En septiembre de 1985, pocos días antes del sismo que cimbró la capital de la República y que cuestionó fuertemente al gobierno federal por su lenta respuesta ante la tragedia, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador defendió al PRI y lo llamó “partido mayoritario, con tradición histórica, ideas, principios y programas de acción”.

En el artículo “Revolución y Justicia”, escrito en septiembre de 1985 para la Revista de la Universidad, de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, de la que EL UNIVERSAL tiene copia, el entonces director de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor afirmaba que, a pesar de la fuerte crisis económica que se registraba, llamaba a sus compañeros de partido a fortalecerlo.

“Vale la pena decir que, a pesar de la severidad de la crisis económica, contamos con el instrumental revolucionario. Tenemos una Constitución, que en sus artículos 3, 27 y 123 sigue siendo el programa de lucha de los revolucionarios de hoy; tenemos un Estado fuerte que, como expresión jurídica y política de la nación, no sólo tiene capacidad para regir la vida social, sino para orientar y decidir con base en los dictados de la voluntad popular.

“Tenemos un partido mayoritario, con tradición histórica, ideales, principios y programa de acción. Pero sobre todas las cosas, tenemos un potencial revolucionario en el pueblo, en los campesinos, en los obreros, en las clases medias populares, en las mujeres y en los jóvenes. Tenemos, en suma, sistema político”, escribió.

En la revista universitaria, a tres años de que se sumara a las filas de la Corriente Democratizadora y saliera del partido oficial, el hoy Presidente de la República llamaba al PRI a frenar el avance de la derecha, representada por el PAN, y esto se podía lograr, manifestaba, sólo si su partido regresaba al programa original de la Revolución Mexicana.

“El regreso al programa original de la Revolución constituye la alternativa para frenar el avance de la derecha. Se ha comprobado históricamente que cuando los gobiernos se vinculan a los intereses mayoritarios la movilización del pueblo en defensa del programa revolucionario es entusiasta; además, en estas circunstancias siempre el Estado y el partido han salido fortalecidos”.

“A empresarios se les ayuda y votan contra el PRI”

Andrés Manuel López Obrador llamaba a sus compañeros de partido a reconocer que por los errores de éste habían alentado el avance de lo que llamaba “fuerzas reaccionarias del país”, y reprochaba que, pese a que los gobiernos priistas del norte del país daban un trato preferencial a los industriales, éstos votaban en contra de lo que él llamaba “el partido de la Revolución”.

“Debemos reconocer que nuestros errores han alentado el avance de las fuerzas reaccionarias del país. En el norte ha ganado terreno el partido que surge en contraposición a la política cardenista (refiriéndose al PAN). Sin embargo, su avance no se debe a la falta de viabilidad del programa revolucionario, sino a las desviaciones sufridas en su aplicación.

“Como paradoja, resulta que donde el gobierno ha fortalecido a los grupos económicos minoritarios es donde mayor éxito ha tenido en la contienda electoral el Partido Acción Nacional. Por ejemplo, en Nuevo León, los industriales han recibido históricamente un trato preferencial en créditos, subsidios, exenciones fiscales y otras prebendas y, a pesar de ello, a la hora de votar lo hacen en contra del Partido de la Revolución”.

Señalaba que mientras tanto los gobiernos estatales, en vez de orientar el gasto público al desarrollo social y a mejorar las condiciones de vida de la población mayoritaria, lo dirigían “a la construcción de obras suntuarias”.

“Crisis de credibilidad”

El entonces joven López Obrador urgía a su partido a una reforma política en la que no sólo se garantizara la participación de todas las corrientes ideológicas, sino que llamaba a reconocer una crisis de credibilidad en la población mexicana sobre el tricolor.

“Debemos recordar que, así como en lo económico, también en lo político se toleraron comportamientos anormales en la cosa pública: desarrollismo y politiquería se apoyaron y se alimentaron mutuamente”.

Exhortaba a sus compañeros a recordar que su partido tenía como origen la sangre derramada de más de un millón de mexicanos y que las reivindicaciones sociales deberían ser el objetivo supremo.

“Vulneramos la separación tajante que debe existir entre la política y los negocios privados, al grado de que ahora padecemos una crisis de credibilidad, que nos obliga a proponernos dignificar el noble oficio de la política”.

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