido ahora por él a cientos de amotinados que asaltaron el Capitolio —con excesos de violencia y ataques desconocidos a la policía— en su intento sedicioso de desconocer el resultado de la elección presidencial de 2019.

Entre autocracias te veas. Por otra parte, la supuesta promoción de Sheinbaum de las protestas de mexicanos en Los Ángeles sería ciertamente una intromisión grave en los asuntos internos de Estados Unidos. Y su señalamiento por la secretaria de Seguridad Interna constituiría una ominosa amenaza de reacción inminente contra nuestro país. Hizo bien la presidenta mexicana en negar rápida y categóricamente la acusación, aunque lo que quedó fijo en la agenda estadounidense fue el señalamiento negativo de su intromisión, con el que gana Trump. De la misma manera que en la agenda mexicana quedó fija también la promoción de las protestas en California, con lo cual crece la presidenta Sheinbaum, con el giro positivo del valor de haber desafiado al gigante y defendido nuestros migrantes. Serán ensordecedoras la defensa y la exaltación de la presidenta en sus cámaras, sus medios y sus redes. Estamos ante uno de esos mecanismos de colaboración y repetición de métodos entre este tipo de regímenes. Entre autocracias te veas.

Académico de la UNAM. @JoseCarreno

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