Un viaje innecesario al pasado en una cinta con altas ambiciones de las cuales no concreta ninguna. Una cinta que roba demasiadas claves de obras maestras como Se7en (Fincher, 1995) y que no obstante tropieza prácticamente a cada paso que da. Un filme que se rodea de tres ganadores al Oscar para básicamente desperdiciar a los tres.

Todo eso y peores cosas más es Pequeños Secretos (The Little Things por su nombre original), séptimo largometraje del siempre irregular John Lee Hancock (The Founder, The Blind Side, Saving Mr. Banks) quien usualmente suple los agujeros en sus guiones con excelentes actuaciones. Y esta no es la excepción.

Con un guión de su propia autoría, este thriller detectivesco semi noir ocurre en la década de los noventa, dato de suma importancia para la trama dado que mucho de lo que se plantea hoy podría resolverse con tecnología avanzada como por ejemplo un teléfono celular o análisis forenses avanzados.

Denzel Washington interpreta a Joe Deacon, un lacónico y afligido detective (uno más en la lista de policías tristones interpretados por Denzel Washington) que regresa, casi por accidente a Los Ángeles luego de haberse retirado, divorciado y hasta operado del corazón debido a un caso con el cual se obsesionó y al parecer nunca pudo resolver.

La razón de su regreso es el caso de un asesino serial de mujeres, con múltiples víctimas y muy pocas pistas. Ahí conoce a Baxter (Rami Malek) un joven y prolijo detective que está obsesionado con resolver el caso. Baxter y Joe son como agua y aceite, mientras que Joe es un hombre parco, avejentado y solitario, pero con reputación de gran detective, Baxter es joven, siempre bien vestido y además tiene una bella esposa y dos hijas.

Así, esta pareja dispareja irá tras la pista del asesino, en una serie de situaciones que una y otra vez nos recuerdan a Se7en, como por ejemplo: la entrada a un oscuro departamento donde sucedió uno de los crímenes, las actitud reacia del experimentado detective a tomar el caso, la comida del detective parco con la familia del detective joven y que a partir de ahí unen lazos, el enloquecido asesino (interpretado en lujo de sobreactuación -como siempre- por Jared Leto) e inclusive un final donde lo único que faltó fue una caja.

La cantidad de similitudes con Se7en se vuelve ridícula en un guión que intenta ser un thriller, luego una cinta procedural, un buddy cop movie, un whodunit y en ninguno de esos géneros aporta nada que no se haya visto antes.

Lo único que nos permite seguir viendo la película son las actuaciones: un Denzel Washington que a pesar de estar en automático y con un poco de flojera hace un buen trabajo, Rami Malek quien se termina robando la película y un Jared Leto que interpreta a un oscuro personaje no sin impregnarle su muy habitual “locura”.

Esta película estrenó originalmente en HBO MAX (aún no disponible en el país) y se supone que era de los lanzamientos importantes de esta plataforma. Gracias a la segunda reapertura de cines en CDMX, el título es de los primeros en llegar a las salas de cine después de varios meses de estar sin operaciones.

La cosa es que, si con títulos como este pretenden convencernos de contratar HBO MAX, o de que regresemos a las salas de cine, es evidente que la estrategia debe cambiar, o de lo contrario auguro días tristes para las salas, para HBO MAX, y para nosotros también.

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