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En el andador que conecta la zona sur de la calzada San Antonio Abad con la avenida José María Pino Suárez, doña Angelina observa su reloj, son cuarto para las 10 de la mañana y apresura a su nieto Julián para que no lleguen tarde a su cita.

“Venimos desde Topilejo, allá por la caseta de la carretera a Cuernavaca”, dice.

En el lugar de la reunión un grupo de niños ya se colocan la que será su “armadura” en la “contienda” que librarán en las inmediaciones del metro San Antonio Abad: coderas, rodilleras, muñequeras y casco. “Niños a calentar”, les indica Raúl Mendoza, instructor y administrador del primer SkatePark ubicado en la alcaldía de Cuauhtémoc. La señora Angelina conoció Barrio San Antonio SkatePark cuando la tabla de Julián se rompió, y al estar dando vueltas por el Centro en busca de las refacciones, encontraron un anuncio pegado en la pared de una tienda la opción que su nieto estaba buscando; aprender de manera segura a patinar.

“Se le rompió la patineta y buscando las piezas ahí en la tienda vimos un cartel pegado donde anunciaban unos cursos de verano y desde ese día no ha dejado de venir”, afirma.

Barrio San Antonio SkatePark fue creado como parte de la recuperación urbana que las autoridades del gobierno de la Ciudad realizaron en la colonia Tránsito, una zona escondida dentro del centro de la Ciudad, espacio que anteriormente era ocupado de manera irregular por diferentes grupos.

“En el lugar se encontraba un paradero de microbuses, un mercado de ropa de paca, cajas de tráileres abandonadas que generaban poca visibilidad, y donde frecuentemente asaltaban a la gente”, comenta Raúl Mendoza en entrevista para EL UNIVERSAL, antes de comenzar la clase que imparte todos los sábados y domingos —de manera gratuita— de las 10:00 a las 12:00 horas a niños y jóvenes de todas edades.

Para Raúl no es la primera experiencia en la que participó rehabilitando espacios en la Ciudad de México.

“Anteriormente ya había trabajado en la construcción del parque que se encuentra bajo el puente del Circuito Interior esquina con la calzada de Tacuba y en el de Metro Puebla también”, dice.

Dentro de su veteranía en esta tarea Raúl comenta que Barrio San Antonio tiene su toque particular debido a su ubicación. “Este parque está incrustado, un poco aislado, por decirlo de otra manera, y eso lo hizo un poco más complicado, porqué ya es un lugar donde se generaron muchos hábitos, tu llegabas y veías a gente tomando, moneando; ahora sólo ves a uno o dos por ahí, ha sido complicado ir dándole la transformación al lugar” concluye.

Enrique Jara lleva a su hijo Darwin, de siete años, a tomar clases desde que se estrenó el espacio por el que anteriormente hasta les daba miedo pasar caminando y que ahora es aprovechado.

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