Irse a provincia de agricultora, vender comida en la unidad habitacional donde viven o hacer curbrebocas son algunas de las alternativas que encontraron vendedores de zapatos con el fin de generar recursos y sobrevivir a la cuarentena impuesta por las autoridades sanitarias federales, debido a la epidemia de Covid-19 que atraviesa el país y luego de que su sitio de trabajo fuera cerrado por completo al no tratarse de una actividad clasificada como de primera necesidad.

“No creo recuperarme del tiempo que estuvo cerrado mi negocio, tardaría mucho porque abrimos un día sí y un día no. Estoy pensando en dejar uno de mis locales porque ya no creo poder pagar la renta”, dice con pesar Guadalupe Uribe, quien atiende dos locales en el Mercado de Calzado “La Central” ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza.

Guadalupe se fue a provincia en cuanto cerró el mercado. En Hidalgo trabajó de agricultora de ocho de la mañana a cinco de la tarde y ganaba 200 pesos al día, “lo malo es que allá un día sí hay trabajo y otro no”, dice.

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Ella, como muchos de los que trabajan en ese lugar, tuvieron cerrados sus puestos por más de dos meses y en el tránsito hacia la “nueva normalidad” han tenido que acatar las disposiciones de las autoridades para poder regresar a trabajar.

Historias de un mercado herido de muerte por el Covid-19
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Pasillos sin gente en la Nueva Normalidad Foto: Diego Prado

Ahora, a la entrada hay un filtro sanitario en el que toman la temperatura con una pistola que compraron entre todos, dan gel antibacterial y piden que cada persona que quiera ingresar al mercado, remoje las suelas de sus zapatos en un esponja con desinfectante, sin olvidar el indispensable cubrebocas.

Mientras las autoridades no les den otra indicación, los locatarios se turnan para abrir. Un día abren los pares y al siguiente los nones, lo que ha hecho equitativo este regreso.

“Tratamos de cubrir todas las indicaciones que nos dieron para poder abrir y empezar a generar un poco de dinero para nosotros” explica Miguel Ángel Muñoz, quien lleva 35 años siendo locatario del lugar.

El hombre de 47 años cuenta que el alargamiento del confinamiento lo llenó de desesperación por lo que tuvo que buscar otras alternativas para mantener a las seis personas que dependen de él económicamente.

“Tuvimos que ingeniárnoslas porque nos quitaron nuestra única fuente de trabajo. La unidad donde vivo es muy grande y entre vecinos nos pusimos de acuerdo para vender postres, tacos, gelatinas, paletas hielo. Fue muy difícil la situación”.

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Un grupo de WhatsApp fue su aliado para ofrecer los productos y entregarlos en las puertas de los compradores.

La situación no fue la misma para María del Refugio Ascencio y Francisco Prado ya que ellos forman parte de la población vulnerable al ser de la tercera edad.

María del Refugio es empleada en uno de los locales y durante más de dos meses no recibió su sueldo base porque no había ventas. “Fue de lo más difícil que hemos pasado. Por la edad ya no me dan trabajo y estuvimos sobreviviendo sólo con la pensión de mi esposo”.

En el caso de don Francisco, quien es dueño de tres locales tuvo que cerrar dos días antes de que todos los demás cerrarán. “Soldé mis locales. Había muchos robos y se estaban metiendo a los locales”.

Los pocos ahorros que tenía, los fue gastando en comida pero tuvo que salir a trabajar. Fabricó cubrebocas y repartió hamburguesas a domicilio en su bicicleta para poder mantener a su esposa ciega e hijo de diez años.

“Ahorita las ventas están siendo de 200 pesos diarios, lo que está haciendo que se coma el negocio porque pagamos luz, agua, otros pagan renta, tenemos otros gastos y no estamos generando”.

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Fachada Mercado Central Foto: Diego Prado

Por momentos la desesperación invade a los locatarios del Mercado de Calzado “La Central” , la poca afluencia de gente y las casi nulas ventas los hacen pedir a las autoridades que les den difusión para que puedan continuar con sus negocios, sus fuentes de recursos.

“Las ventas han bajado mucho porque mucha gente no conoce el mercado. Necesitamos que se le dé más difusión para que sepan que estamos aquí. Ya tenemos 45 años con el mercado y muchos no lo conocen”, pide Miguel Ángel.

Respecto a las ayudas económicas que tenían entendido que les daría la alcaldía Venustiano Carranza, los comerciantes cuentan que entregaron los documentos que les pidieron pero hasta el momento desconocen si en algún momento se las darán.

“Si no trabajamos, no tendríamos ni para comer. Tengo miedo a la enfermedad, a no saber cómo estará la economía a no saber si vamos a generar ganancias para poder reinvertir, además, tenemos que cuidarnos porque a nosotros también nos esperan en casa”.

“Tengo miedo a cómo vamos a volver a empezar”, finaliza Miguel Ángel.

shgm/ml

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