Bruselas.- Tener algún nexo con el presidente ruso Vladimir Putin no es requisito para sentir el rigor con que Europa está respondiendo a la agresión militar en Ucrania.
Las capitales europeas han reaccionado a la invasión de Ucrania sin distinción, castigando por igual a todo lo que “huela” a ruso.
Apenas comienza la segunda semana de la guerra de Putin, y todo lo que tenga que ver con Rusia se ha vuelto “paria” en la academia, el arte, los espectáculos y el deporte.

En Holanda, la Filarmónica Haarlem canceló el festival dedicado a los compositores rusos Tchaikovsky y Stravinsky, y en su lugar programó para el 12 y 13 de marzo dos conciertos para recaudar fondos para los refugiados ucranianos.
“No es nuestra intención excluir a los compositores y artistas rusos. Sin embargo, con las inquietantes circunstancias actuales en Ucrania, parece inapropiado celebrar la música rusa”, argumentó Edwin van Balken, director de la sala de conciertos.
Igual de firme se mostró el Hermitage de Ámsterdam, filial del majestuoso museo de San Petersburgo que lleva el mismo nombre. El museo holandés formalizó su rompimiento con la sucursal rusa en respuesta a la ofensiva contra Ucrania. La decisión fue tomada aun cuando pone en riesgo la viabilidad financiera y existencia del museo.
“Con la invasión del ejército ruso en Ucrania se ha cruzado una frontera. La guerra destruye todo. Hasta 30 años de colaboración”, reza un comunicado emitido por el museo.
Las universidades, los centros médicos universitarios, la Real Academia de las Artes y el Consejo Holandés de Investigación, también han comunicado su distanciamiento con Rusia y Bielorrusia.
Esto significa que entre Ámsterdam y Moscú no habrá asociación en educación e investigación, intercambio de datos y conocimientos, eventos colectivos, transferencias financieras, ni tampoco invitaciones a investigadores afiliados.
Los académicos tendrán la libertad de continuar con la correspondencia personal con sus colegas rusos, considerando que “muchos de ellos han puesto en peligro su vida al criticar públicamente la invasión”.
Dinamarca también se inclinó por suspender la cooperación educativa, de investigación e innovación con instituciones de Rusia y Bielorrusia, pero el llamado no vino de la academia, sino desde el Ministerio de Educación Superior.
Son múltiples las muestras de solidaridad registradas en Italia. Por ejemplo, Rusia ha dejado de ser el invitado de honor de la edición 2022 de Fotografía Europea en el Palacio de Mosto. “Dada la terrible guerra en curso, no se dan las condiciones para completar esta obra y, en consecuencia, se cancelará la exposición que se había montado”, declaró el alcalde de la comuna Emilia, Luca Vecchi.
Los artistas y las compañías rusas igualmente están padeciendo del aislamiento en Francia, en donde hay una cancelación en cadena de giras, espectáculos y conciertos. En Marsella, el Teatro Toursky, anuló el festival más importante en Europa dedicado a la cultura rusa en respuesta a “la guerra, un fracaso del espíritu, una abominación, un crimen contra la humanidad”.
“La cultura es el tercer frente de la guerra de Ucrania. En el deporte, las artes y el entretenimiento, estamos excluyendo a Putin del escenario mundial”, afirma la secretaria de Cultura del Reino Unido, Nadine Dorries.
“Putin ahora está sufriendo una Siberia deportiva y cultural de su propia creación, que le dolerá. Putin necesita del elogio de estos eventos globales para ocultar su ilegitimidad y los horribles actos que está perpetrando en Ucrania”.
A las demostraciones de solidaridad vistas en toda Europa, incluyendo eventos deportivos de todo tipo, desde balonmano hasta judo, se añaden las acciones emprendidas por la iniciativa privada en propio suelo ruso.
Titanes como BMW, Airbnb, Shell, BP, Appel, IKEA, Chanel, American Express y Nike, han optado por retirarse de Rusia o suspender relaciones con sus clientes rusos. Para las empresas occidentales la guerra de Putin se ha convertido en una prueba de ética.
“Todo el orden mundial basado en normas sobre el que descansa la estabilidad y el compromiso con los valores democráticos está ahora amenazado. El sector privado tiene un claro deber e interés en movilizarse en su defensa”, afirma Paul Polman, antiguo director de la trasnacional Unilever.
Aunque no todos en Europa están dispuestos a cerrar filas con la clase política, quien encabeza la campaña de castigo con sanciones económicas y diplomáticas al más alto nivel.
El antiguo Canciller alemán, Gerard Schroeder, se mantiene leal a Putin, no obstante, la campaña bélica pone en riesgo la estabilidad de Europa y de la propia Alemania. Desde que dejó la Cancillería en 2005, ha ocupado distintas funciones que implican la defensa de los intereses energéticos rusos en Europa. En 2017 el socialdemócrata fue electo presidente por la junta directiva del gigante energético Rosneft y hasta la fecha sigue ejerciendo esa función, la cual obtuvo por su cercanía con Putin.