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Empieza a temblar, nos damos cuenta porque el suelo de la escuela (Enrique Rébsamen) es de madera y comienza a rechinar, creo que ese ruido nunca lo podrá olvidar.

La prefecta, todos, los maestros, los alumnos salen en ese instante. Justo es así como Roberto Carlos Quintero Sánchez, de 12 años, recuerda a EL UNIVERSAL el momento en que quedó atrapado bajo los escombros de su escuela.

“Estaban dando indicaciones desde la dirección, el sitio que colapsó totalmente. A los 10 segundos de estar bajando las escaleras comenzó a moverse todo muy fuerte. Al tocar tierra, firme, vi cómo se colapsó la dirección y quedé atrapado entre los escombros”, recuerda.

Mientras nos platica, la voz se le corta, se ausenta con la mirada por segundos, regresa y narra el peor momento de su vida, cuando se le cayó encima, no sabe qué, pero si sintió el fuerte golpe.

Su brazo está lastimado, perdió la noción, no sabía en dónde estaban varios de sus compañeros. Fue hasta un día después, ayer, cuando ya pudo ver a algunos.

Sus ojos rojos, sin emitir una lágrima aún reflejan dolor; sin embargo, es aquí cuando lamenta que uno de sus compañeros falleció.

Se guarda su nombre por respeto pero lo recuerda con cariño.

Desde el Hospital Ángeles Acoxpa, donde fue llevado para atenderlo, se percibe la cicatriz tras haber quedado atrapado por varios minutos bajo los escombros.

Lo acompañan sus padres, la madre está desconsolada y agradecida con Dios porque su hijo está vivo.

Recuerda que los vecinos ayudaron a evacuar la zona, colocaron dos escaleras de cada lado para desalojar a todos los niños.

“Fuimos llevados a un área donde hay muchas casas y en esa zona íbamos siendo recogidos, la escuela estaba colapsada, hay bastantes desaparecidos y fallecidos”, dice.

Se siente feliz porque alguien lo rescató pronto, llegó al hospital un día después porque no había forma de trasladarse. Había muchos autos, personas, no estaban organizadas.

“No tengo ninguna fractura pero si contracturas, lo más doloroso, complicado es perder a alguien, que quede atrapado”, agrega.

Por eso pide a los padres de familia de sus compañeros de escuela, que aún están atrapados, que sean fuertes y esperen que salgan vivos y en buen estado.

“No importa en qué escuela, en dónde. ¡Fuerza México!”, aconseja levantando la voz.

Su mamá Margarita Sánchez lo observa, no le quita la mirada y externa: “Gracias a Dios está vivo”.

Cuenta que es un momento complicado para hablar y agradece ser una de las afortunadas de tener a sus dos hijos con vida.

“Iba a recogerlo con mi hijo mayor cuando por la radio escuché que el colegio se había derrumbado. Me volví loca, llegué a la escuela, mi hijo grande se bajó a buscarlo preguntando, deseando que no estuviera dentro de los escombros”, expresa.

Efectivamente estaba bajo los escombros pero lo rescataron.

“Nos hemos enterado de que él [Roberto Carlos] tiene una bandita de cuatro, cinco niños, no sé, uno de ellos falleció”, se suelta a llorar la mamá, quien afortunadamente no vive cerca del colegio.

A lo lejos, también se aprecia a otro estudiante de la misma escuela, va con sus padres.

No tiene heridas físicas pero sí del alma, se le nota distante, mantiene puesto el uniforme deteriorado.

Acude con la sicóloga del Hospital Ángeles Acoxpa, Violeta Ribera Santa Rita, a recibir atención. No quiere hablar. Platica algunos minutos y se marcha con un semblante mejor, al último emite una sonrisa.

El ambiente en este hospital es de zozobra, entran y salen personas que buscan a sus familiares.

De repente entra una mujer desesperada. Se ostenta como la prima de la dueña del Colegio Rébsamen, Mónica García Villegas. Checa la lista, habla con personal del hospital y se marcha, ahí no estaba.

El Hospital Ángeles Acoxpa tiene contemplado recibir, en estos días, por lo menos a 40 estudiantes del Colegio Rébsamen para ofrecerles apoyo sicológico. En el transcurso deayer acudieron dos niños de esta escuela, acompañados de sus padres.

La sicóloga del Hospital, Violeta Rivera Santa Rita, informó que las puertas también están abiertas para quien requiera apoyo gratuito.

En entrevista recomienda que en situaciones de crisis, como la que viven los capitalinos, especialmente los menores de edad, es explicarles que están protegidos.

“No ayuda en nada si les dicen a los hijos, sobre todo a los que padecieron una tragedia al quedarse atrapados que no pasa nada, que están bien. Lo idóneo es que sepan que lo vivido es real, pero que ya están en casa”, aconseja.

Rivera pide a los padres de familia estar atentos a los actos de ansiedad que puedan presentar los menores afectados como agarrarse mucho el cabello, morderse las uñas o algunas otras conductas repetitivas.

“Quizá teman dormir solos en su recámara por miedo, debemos hacer excepciones, no es romper hábitos ni reglas, es momento de ser flexibles, fueron momentos de angustia para ellos y darles seguridad es lo más importante”, recalcó.

Destaca que la alarma sísmica genera angustia. “Hay que evitar repetir estas escenas donde aparece el sonido de la alerta, como lo que se transmite por los medios de comunicación o en las redes sociales para evitar detonar crisis”, expresa.

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