A mi hija Elena Mendoza Ruiz
Mi futura bióloga


Epicteto de Frigia, filósofo grecolatino que vivió del 55 al 135 después de Cristo dijo que “No hay que tener miedo de la pobreza, ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.

He visto durante mucho tiempo que el miedo genera terribles consecuencias, en principio hacia uno mismo dando la oportunidad a que se desarrollan diversas enfermedades, como si nuestro cuerpo nos dijera los que representa esta emoción, perjudicando gravemente todo el organismo y su estado de salud. El miedo es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. 

El miedo es una respuesta que activa nuestro cerebro ante una posible amenaza. Esta origina cambios en la fisiología, los pensamientos y la conducta. Hasta hace poco, el estudio de las bases neurobiológicas del miedo se habían centrado en la amígdala, una pequeña estructura alojada en el sistema límbico.

El Maestro Giorgio Nardone en una investigación denominada “Mas allá del miedo” analiza que “Herman Hesse afirma: «La raíz de todos nuestros miedos es la ignorancia, el miedo del paso incierto y de caminar en el vacío». Esta sugestiva definición podría acompañarse con muchas otras expresiones literarias y formulaciones científicas, puesto que el miedo, al ser una emoción primaria y arcaica, desde siempre ha evocado en el hombre el deseo de conocerlo y controlarlo”. 

El miedo genera violencia, altera todo nuestro cuerpo, nos pone en alerta, pero también, inmovilidad, nos reprime e inhibe.

El miedo se convierte en una desafiante conducta de todos los días, más aún cuando tenemos en esta nueva realidad mundial, una pandemia que representa el enemigo más letal, que de forma silenciosa e invisible es un peligro latente y que nos acecha para aniquilar a la humanidad.

Vivimos cotidianamente el miedo, comenzando a partir del momento que salimos de casa, no sabemos si regresaremos al final de la jornada, porque la violencia se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

El miedo también representa tener al enemigo en casa cuando quiera de los integrantes de la familia puede ser víctimas de la violencia psicológica, emocional, económica y física. Vivir con miedo es un estado de dolor constante. Quienes por miedo y la desesperación toman la decisión de entrar por la puerta falsa y suicidarse. 

La investigación denominada “Confidencias de un médico”, por el doctor S. P. Ed. Ministerio de Salud Pública, Argentina, Buenos Aires, 1952. Nos dice que: «El miedo, es uno de los sentimientos más profundamente humanos, es sin embargo, causa de muchas desgracias, en razón de su influencia negativa. Es digno de recordar a este respecto aquel pasaje de la obra titulada “El miedo”, del famoso fisiólogo italiano Mosso, que dice: «¡Qué espanto se experimentaría si cada año pudiese leerse la historia de las víctimas que sucumben de nostalgia, de zozobra, de debilidad, en las aflicciones de la miseria, en el frío del invierno, en la angustia del hambre! ¡Cuántos náufragos que hubieran podido salvarse con un poco de valor mueren estrellados contra un escollo! ¡Cuánta gente muere más por decaimiento de ánimo que de cuerpo!».

México vive uno de sus momentos más difíciles, podría asegurar que es mayor el riesgo que se vive hoy, que cuando tuvimos alguna invasión extranjera o desastre natural que perjudica algunas regiones de nuestro país.

La pandemia lastima a todos por igual, sin diferencias de clase social, credo, convicción política, sexo o edad. Estamos frente a un enemigo invisible que puede ser la causa de nuestra muerte en cualquier momento.

Salir a la calle representa tomar doble precaución primero por la inseguridad, y segundo el contagio.

Vivir con miedo es más perjudicial que el mismo mal, para algunos representa el origen de los odios, para otros el principio del abatimiento total, de la derrota, de la muerte.

Lo que acabamos de ver recientemente con el asaltante golpeado por los tripulantes de una combi, fue producto del miedo generado por el odio; esto hizo que me viniera la mente la enorme cantidad de sucesos que se suscitan a diario y que se incrementan terriblemente.

Hacerse justicia por propia mano ha sido un camino irremediable de muchos mexicanos que están cansados de la ineficiencia e ineficacia de las autoridades, quienes cada día demuestran que no son capaces de mantener dentro de prisión a los culpables o a los probables culpables de un delito.

A los asaltantes, asesinos, secuestradores de niños, violadores etc., al encontrarlos infraganti la comunidad opta por lincharlos, hasta producirles daños irreversibles y en ocasiones hasta la muerte. Esta práctica está creciendo, se hace presente cada día más en México y es tan grande el miedo que provoca esta situación que las personas prefieren hacer justicia por su propia mano.

Por lo pronto recordamos aquel 29 de agosto de 2018 en una población de México, Acatlán, Puebla, dos hombres fueron cruelmente linchados por la comunidad que originó una noticia falsa, sobre secuestradores de menores, la que extendieron a través de WhatsApp. Si bien resultó ser falsedad, una multitud ya los había quemado vivos, antes de que alguien pudiera comprobarlo.  Es terrible el mensaje que sin tener prueba alguna y ante la reciente desaparición de algunos niños, ocasionó que los habitantes los quemaran vivos por miedo y odio: "Gente de Acatlán de Osorio, Puebla, por favor vengan a mostrar su apoyo, créanme, los secuestradores están aquí ahora"  

En el mes de mayo de 2020, en el pueblo de Venustiano Carranza del estado de Chiapas, la comunidad dejándose influenciar por noticias falsas a través de Facebook y WhatsApp salieron a quemar el palacio municipal, patrullas e inclusive la casa de la madre del gobernador del estado como una protesta, porque no querían permitir que se fumigará esa zona, afirmando que en lugar de fumigar se estaba esparciendo el virus para ocasionar la muerte de los habitantes.

Otro caso que podemos sumar, es el hecho de que al darse a conocer los riesgos del coronavirus, la gente comenzó a tener acciones de discriminación y violencia en contra de las personas que iban vestidas como médicos o enfermeras, porque afirmaban que era portadores del coronavirus, representando un riesgo para la salud, integridad y vida de quienes compartieran el transporte público y todo el espacio.

Lo más lamentable y doloroso es que hubo gente que les roció cloro o acudió a sus domicilios y frente a su puerta principal ponían gasolina para quemar su casa, como un acto de miedo por ignorancia, los consideraban portadores de este terrible mal.

Todo lo anterior me lleva a la conclusión de que es momento de refrendar el ideal de unidad nacional en torno a la necesidad de saber que la información verdadera nos fortalece y la falsa nos divide y genera miedo.

Que debemos actuar con prudencia y sobre todo recordar que existe un Estado de derecho en el que nuestra Constitución garantiza el respeto a los Derechos Humanosc, dándo certeza jurídica para que las instituciones cumplan con su cometido.

Luchar todos los días contra la corrupción es tener la cultura de la denuncia, de no permitir que las autoridades encargadas de impartir justicia o la defensa de nuestros derechos como fiscales, incumplan y le fallen al pueblo.

El miedo puede generar un grave problema de salud mental, lo que se convertiría en un problema de salud pública,  por lo que debe ser visto desde la perspectiva legislativa para generar nuevas políticas públicas de sañud para combatir la depresión, ansiedad, violencia y todos los males mentales que se originan con base en el miedo.

Es necesario reconocer que una fuente inagotable del miedo es también el mundo virtual. Es fácil manipùlar la realidad de las personas por este medio, generando noticias falsas, erróneas y sobretodo inducidas a la violencia.

Forjemos en nuestros hijos y en las nuevas generaciones un criterio más sólido para entender nuestra realidad y asumir el reto de construir en su mente el poder de sus decisiones basadas en la verdad.

Seamos cautelosos con lo que viene, se avecina un ambiente más difícil y drástico, donde la violencia se incrementa, tanto dentro de las casas como afuera.

El mejor camino para empezar a resolver esta grave situación es mejorar las condiciones de comunicación familiar y comunitaria, asimismo establecer como prioridad el entendimiento de que el miedo sirve para sobrevivir y no para aniquilar la vida.

La justicia en propia mano nos llevará al derrumbe de la sociedad que conocemos y generará una nueva era en donde no sabemos aún hasta dónde llegará y cómo terminará. 

orador@mendozafilidor.com
 

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