Terminada la euforia de las fiestas de diciembre, el nuevo año empieza lleno de expectativas en todos los ámbitos. La política no es la excepción, por el ambiente de la competencia presidencial que adelanta una batalla histórica más allá de la extraña dualidad entre los de siempre y los nuevos de siempre.

Además, estamos a días de desvelar la tercera candidatura de la competencia, y Movimiento Ciudadano ya calienta motores para entrar de lleno en una batalla que los demás adelantaron incluso ilegalmente.

La breve tregua de diciembre y principios de año terminará y dará paso al periodo intercampañas, pero los equipos de todas las fuerzas políticas siguen trabajando incluso a marchas forzadas para leer correctamente lo que la ciudadanía demanda.

Creo sin embargo que no hay que darle tantas vueltas. En nuestro país hay muchas personas cansadas de formas tan viejas como obsoletas que no son exclusivas de un partido, incluso hay quienes las repiten, pudiera ser que de manera inconsciente, y se arropan en rituales antiguos pero desconocidos por su misma vejez.

Vemos de nueva cuenta en los salones guindas tantas ceremonias que antes eran tricolores o azules, sin olvidar el amarillo temporal de la capital del país: tapados, líderes máximos, cargadas, todos esos conceptos nacidos desde la antigüedad del “partidazo” y ahora adoptados por el guinda…

En este inicio de año y terminando el primer cuarto del siglo XXI nuestro país aún no deja atrás viejos rituales políticos, heredados del presidencialismo más rancio, ese que pensábamos rebasado pero que ha resurgido en forma de populismo.

Y avanzada la carrera presidencial, la dupla impensable encabezada por la derecha y prohijada por priistas y perredistas intentan sobrevivir con respiración artificial, a costa de ideologías y de la historia.

Estamos entonces en un escenario inédito, pero también delicado y crucial. Definiremos en conjunto el futuro de nuestra nación y las condiciones en que se desarrollarán todos los ámbitos, todas las personas. ¿Daremos pasos hacia la modernidad o retrocederemos? ¿Nos estancaremos?

Pronto sabremos si mexicanas y mexicanos deciden si nuestra nación opta por nuevas formas, nuevos sistemas y un futuro de construcción, o se estaciona en el presente incierto, o peor, si retrocedemos hacia un pasado oscuro.

Sea como la ciudadanía decida, no debemos sorprendernos. Todo es producto de la acción de quienes participan en las boletas, desde múltiples frentes. Será la evaluación de la ciudadanía la que nos lleve al destino nacional, así que no podemos negar su autoría y por lo tanto su legitimidad.

El futuro llama a las puertas. Está en cada persona la definición final.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS