El llamado presidencial a quedarse en casa para no disparar la cifra de contagios por coronavirus no tuvo eco en todos los ciudadanos, principalmente en aquellos que, por vivir en una economía informal, no pueden parar sus labores, ya que su supervivencia está en juego.

Nacerá otro hijo

Como cada sábado, Christian del Castillo salió desde muy temprano de su casa para dirigirse a la avenida Paseo de la Reforma y vender sus desayunos.

A pesar de que el joven ocupó el mismo lugar de siempre, en esta ocasión la jornada fue diferente para él, ya que muy pocos turistas y ciudadanos se le acercaron para comprar un pan, un atole o un plato de chilaquiles.

Aunque hay un panorama desolado, Christian decidió trabajar porque dentro de dos meses nacerá su tercer hijo y no ha terminado de pagar los servicios de hospital.

“Todavía no hemos pagado el servicio, pero ya estuvimos viendo varias opciones y tenemos un dinero contemplado. Luego hay complicaciones y otras cosas, y por eso estoy aquí, dándole, sacando lo más que se pueda”, indica el joven.

Presencia en espacios públicos

Otros capitalinos, en cambio, se resistieron a guardarse. En el Metro, los tianguis, puestos de comida, centros deportivos o comerciales hubo una presencia significativa de personas, algunos protegidos con cubrebocas y otros con nada, constató EL UNIVERSAL en varios puntos de la Ciudad de México.

Se observó una mayor afluencia de usuarios, incluidos los comerciantes llamados “vagoneros” en el Sistema de Transporte Colectivo (STC), sobre todo en la estación Hidalgo de la Línea 2, una de las de mayor concentración de pasajeros por su conexión con el centro de la ciudad, y la Línea 3, que va de Indios Verdes a Universidad.

El Parque Bicentenario, en la alcaldía Miguel Hidalgo, es uno de los pocos centros deportivos abiertos en la capital en el marco de la contingencia, por lo que decenas de personas acudieron ayer a realizar actividades físicas y de recreación.

Las ventas continúan

En otros espacios, aunque en menor medida, siguió la actividad comercial.

Tal fue el caso de la Central de Abasto de la Ciudad de México, donde se notó que las medidas de sana distancia no son llevadas a cabo incluso por los comerciantes, pues tanto el gel antibacterial como los cubrebocas no se ocupan.

“Estamos trabajando como podemos, porque vivimos al día, entonces no podemos tomar tantas medidas. Gracias a Dios, todos estamos bien y tenemos que salir a vender, porque ésa es nuestra labor diaria. Si no lo hacemos, ¿quién nos ayuda?”, señala Graciela, una comerciante.

“No quisimos cancelar el viaje”

Por otro lado, en La Paz, Baja California Sur, nada evitó que algunos residentes y turistas pasearan por el malecón y que incluso llegaran a algunas playas aún no restringidas.

Lo anterior, debido a que algunos visitantes del lugar ya tenían su viaje programado y, según narraron, ya no lo quisieron cancelar.

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