Bruselas

Luego de movilizaciones y huelgas convocadas por jóvenes para pedir más acción a los gobiernos ante el calentamiento global del planeta, la Iglesia encabezada por el papa Francisco ha sido llamada para dar una respuesta a la problemática de la crisis climática.

La convocatoria tendrá lugar en Roma del 6 al 27 de octubre en un Sínodo especial para la Amazonia, un tesoro ecológico amenazado por incendios, proyectos económicos insostenibles y el populismo nacionalista del régimen del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. “Este sínodo no sólo llama la atención de los creyentes, sino del mundo entero, puesto que está en juego el futuro de nuestro planeta”, dice a EL UNIVERSAL Tom Zwaenepoel, catedrático de la Universidad de Gante y experto en temas sobre el Vaticano.

“Los jóvenes están tomando las calles para protestar contra la contaminación del ambiente y el cambio climático. Están reclamando a los políticos respetar el medio ambiente. Es una señal positiva que la Iglesia también se ocupe de la ecología, el clima y el calentamiento global”, indica.

El investigador explica que la Iglesia, el Papa y los obispos participarán en el debate, intentando responder una pregunta esencial: ¿Cómo el hombre puede salvar la creación? También espera que el Pontífice reitere su llamado a la acción contra el cambio climático y sus desastrosas consecuencias.

“Este sínodo encaja perfectamente con la imagen verde del papa Francisco, quien ve a la Tierra como una casa común que cada ciudadano debe respetar. No por nada Jorge Mario Bergoglio lleva el nombre de Francisco [en honor a Francisco de Asís]”, indica.

Pero el sínodo es más que un dossier ecológico, servirá para profundizar en la crisis de la Iglesia católica y sus múltiples problemas. “El sínodo sobre la Amazonia es también uno sobre el futuro de la Iglesia. La Amazonia ilustra perfectamente la crisis de la Iglesia contemporánea”, asegura el autor de Papa Francisco, con toda simplicidad.

Explica que debido a la escasez de sacerdotes, muchas comunidades locales reciben misa como máximo dos veces al año, lo cual ha permitido el avance de otras doctrinas, particularmente las pentecostales, que en algunas áreas de la Amazonia ya cubren 80% de la población.

“Además de los derechos de los pueblos amazónicos, las discusiones más importantes tendrán lugar en torno a otros temas fundamentales, como el papel de la mujer en la Iglesia y la necesidad de proporcionar un mayor acceso al sacramento de la Eucaristía”, dice a este diario Frank Bosman, experto del Departamento de Filosofía y Teología de la Universidad de Tilburg, Países Bajos.

Entre los expedientes, el relativo al celibato es el que despierta mayores expectativas, pero también tiene el potencial de ser el más explosivo por las ramificaciones que pudiera tener en la Iglesia universal.

En el aire sobrevuela la idea de atender la problemática de la falta de sacerdotes y el difícil acceso a zonas remotas, recurriendo al viri probati, al derecho extraordinario de admitir la ordenación sacerdotal a hombres casados. El documento de trabajo del sínodo, compuesto por 45 páginas y publicado el 17 de junio, sugiere estudiar “la posibilidad de la ordenación sacerdotal para los ancianos, preferiblemente indígenas, respetados y aceptados por la comunidad, incluso cuando ya tienen una familia establecida”.

Zwaenepoel sostiene que el papa Francisco está abierto a estudiar esta posibilidad, piensa en particular en las islas del Amazonas y del Pacífico.

Sin embargo, la voluntad del Pontífice de “ganar más almas” a través de un método acorde al presente siglo, choca con poderosas fuerzas opositoras que se resisten.

Entre las voces críticas se encuentra el cardenal alemán Gerhard Müller, exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien afirma que el sínodo es “una tapadera para cambiar la Iglesia”. Para el bloque más conservador, los desafíos más apremiantes en la zona son la expansión de las iglesias pentecostales, el trabajo infantil, la trata de personas y la crisis espiritual.

“Si los amazónicos reciben el acceso al sacramento, tal vez sea el momento de permitir la ordenación de mujeres y el matrimonio a los sacerdotes”, sostiene Bosman.

“El problema es que las fuerzas más conservadoras en la Iglesia están convencidas de que una excepción a la regla del celibato abrirá la puerta a otro tipo de reclamos”, continúa. Zwaenepoel, quien ha conversado con todos los Pontífices desde Juan Pablo II, afirma que las reformas dentro de la Iglesia son absolutamente necesarias ante una crisis marcada por escándalos de abuso sexual y de poder, y que se profundiza ante un mundo pluralista, secularizado y que no tiene espacio para la fe, la religión o la espiritualidad.

Sin embargo, como ha ocurrido en sínodos anteriores, como el de la juventud y sobre abuso sexual en el interior de la Iglesia, aconseja moderar las expectativas.

En todo caso, cualquier decisión se implementará con la lentitud que caracteriza a la Iglesia y el cuidado que distingue al Pontífice, puntualiza.

Revuelta teutona: ordenación de las mujeres y la homosexualidad

Mientras la Santa Sede se reúne para hablar sobre nuevas formas para la Iglesia y una ecología sostenible, en Alemania se afinan los detalles de una “revolución” que podría profundizar la división dentro de la Iglesia católica: entre progresistas y conservadores, entre los que piensan que deben adaptarse al espíritu de los tiempos modernos y los que consideran que es el mundo el que debe ajustarse a la Iglesia. La Conferencia Episcopal Alemana se prepara para celebrar el llamado “camino sinodal”, un espacio en el que los obispos debatirán cuestiones como la homosexualidad, el celibato y la ordenación de las mujeres. La cita tiene de trasfondo la urgencia de actuar ante el abuso sexual por parte del clero y los escándalos desatados por la vida de lujo que tienen algunos obispos, sostiene Zwaenepoel. También ante el debate desencadenado por la comunión a conyugues no católicos en Alemania, así como el abandono masivo de fieles; la iglesia alemana perdió más de 216 mil miembros en 2018.

Los expertos coinciden en que la conferencia va en sintonía con el llamado del papa Francisco de una Iglesia menos centralizada, al tiempo que consideran la reflexión crítica como positiva y audaz, puesto que atiende la visión de una Iglesia mundial integrada por diferentes países y regiones, cada una con prioridades muy particulares.

Sin embargo, es el alcance y los resultados que pueda tener “el camino del sínodo” lo que preocupa en el Vaticano, en donde hay temor de que el clero alemán asuma competencias que no le correspondan iniciando procesos que acaben distanciándola de Roma. “Por un lado, la rebelión alemana pone en claro que los obispos occidentales no son sordos y ciegos a las señales de nuestro tiempo, a la urgencia de reformas relacionadas con el género y la sexualidad”, asegura Bosman.

“Por el otro, deja perfectamente en claro que los obispos se han tomado en serio al Papa cuando los instó a un enfoque más sinodal de cómo se maneja la Iglesia. Significa más diversidad dentro de la Iglesia”.

El teólogo del Cobbenhagen Center sostiene que en el pasado han habido revueltas similares, por ejemplo, el clero de Países Bajos experimentó un proceso similar entre 1966 y 1970, el llamado Consejo Pastoral de Noordwijkerhout, el cual condujo a un proceso restaurador y no a uno liberal.

“Esta lección nos enseña que no es claro a dónde puede llevar la rebelión alemana, el resultado es impredecible. Si bien la Conferencia Alemana podría intentar abrir la Iglesia, también podría desencadenar una reacción restauradora que empeoraría las cosas”, advierte el analista holandés.

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