Hoy en día la tecnología forma parte de nuestra vida cotidiana, su presencia es tan común y hasta necesaria, que para muchos es imposible pasar más de un día –e incluso horas- sin un teléfono inteligente o sin acceso a una computadora con internet. En materia de seguridad pública, la tecnología también se ha vuelto un componente que día a día abarca más ámbitos y ofrece diferentes posibilidades, por ejemplo la instalación de cámaras de videovigilancia en la vía pública o en los propios hogares, las alarmas vecinales o botones de alarma en las zonas habitacionales, los arcos lectores de placas en las carreteras, las patrullas “inteligentes” equipadas con computadora y lectores de placas, los controles de acceso automatizados, los drones, los gps, los centros de control, cómputo y comando y otros tantos más.

Los mercados que proveen este tipo de bienes y servicios están en expansión, cada vez son más las empresas que ofrecen estas alternativas tecnológicas enfocadas a la seguridad pública. Para muestra, basta mencionar Expo Seguridad México que en 2018 se realiza del 24 al 26 de abril y que se define como “la mayor exhibición de productos y soluciones de seguridad en América Latina, donde se reúnen fabricantes, distribuidores, integradores y usuarios nacionales e internacionales”.

En la edición de este año, se esperan más de 16,000 visitantes y más de 350 expositores, lo cual representa un crecimiento importante en relación a la primera edición en 2003 donde se registraron 2,500 visitantes y 62 expositores. Por cierto, en sus cifras del 2017 refieren que 33% de los visitantes cuenta con presupuestos de más de 50 mil dólares, y en promedio el 69% “compra durante la expo o en los próximos 6 meses”.

El crecimiento de estos mercados no es fortuito. Por una parte, hay una sociedad que, ante el temor de ser víctima del crimen, decide invertir para proteger su propio hogar y de acuerdo a la ENVIPE 2017 el 42% de los hogares mexicanos invirtió recursos propios en medidas de protección en su casa, y entre estas medidas se encuentran las cámaras de videovigilancia y los botones de alarma. Asimismo, los gobiernos de los diferentes órdenes, gastan parte de los recursos públicos de seguridad pública en estas alternativas tecnológicas. Sin ir más lejos ahora que estamos en tiempos electorales, las campañas políticas se acompañan de propuestas –la mayoría de ellas desproporcionadas- en materia de seguridad pública entre las que se incluye la tecnología. En el primer debate entre los candidatos a la jefatura de gobierno de la CDMX el gran tema en materia de seguridad pública y tecnología fueron las cámaras de videovigilancia y en el primer debate presidencial, aunque se mencionó con menor énfasis, también se escucharon frases como: "para combatir la violencia implementará la tecnología de punta" o "fortalecer la policía, usar tecnología para aumentar el análisis".

En contraparte, la sociedad cuestiona -con toda razón- sí realmente este despliegue tecnológico ha tenido efectos positivos, sí la inversión –que en muchos casos es onerosa- ha servido para algo o no. Incluso hay quienes decididamente señalan que no sirve para nada.

Este cuestionamiento es vital, porque como sostienen los especialistas en la materia: “la tecnología se construye socialmente” y el despliegue tecnológico para la seguridad pública que avanza a ritmos acelerados debe acompañarse de un profundo debate social que además de cuestionar ofrezca alternativas para que desde diferentes ámbitos –gobierno, academia, sociedad civil- se realicen evaluaciones de impacto que nos permitan responder con seriedad que sí y que no funciona, bajo qué circunstancias y en su caso cuáles podrían ser las otras alternativas.

Dar la espalda e indignarnos frente al despliegue tecnológico no es una buena alternativa, porque mientras tanto, la tecnología avanza a ritmos insospechados. Sin duda, como sociedad, tenemos el deber de sumarnos desde una posición crítica y constructiva al análisis de estas “soluciones” tecnológicas y el gobierno tiene que abandonar el discurso acrítico con el que justifica eufóricamente la adquisición de más y más tecnología sin evidenciar que hay efectos positivos en la disuasión y prevención del crimen y que hay difusión de beneficios en las comunidades, así como transparentar las cuantiosas compras con recursos públicos que en algunos casos solo se enfocan a algunos proveedores como lo han delatado algunas investigaciones periodísticas en los meses recientes.

Hay diferentes perspectivas desde las cuales pensar la relación entre la seguridad pública y la tecnología. Desde las políticas públicas se tiene que avanzar en la regulación de los mercados para evitar monopolios, en el diseño de normas que permitan homologar procesos, como la Norma técnica para estandarizar las características técnicas y de interoperabilidad de los Sistemas de Videovigilancia de Seguridad Pública aprobada en 2016 o la Norma Técnica de los Centros de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo aprobada en 2017. Sin duda estas representan un gran avance, pero faltan otras tantas más.

También hay que pensar la presencia de la tecnología en materia de seguridad pública desde una perspectiva ética. Las funciones de seguridad pública en muchas ocasiones son intrusivas y/o discriminatorias, y con las posibilidades de la tecnología estas desventajas se amplifican, por ejemplo, con el uso de cámaras de videovigilancia o la presencia de drones pasando encima de nosotros, etc. Habrá que cuestionarnos cuáles deben ser los límites y desde luego exigir un marco jurídico para proteger nuestros derechos a la privacidad, a la protección de datos personales, entre otros derechos ciudadanos que no podrán estar supeditados a la promesa de más seguridad.

Existen muchas otras perspectivas desde las cuales continuar con la construcción social de la tecnología en materia de seguridad pública y cada quien desde su propio ámbito tendrá algo que aportar.

Por mi parte, este año me sumaré a los más de 16, 000 visitantes de Expo Seguridad para conocer los diferentes bienes y servicios que se ofrecen, aunque no tenga el presupuesto que los organizadores esperan, asistiré para conocer las distintas “soluciones” que la tecnología promete en materia de seguridad y desde mi trinchera de la investigación social continuar con este debate tan relevante.

Desde luego que este artículo no es una comercial a Expo Seguridad, pero considero relevante que quienes tengan oportunidad asistan para conocer las diferentes alternativas tecnológicas que se ofrecen a los gobiernos en materia de seguridad pública. Además de la exposición de bienes para seguridad pública, que año con año es más interesante, hay una serie de conferencias que discuten sobre estos temas, desde una perspectiva nacional como de distintas experiencias internacionales. Hasta el 20 de abril el registro fue gratuito e incluía el acceso al piso de exposición (no a las conferencias) y en el caso de los estudiantes (mayores de 18 años) pueden asistir sin pre-registro el jueves 26 a partir de las 6 pm (con la credencial de la escuela y de elector).

Lucía Carmina Jasso

Investigadora – IIS UNAM

@CarminaJasso @ObsNalCiudadano

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