En La Novelería nos dedicamos, principalmente, a ayudarles a nuestros clientes a escribir sus historias. Hemos puesto en papel vidas que son dignas de novelas y películas, desde personajes que salieron vivos de las situaciones más duras y confrontadoras, hasta distinguidas actrices, estrellas de la televisión y los medios, y —también— gente que podría pasar inadvertida y que parecería que tiene poco que contar, pero en cuyos adentros guarda anécdotas que ni un productor de Hollywood imaginaría.

En esta ocasión, me concentraré en quienes han querido contarnos sus casos de éxito, casi siempre con la intención de dejarlos a manera de un legado para los suyos y —como suelen decirnos— para que su testimonio sirva de ejemplo de que sí es posible.

Cuando les he preguntado a estas mujeres y hombres dónde ha estado la clave de su éxito, buena parte de ellos han coincidido en que el secreto se encuentra en los objetivos. Sí, en fijarse objetivos a partir de que supieron con claridad aquello que querían conseguir, ya que —de otro modo— hubiera sido más difícil alcanzarlo.

De todas estas charlas y entrevistas, que han sido casi como un curso particular, he aprendido que no puedes ir por la vida simplemente con buenas intenciones o anhelando esto y aquello.

Los sueños no suelen materializarse así nada más porque sí (aunque hay casos). Resulta necesario fraguar un plan para realizarlos, ir paso a paso, objetivo tras objetivo. Y esto aplica para cualquier cosa, incluido el deporte.

Es como si un saltador de altura pretendiera librar los 2.45 metros sin rebasar antes 1.35 o 1.70. Tampoco nadie se vuelve maratonista de la noche a la mañana. Primero hay que estirar los músculos, luego acostumbrarlos a cierto esfuerzo, adquirir condición física, hacerse resistente, ganar velocidad, completar distancias cortas, y después más largas.

Poco a poco —también— uno debe irse asumiendo como corredor, pues no sólo se trata de creérnosla, sino de sentir que somos eso en lo que nos vamos convirtiendo. Karateka, empresario, artista, chef, locutor, lo que sea.

Los objetivos son la escalera a nuestro paraíso, el pasadizo a ese destino que empieza a existir cuando lo visualizamos y que se cristaliza peldaño a peldaño. Hay que tener mucho respeto y poner mucha atención en los objetivos, pues quien los fija y va tras ellos, es posible que llegue tan alto como imaginó.

Este será otro capítulo de mi curso sobre cómo empezar a correr. Próximamente.

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