Desde líderes de la Revolución Mexicana hasta militares, fiscales y siempre cercanos al presidente de la República o al partido en el poder, así fueron los perfiles de los ministros que han integrado el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a partir de 1917 y la promulgación de la Constitución que le dio autonomía al Poder Judicial.
Todos abogados y con estudios jurídicos, pero también hombres que ganaron batallas en favor de Lázaro Cárdenas, repartieron panfletos del gobierno en turno en sus despachos y a pie, senadores, diputados e incluso secretarios de Gobernación que se ganaban la confianza del presidente en turno, eran nombrados ministros.
Así fue, al menos hasta 1994. De reforma en reforma se elevó el número de ministros de 11 a 16 y luego a 21, hasta llegar a 26. Ministros numerarios, ministros fiscales y ministros eméritos que se retiraban hasta que la ley se los exigía por su avanzada edad.

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EL UNIVERSAL presenta un resumen de los perfiles de más de 300 ministros que después de la Constitución de 1917, que acreditó la autonomía del Poder Judicial luego del Porfiriato —cuando el presidente podía designar y destituir ministros sin ningún procedimiento de consulta—, que no dista tanto de la época actual.
La vida independiente
Luego de su disolución con el Plan de San Luis, en 1910, producto del movimiento revolucionario, el Poder Judicial inició una nueva etapa. Antes de eso, los ministros del máximo tribunal eran nueve y en un comienzo eran elegidos por el voto de los congresos estatales.
Para 1917, la Constitución estableció que los ministros fueran 11 y el Congreso de cada estado postularía a uno; finalmente quedarían los más votados por la Cámara de Diputados convertida en Colegio Electoral.

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En el Semanario Judicial de la Federación se fue dejando constancia de las semblanzas y resoluciones de cada uno de los ministros de la Corte, quienes siempre estuvieron ligados a la vida política de México.
Fue el caso de Enrique Colunga Meade, abogado por el Colegio del Estado de Guanajuato y fiel impulsor de la campaña de Francisco I. Madero en ese estado, sobre todo en la ciudad de Celaya, donde ejercía su profesión: “Celebradas las elecciones del 22 de octubre de 1916 para integrar el Congreso Constituyente de Querétaro, resultó electo diputado propietario por el Distrito de Celaya (…) También fue designado por el presidente Álvaro Obregón como secretario de Gobernación”, indica el Semanario Judicial.
Otro ministro cercano a Francisco I. Madero fue Enrique Moreno Pérez, quien desde su bufete jurídico, en Culiacán, Sinaloa, “se dedicó a distribuir gratuitamente ejemplares del libro La Sucesión Presidencial de 1910”.

De la época también destaca Ernesto Garza Pérez, a quien el Semanario Judicial menciona como “miembro destacado del Partido Liberal Mexicano y del Partido Antirreleccionista”. Además, colaboró de cerca con los hermanos Flores Magón.
Ministros militares
Sobre todo en la primera época de la Corte, posterior a la Revolución y con los gobiernos encabezados por militares, algunos de sus allegados llegaron al tribunal, como fue el caso del general Alfonso Pérez Gazca, nombrado ministro por Lázaro Cárdenas y quien fungió como secretario de la Comisión Auxiliar de Daños de Guerra y secretario de resoluciones del Tribunal de Justicia Militar.
Otro ejemplo fue el general brigadier Roque Estrada Reynoso, quien antes de ser nombrado ministro numerario por el expresidente Manuel Ávila Camacho ya tenía una larga trayectoria en el Ejército, en el que era orador maderista. Incluso, en 1909, fue encarcelado junto a Madero en San Luis Potosí.

Ministros que fueron fiscales
En esos años también fue ministro Ricardo Couto, quien entre 1919 y 1922 fungió como agente del Ministerio Público Federal y auxiliar de la Procuraduría General de la República (PGR); a partir de 1924, fue abogado consultor de la SEP.
Couto sí ejerció carrera judicial, pues en 1926 fue designado juez de Distrito, iniciando así una nueva modalidad en los perfiles de quienes integraron a la SCJN.
Otro ministro que tuvo una trayectoria similar fue Rafael Matos Escobedo, quien se desempeñó como trabajador judicial en diversos juzgados civiles en la Ciudad de México desde 1923. Luego trabajó como subprocurador General de la República, en 1946.

Para 1951 resultó designado como uno de los primeros ministros supernumerarios, cuando la SCJN pasó de 11 a 21 integrantes en el pleno y sus cuatro salas. Finalmente fue electo senador en 1964.
También fue el caso de Gilberto Valenzuela Galindo, quien se desempeñó como agente del Ministerio Público en Mazatlán, Sinaloa; también fungió como gobernador interino de Sonora y presidente del Congreso en el mismo estado. El presidente Adolfo Ruiz Cortines lo designó ministro de la Suprema Corte en 1953.
De esa época también destaca Euquerio Guerrero López, quien además de haber sido fiscal y senador por Guanajuato por el PRI, en 1970 fue nombrado ministro numerario por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

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Gloria León Orantes también fue designada ministra en el sexenio de José López Portillo, pero antes se desempeñó como agente del Ministerio Público en la Procuraduría General de Justicia del entonces Distrito Federal, también fue abogada adjunta del Departamento Consultivo de la misma institución.
Ministros con carrera judicial
Sobre todo a partir de los años 70, el perfil de los ministros de la Corte se fue tecnificando. Además de ser todos abogados, ahora la mayoría contaban con carrera judicial y habían ejercido cargos desde secretario de acuerdos hasta jueces en diversos tribunales del país.
Uno de ellos fue Jorge Saracho Álvarez, quien era defensor de oficio y juez menor 30 años antes de ser nombrado ministro por Díaz Ordaz, en 1970. Lo mismo Eduardo Langle Martínez, quien se desempeñó como actuario y secretario de Estudio y Cuenta en Veracruz, antes de ser nombrado ministro por el expresidente Luis Echeverría.
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El cambio sucedió a la par de grandes reformas en materia de amparo, con el fin de terminar con el rezago que la Corte mantenía en las salas y el pleno. Además, continuaron sumándose cada vez más ministras en esa época, a quienes se les tomó en cuenta por su trabajo dentro del Poder Judicial, más que por sus nexos políticos.
Un ejemplo claro fue la ministra Livier Ayala Manzo, quien comenzó su carrera judicial como secretaria de Estudio y Cuenta en el pleno de la Suprema Corte, tras una trayectoria reconocida en la academia.
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