En 2018 el crecimiento económico mundial se mantendrá robusto, apoyado por la recuperación de la inversión y comercio.

El consumo privado sigue también incidiendo positivamente en las economías avanzadas y ha ganado impulso en las emergentes. Sin embargo, los indicadores de confianza del consumidor empiezan a mostrar moderación por las tensiones comerciales, condiciones financieras menos holgadas e incrementos en los precios del petróleo. Así, se espera que la economía mundial crezca 3.9%, las economías emergentes 4.9% y las avanzadas 2.5%, este año.

No obstante, los riesgos globales siguen acumulándose. De esta manera se puede decir que en el caso de:

• China. Los riesgos están en el corto plazo, por el lado del elevado apalancamiento (la deuda masiva de este país restringirá la política monetaria futura, el crecimiento del crédito y la inversión) y una desaceleración más rápida en el mediano plazo; por ahora el crecimiento esperado es de 6.6% este año y 6.4% el próximo. Asimismo, hay un potencial efecto negativo por el aumento del proteccionismo (EU busca limitar el avance industrial de esta nación asiática).

• EU. Ya se presentan algunos signos de sobre valoración de algunos activos financieros. Además, hay riesgos asociados a una mayor astringencia monetaria y sus impactos en los mercados financieros, debido a un avance de la inflación mayor a la prevista (se estima que el índice de precios al consumidor crecerá 2.4% en 2018 y 2.2% en 2019).

Gracias al sobre estímulo fiscal la economía de este país está creciendo más aceleradamente, pero los elevados déficit gemelos (fiscal y comercial) hacen ya que los especialistas prevean una recesión entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo de 2020; esto es, un desempeño que ya ha sido llamado como “short run gain, long run pain”.

• Eurozona. Existe un aumento en la incertidumbre política, especialmente tras las elecciones en Italia y la formación de nuevo gobierno, dado que hay dudas sobre el futuro del proyecto europeo.

Con relación a la materialización del Brexit persisten las incógnitas sobre la futura relación comercial con la Unión Europea y sobre la gestión de la normalización de la política monetaria. Respecto a este último aspecto, todo apunta que las tasas de interés comiencen a elevarse en el verano de 2019, terminando con la expansión cuantitativa.

En este entorno también los riesgos políticos han aumentado tal como el resurgimiento del populismo en muchos países del orbe y del proteccionismo liderado por EU. De hecho, la renuncia de diversos miembros del gabinete opuesto a éste, indican claramente la intención del Ejecutivo de seguir con dicha política. Se puede añadir a esta situación, la tensa reunión del G-7, donde Trump no quiso suscribir los acuerdos y que terminó opacando su triunfal encuentro en Singapur con Kim Jong-un.

Contrario a lo esperado por el gobierno estadounidense de que al gravar compras foráneas suavizaría las posiciones comerciales de sus “socios”, éstos han aplicado medidas espejo. Así, por ejemplo, la respuesta de México, Canadá y la Unión Europea a los aranceles al acero y aluminio por parte de Estados Unidos no se dejó esperar y China ha decidido reaccionar con la misma “escala y fuerza” a la iniciativa proteccionista de EU.

Así, con aranceles estadounidenses equivalentes a 50 mil millones de dólares y la inmediata reacción de la economía asiática de responder con la misma moneda, EU decidió agregar gravámenes por un equivalente adicional a 200 mil millones de dólares, o sea presagiándose una guerra comercial.

Así las cosas, las relaciones comerciales y diplomáticas en el mundo se encuentran tensas y esto puede derivar en un escenario mundial incierto y volátil, que terminará incidiendo en la marcha de la economía mundial.

Coordinadora de la Maestría en Economía
y Negocios y Directora del Instituto
de Desarrollo Empresarial Anáhuac
en la Universidad Anáhuac, México Norte.
Correo electrónico: idea@anahuac.mx
Twitter: @IDEA_Anahuac

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