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“¡Son traidores a la patria! ¡70 a 30 les ganamos! ¡Hagan su consulta ustedes, a ver qué tal les va!”, reclama un hombre sobre la avenida Juárez al paso del contingente que exige al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, continúe la construcción del nuevo aeropuerto en el lago de Texcoco.

Esa es una escena de la polarización de la sociedad a 15 días de que López Obrador informó que cancelaría la construcción de la terminal aérea, proyecto transexenal de Enrique Peña Nieto.

Vestidos de negro, “porque la democracia está de luto”, la denominada marcha fifí, no sólo defendió a Texcoco sino que lanzó consignas contra el futuro Presidente: “¡Es un error estar con Obrador!” arengaban al unísono.

Sin ánimos de estigmatizar o hacer una diferencia de clases sociales, en la manifestación de ayer dominaron las finas prendas, ropa y calzado de marca, lentes Gucci y Prada.

Algunos caminaron con café de Starbucks en mano, y hubo hasta quien desde su smartphone buscó en la aplicación Waze qué calles tomar para llegar al Zócalo.

“¡No somos fifí!, ¡no somos chairos!, ¡todos somos mexicanos!”, coreaba un grupo de jóvenes quienes brincaban, bailaban y aplaudían en su ingreso al “marchódromo” de Reforma, en la ruta preferida por grupos sociales, maestros, partidos políticos u organizaciones.

Jorge Barajas, un empresario que por primera vez participó en una marcha, gritaba: “Venimos a decir no a las consultas ilegales que no representan a México, cuyos resultados son malos para las inversiones, porque si un día se dice una cosa, y se dirige a un país como si fuera sin piloto, los empresarios no entienden, perdemos oportunidades”.

Hubo expresiones que no tuvieron que ver con la consigna original, por ejemplo: “No sé quién mordería mi cartulina, si un chairo o uno de la caravana migrante… Porque resulta que ambos tienen hambre”.

Otra manifestante mostraba una hoja firmada por el Movimiento Nacionalista Mexicano, con el mensaje: “No + delincuencia, inseguridad, narcotráfico, prostitución, ¡Inmigrantes indeseables!, nuestro pueblo primero”.

En Juárez y Balderas, Santiago López advertía que acababa de terminar una asamblea de Morena en el Hemiciclo a Juárez, por lo que pidió avanzar con calma y no caer en provocaciones: “No digan nada negativo, nada de López Obrador”.

Pero las burlas se hicieron presentes: “¡Fifí, marchando, también se está bronceando!” y “¡Texcoco, aguanta, Polanco se levanta!”, gritaron un par de jóvenes.

Al llegar al corazón político del país, la marcha se dividió en dos: el grueso del contingente fue a la plancha del Zócalo y se quedaron junto al asta Bandera, mientras que la vanguardia se acercó a Palacio Nacional.

Al final, la señora María Teresa se preguntaba: “López Obrador, ¿por qué nos odias? Odia a la clase media alta, a los empresarios; sólo quiere a los que puede acarrear y a los demás nos odia. Es capaz de destruir la Ciudad con tal de desahogar el odio que nos tiene”.

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