De la teoría económica cuyo fundador es John Maynard Keynes se han derivado medidas de política económica tendientes a la recuperación luego de situaciones de contracción económica, como las que vivimos después de la segunda guerra mundial, durante la crisis del periodo 2007-2013 y la coyuntura económica mundial actual, en todos los casos hay coincidencias en las medidas keynesianas sugeridas para reactivar la economía y el empleo.

En lo esencial, se trata de actuar con políticas contra-cíclicas, es decir, estrategias que reviertan la tendencia negativa en que se encuentran los mercados; esto puede ocurrir impulsando la demanda a través de políticas monetarias y fiscales expansivas. Aun cuando el Banco de México es autónomo y no tiene como objetivo formal incentivar el crecimiento económico y el empleo como la Reserva Federal estadounidense, ni lograr la estabilidad del sistema financiero cono el Banco Central de Inglaterra, las medidas que ha adoptado sí tienen un carácter contra-cíclico, por ejemplo, ocurre con la reducción de la tasa de interés de base y con la intervención en el mercado cambiario; medidas que contribuyen a facilitar el acceso al crédito y a evitar deudas excesivas y problemas de solvencia para las empresas con obligaciones financieras en dólares.

En lo fiscal, si bien el gobierno federal, y principalmente los gobiernos locales han concretado algunas medidas de apoyo a la población, se requiere impulsos decididos para mejorar la actividad económica, el empleo, el poder adquisitivo y fortalecer el mercado interno; muchas empresas contratan sólo a los trabajadores que requieren para producir lo que el mercado demanda, por ello, es crucial asegurar el acceso a créditos para la actividad productiva, incorporar en las cadenas de producción a proveedores locales, favorecer el consumo local y mantener los empleos y salarios de los trabajadores.

Recientemente, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), difundió sus estimaciones de la población en pobreza (por ingreso y por carencias sociales): 52.4 millones de personas, a lo que se agregan las personas en situación de vulnerabilidad sólo por carencias sociales: 36.7 millones de personas o sólo por ingreso: 8.6 millones de personas; esto indica a que el 21.9% de la población en México no se encuentra en pobreza ni es vulnerable por ingreso o por carencias sociales. Un ejemplo más de la fuerte necesidad de impulsar empleo e ingreso lo tenemos en las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); a principios de 2020, la tasa de informalidad en México era de 56%, éste alto porcentaje se refiere a la población que trabaja en condiciones de vulnerabilidad porque no es reconocida formalmente en sus fuentes de trabajo, debido por ejemplo a situaciones donde se labora en pequeñas unidades productivas o negocios, en tareas domésticas o trabajadores ocupados por cuenta propia.

La historia muestra que, de no asegurarse la conservación de empleos y el ingreso de los trabajadores, enfrentaremos una situación de grave recesión económica, y en México puede ocurrir si se considera la magnitud de personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad por el ingreso, por carencias sociales o por situación del empleo.

Profesora – investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Correo: abigailrnava@gmail.com

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