Todas las elecciones en México son muy caras, esa es una gran verdad, el costo de los procesos electorales es muy elevado, primero en términos económicos que es aparentemente lo más fácil de medir; pero cuidado, las operaciones que se hacen de manera común no son las más precisas que digamos, el error desde mi particular punto de vista está en que, todos los que se aventuran a determinar el costo de las elecciones cometen el error de dividir el presupuesto asignado a las instituciones electorales entre el número de votos depositados en las urnas el día de la jornada electoral.

“Sea tu conversación merecedora de crédito,
y tus palabras como las que todos emplean.”
Ovidio


 

Nada más erróneo que esos cálculos, independiente a otras actividades que desarrollan por mandato de ley los institutos y tribunales electorales se les olvida que cuando se organiza una elección no se presupuesta en base a porcentajes de participación, los cálculos se realizan para atender y asegurar con certeza el que puedan ejercer su derecho al sufragio el cien por ciento de los ciudadanos que estén en la lista nominal. Dejare el tema económico de las elecciones para otra ocasión.

Mencione al principio de este artículo que el costo de las elecciones en nuestro país es muy elevado y el costo no solo se refiere al tema económico, es muy elevado el costo anímico en la sociedad y el de percepción y confianza en las autoridades electorales.

De verdad desconozco el origen y razones ciertas de la desconfianza del mexicano, d esconfiamos en automático de todo y de todos , me queda claro que los dichos y refranes vienen acompañados de un grado muy alto de verdad y seguramente aquel que dice que “la burra no era arisca, pero la hicieron a palos” muy bien podría encontrar eco en el tema de la confianza electoral.

Las autoridades electorales y su actuar son quizá de lo más vigilado en nuestro país , todas las decisiones para las actividades que realizan, tanto las administrativas, como las sustantivas, ya sea para la promoción de la cultura cívica y las relativas a la organización de los procesos electorales son decisiones que se toman de manera colegiada , jamás son unipersonales, siempre con el acompañamiento, observaciones y señalamientos de los representantes de los partidos políticos, que si bien es cierto, tienen cada uno de ellos sus propios intereses, lo es también que esa diferencia de intereses fortalece la legalidad en el actuar de las autoridades.

Las sesiones de Consejo General de los distintos órganos electorales tanto nacional como estatales son por mandato de ley sesiones públicas a las que puede asistir cualquier ciudadano (solo hay que guardar orden para permitir el desarrollo de la sesión) además de que se transmiten por internet; los acuerdos, videos y versiones estenográficas se encuentran disponibles para su consulta en las páginas web correspondientes. Los consejos electorales distritales y municipales se integran por ciudadanos que participan en los diferentes concursos públicos, no son, como sucedía hace tiempo, por designación directa o cuotas de los partidos políticos.

Todas las decisiones se oficializan mediante acuerdo, y si alguien con interés jurídico no está de acuerdo tiene los medios de impugnación a su alcance para inconformarse ante los tribunales .

Para el día de la jornada electoral se requiere de la participación de miles de ciudadanos, unos como capacitadores, otros como capturistas, los más, como funcionarios de casilla; tenemos en nuestro sistema electoral también la figura de observador electoral, lo que se traduce en más ciudadanos observando y vigilando las elecciones , ya sea de manera particular o por medio de asociaciones.

Retomando un poco el tema del costo de las elecciones, es importante mencionar que en muchos de los rubros la desconfianza o bien, el brindar mayor confianza y dar certeza a la ciudadanía es lo que ha elevado el costo de los insumos, hoy en día resulta más fácil falsificar un billete que una boleta electoral .

Son muchos ojos cuidando todo el proceso

, de inicio a fin, por muy simple que parezca un documento, un poster, hacer una boleta o una mampara, todo absolutamente todo pasa por la revisión y escrutinio de servidores públicos, consejeros (que también son servidores públicos) y representantes de partidos políticos y en su caso candidatos independientes.

Y si lo anterior se revisa con detenimiento, ni hablar de las boletas, desde el lugar donde las hacen, su traslado a los distritos, de los distritos a las casillas y cada vez que se mueven de un lugar a otro son vigiladas y custodiadas por muchas personas y hasta por notarios públicos; los votos se cuentan por ciudadanos con los representantes de partidos políticos vigilando, en fin, en mi opinión muy particular, desconfiar de las autoridades electorales y por ende de las elecciones, es desconfiar de nosotros mismos, de nuestros vecinos, conocidos, amigos y hasta de familiares, las elecciones las hacemos todos .

Si somos discípulos de Santo Tomas -por aquello de hasta no ver, no creer- no le demos valor a falacias de falsos profetas de la verdad que lo único que hacen es confundir, aprovechando sus espacios y sus etiquetas de “líderes de opinión” dejan a un lado la objetividad con total cinismo, e intentan sembrar la desconfianza; seamos menos flojos y hagamos la tarea, verifiquemos nosotros mismos los datos , escuchemos también a la autoridad y aprendamos a diferenciar entre chismes y hechos, entre resultados preliminares y resultados oficiales.

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