Históricamente, al hombre le gusta utilizar sustancias de todo tipo para alterar su conciencia y sentidos. Ya sea para rituales o por motivos religiosos, medicinales, hedonistas o por pura distracción, el consumo es parte de la historia de la humanidad. Por eso no debe sorprendernos que, conforme al último reporte de la ONU acerca del uso de drogas en el mundo, el mercado de narcóticos continúa en expansión y cada vez se vuelve más complejo. El consumo aumenta tanto en cifras generales como en la proporción de la población mundial y se acrecentó rápidamente en los países subdesarrollados, aunque más generalizado en los desarrollados.

En la reciente elección de Estados Unidos, los estados de Arizona, Dakota del Sur, Misisipi, Montana y Nueva Jersey votaron por el sí a la legalización de la mariguana para propósitos recreativos y/o medicinales. Con esta nueva adición, ya son solamente siete de los 50 estados que componen la Unión Americana los que cuentan con una prohibición total, tanto para uso medicinal como lúdico. Llama la atención lo ocurrido en Oregon, en donde adicionalmente se aprobó una controvertida propuesta que despenaliza la posesión de pequeñas cantidades de las llamadas drogas duras, incluidas cocaína, heroína, oxicodona y metanfetaminas.

A este paso, será cuestión de una década más para que el consumo de mariguana con cualquier propósito sea legal en todo el territorio estadounidense (en Canadá ya lo es). Y paradójicamente, aquí seguimos combatiéndola y aportamos nuestra ración de muertos para erradicar cultivos y tratar de detener el narcomenudeo que ha generado ríos de sangre.

Asumo que, para la segunda mitad del presente siglo, esto sonará absurdo e irracional, pero por lo pronto allá la despenalizan y la regulan generando miles de millones de dólares en impuestos, mientras que aquí nuestros gobernantes dejan todo el problema a las fuerzas armadas, cuando la venta y consumo de drogas ilegales van estrechamente relacionados al tema de violencia criminal que azota nuestro país desde hace años.

La criminalidad asociada a la siembra, trasiego y venta de estupefacientes la conocemos bien con sus sangrientas consecuencias, pero no solo en las calles entre bandas rivales o con las diferentes fuerzas del orden. Los consumidores también afectan y limitan sus potencialidades presentes o futuras con su adicción y esto, a mi juicio, también clasifica como violencia. En estos tiempos ya no hay forma de hablar de venta y consumo de drogas sin vincularlos con la violencia de cualquier tipo (ya sea con un enfoque en seguridad o de salud). Es lo mismo para los actores de la cadena de producción y suministro que para los compradores finales.

Así es que dejemos la moral a un lado y entendamos que este problema no desaparecerá. Entonces la pregunta es qué tipo de violencia preferimos gestionar: la que utiliza la prohibición y la ley para tipificar como delito la posesión y consumo de droga, que implica gasto en seguridad, combate en mercados negros y mayor corrupción, o la relacionada al modelo de consumo y comercio legal que busca aumentar la seguridad en el uso de drogas ilícitas con el objetivo de reducir los daños a la salud, mediante mayor gasto en educación y hospitales, farmacodependencia y pérdida de productividad.

Pareceríamos atrapados en un ciclo sin fin que podría ser representado por el Uróboro, aquella serpiente que engulle su propia cola y forma un círculo con su cuerpo, en un simbólico periodo eterno de las cosas o bien el esfuerzo inútil a pesar de las acciones para impedirlo.

En lo personal considero que el camino de la prohibición está agotado y ha dado un mal retorno de inversión. El consumo de drogas es ancestral, milenario, y mientras existan consumidores habrá alguien que las venda.

No veo otro camino más que redefinir el problema con un enfoque social y de salud. Deberíamos aprovechar la importante coyuntura política con nuestro vecino del norte. ¿Se atreverá el gobierno de López Obrador a dar tan importante paso? Lo dudo.

Especialista en seguridad corporativa
@CarlosSeoaneN

Google News

TEMAS RELACIONADOS